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Tumores cerebrales: Factores de riesgo

Cualquier elemento o enfermedad que pudiese incrementar la posibilidad de padecer un tumor cerebral es considerado como factor de riesgo. Se desconocen las causas precisas que originan los tumores cerebrales. De otra parte, existen variables que parecen aumentar el riesgo, incluyendo:

  • Exposición a la radiación

  • Historia familiar de ciertas condiciones tales como:

  • Neurofibromatosis, tipo I y II

  • Esclerosis tuberosa

  • Enfermedad de Von Hippel-Lindau

  • Síndrome de Li-Fraumeni

  • Síndrome de Turcot

  • Desórdenes del sistema inmunológico –incluyendo el VIH que es la infección que causa el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA)–; los linfomas y el virus de Epstein-Barr (EBV).

No se ha demostrado aún que la exposición a la radiación en el trabajo o bien a cables de energía, al igual que los traumatismos craneales, el tabaquismo y la hormonoterapia sean alguno de esos factores.

Con ese fin, se realizan prolijas investigaciones en numerosas instituciones a nivel mundial, encaminadas a determinar si los componentes genéticos o la exposición ambiental a ciertos químicos, constituyen las causas y factores de riesgo.

Algunos tipos de tumores cerebrales se han identificado como hereditarios, especialmente cuando su aparición ha podido verificarse en varias generaciones sucesivas. Es a no dudar recomendable conversar con su médico para saber cómo proceder de modo concreto.

Con la publicación del Genoma Humano, y los continuos avances derivados de esta información sobre el ADN, es posible que pueda encontrarse algún gen asociado al desarrollo de este tipo de tumores.

El proyecto denominado Atlas del Genoma del Cáncer se encuentra catalogando activamente también los cambios genéticos surgidos en múltiples tumores, entre ellos el Glioblastoma –tipo de tumor cerebral–, a partir del cual ya se han descrito diferentes vías que pueden ayudar a explicar la forma en cómo estos se desarrollan.

No existen argumentos consistentes que permitan relacionar el desarrollo de tumores cerebrales con la mayor parte de las radiaciones a las que todos estamos expuestos en la vida diaria. Las radiaciones no ionizantes no inducen necesariamente al aparecimiento de lesiones de carácter oncogénico; sin embargo, no se puede descartar aún esa posibilidad.

En necesario apuntar que los campos electromagnéticos –entre los que se encuentran los que provienen de los teléfonos móviles–, pudiesen incrementar el riesgo en la población. No obstante, los resultados de los múltiples estudios científicos llevados a cabo tanto en Europa como en los Estados Unidos son objeto de discusión, y siguen generando opiniones contrapuestas.

Más allá de la controversia, se recomiendan limitaciones en el uso de los mismos –en particular en las personas jóvenes–, aconsejándose el uso de auriculares. Entre tanto, más estudios resultan imperativos para intentar conocer mejor la existencia de una conexión o no entre el uso de teléfonos móviles y los tumores cerebrales, tanto benignos como malignos.

También es importante saber que existen personas que aunque tengan varios factores de riesgo, nunca desarrollarán la enfermedad; mientras que otras que no los tienen, sí lo harán.

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