Reza un conocido  proverbio hindú que “un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora”.

La lectura es considerada una de las piedras angulares para la adquisición de conocimiento. Leer, y por extensión la disciplina de la lectura, es una de las mejores habilidades que podemos adquirir. Ella nos acompañará a lo largo de nuestras vidas y permitirá que entendamos mejor el mundo y todo lo que nos rodea. Esta habilidad transferida es más que necesaria puesto que marcará e influenciará nuestra forma de ser y por lo tanto de vivir nuestra existencia.

La Unesco explica en su página web que el 23 de abril es “un día simbólico” para la literatura en todo el mundo “ya que ese día en 1616 fallecieron Cervantes, Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega”. Casualidad que no termina ahí en tanto que “la fecha también coincide con el nacimiento o la muerte de otros autores prominentes como Maurice Druon, Halldór K. Laxness, Vladimir Nabokov, Josep Pla y Manuel Mejía Vallejo”, explica la entidad de la ONU.

Es por este motivo que, en 1995, la Conferencia General de la Unesco, celebrada en París, tomó la decisión de “rendir un homenaje universal a los libros y autores en esta fecha, alentando a todos, a descubrir el placer de la lectura”.

Asimismo, cada año, la Unesco y las tres organizaciones profesionales internacionales del mundo del libro —la Unión Internacional de Editores, la Federación Internacional de Libreros y la Federación Internacional de Asociaciones e Instituciones Bibliotecarias— seleccionan una capital mundial del libro. Su mandato empieza, claro, el 23 de abril, y su principal objetivo es el de fomentar la lectura, la industria editorial y la propiedad intelectual por medio del derecho de autor.

El eje de esta celebración a nivel mundial es motivar a las personas, especialmente a los niños y jóvenes, a valorar las irremplazables contribuciones de aquellos quienes han impulsado el progreso de la humanidad a través de la literatura.

Nuestro cerebro es como un músculo. Tenemos que entrenarlo diariamente para que sea más fuerte. La lectura es un ejercicio para nuestro cerebro porque requiere esfuerzo y concentración. Además, despierta nuestras vías neuronales, activa la memoria y nos ayuda a desarrollar la imaginación.

Es cierto que con relativa frecuencia escuchamos la descorazonadora afirmación de que leer poco es ya un problema crónico en nuestro país, hecho al cual se suma lo de leer mal a causa de la dislexia, como acusan algunos educadores. No obstante, fechas como estas nos recuerdan todo lo positivo que conlleva la lectura y la necesidad urgente de fomentar en toda la población este hábito sano y enriquecedor.

Es tiempo de pasar página al caos, a la rutina y la desesperanza, y de optar por una ruta segura que puede aportarnos una visión esclarecedora de buena parte de lo que nos rodea. Hagamos pues de los libros nuestros amigos y de la lectura nuestro pasaporte hacia las más increíbles experiencias.

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