En función del tipo de deporte que se practique, la frecuencia, la intensidad y la personalidad del deportista, encontramos unos u otros efectos sobre las personas. Por este motivo, siempre es conveniente que cuando alguien se plantee realizar una actividad física, del tipo que sea, consulte con un profesional que pueda asesorarle sobre el tipo de ejercicio más adecuado según sus características y objetivos.
Además, en ocasiones se hace ejercicio sin controlar la frecuencia y la intensidad. Esto puede acabar en lesiones o fatiga excesiva que al final pueden provocar el abandono de la actividad. Los estudios han mostrado hasta ahora que obtenemos beneficios siempre que llevemos a cabo una actividad física de forma constante, es decir, practicándola unas tres veces por semana y con una duración mínima de treinta minutos. Se ha podido observar también que cuando dejamos de practicar dicha actividad los beneficios, o al menos algunos, desaparecen, por lo que es importante instaurar el deporte como un hábito en nuestra rutina diaria.
Estos son los beneficios que produce la práctica regular de ejercicio físico:
La reducción de la ansiedad se ha podido observar tanto con la práctica de ejercicio anaeróbico como aeróbico, si bien es cierto que el efecto es mayor con ejercicio aeróbico practicado durante 20-60 minutos con una frecuencia de entre 3 y 5 días por semana. Este efecto es provocado por la liberación de B-endorfinas, que actúan directamente sobre el cerebro produciendo una sensación de bienestar y relajación.
Este efecto también lo provoca la liberación de las B-endorfinas, que inhiben las fibras nerviosas que transmiten el dolor, por lo que a esta hormona se la ha denominado hormona de la felicidad o “analgésico natural”.
Estas moléculas están implicadas en la regulación de las emociones, por lo que la práctica de ejercicio físico de forma constante puede ayudar a prevenir y aliviar síntomas de ansiedad y de depresión. La práctica regular de ejercicio es un elemento que se utiliza en psicoterapia.
Realizar ejercicio de forma constante aumenta la autoestima, ayuda a tener una autoimagen más positiva y mejora la calidad de vida. Hacer ejercicio físico, curiosamente, hace que nos cansemos menos. También tonificamos los músculos, perdemos grasa y, en consecuencia, nos encontramos en mejor forma, lo que va a repercutir de forma directa en una mejor valoración de nosotros mismos.
Ha podido constatarse que algunas habilidades cognitivas en personas mayores eran mejores en quienes practicaban algún tipo de actividad que en aquellos que no lo hacían. Esto supone que la práctica de ejercicio ayuda a prevenir enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer.
Igual que ocurre con los adultos, los procesos cognitivos en niños que practican algún deporte de forma regular son mejores que los de los niños más sedentarios. Las habilidades cognitivas que se han visto favorecidas son la memoria de trabajo, la atención y el control inhibitorio. Una mejora de la sincronización del niño se encuentra relacionada de forma positiva con la mejora del rendimiento académico, sobre todo en matemáticas y lectura. Estos beneficios están relacionados con un aumento del flujo sanguíneo del cerebro, una mejor asimilación de nutrientes y una mayor activación.
Esto sucede gracias a que el ejercicio mejora la secreción del factor neurotrófico cerebral, neurotrofina relacionada con el factor de crecimiento del nervio que se localiza en zonas como el hipocampo y el córtex. El factor neurotrófico cerebral mejora la supervivencia de las neuronas y una de las áreas beneficiadas es el lóbulo frontal, responsable de los procesos cognitivos complejos o funciones ejecutivas, como la atención, la memoria de trabajo o el control conductual.
La práctica de algunos deportes, sobre todo los de equipo, facilita la comprensión y asimilación de reglas como la aceptación de las normas, el respeto por el otro, la responsabilidad y el compañerismo. Además, contribuye a la disminución de la agresividad, el trabajo en equipo, la cohesión del grupo, la preocupación por los demás y la empatía. En el ámbito individual, favorece la autodisciplina, el autoconocimiento, la perseverancia y la tolerancia a la frustración.
Fuente: Muyinteresante.es