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Adenoma de hipófisis: síntomas, diagnóstico y tratamientos

Los adenomas de hipófisis son tumores benignos de lento crecimiento que se originan en las células que forman a la glándula hipófisis.

La glándula hipófisis es considerada como la “glándula maestra” que regula la función de otras glándulas del cuerpo.

Los adenomas de hipófisis son relativamente comunes; ocurren aproximadamente en uno de cada mil adultos, y son en su inmensa mayoría tumores benignos (no cancerosos) y de lento crecimiento.

Por el contrario, los carcinomas de hipófisis (tumores malignos) son extremadamente raros (menos del 0.2% de los tumores de hipófisis).

Algunos adenomas de hipófisis, aunque siguen siendo benignos, pueden invadir las estructuras adyacentes (por ejemplo el seno cavernoso), sin que ello implique malignización.

Elementos a considerar

Seguidamente anotamos algunos datos epidemiológicos a tener en cuenta con respecto a los adenomas de hipófisis.

  • Sexo: no existen grandes diferencias, afectando globalmente de igual manera a hombres y mujeres, aunque esto puede variar según el tipo de adenoma.
  • Edad: existe una mayor incidencia entre la tercera y cuarta década de vida.
  • Casuística por edades: representan entre el 10% y el 25% de los tumores intracraneales primarios en adultos, y el 2% en población pediátrica.
  • Incidencia:0.5 a 8.2 casos nuevos cada 100.000 habitantes por año.
  • Prevalencia según reportes médicos: un caso cada 1.064 habitantes.

 

Causas de los adenomas de hipófisis

Adenomas de hipófisis esporádicos

La mayoría de los adenomas hipofisarios se producen espontáneamente, es decir que no son hereditarios.

Si bien existen múltiples genes involucrados en el desarrollo y crecimiento de los adenomas de hipófisis, aún no se conoce una causa bien establecida. Muchos de estos genes y mecanismos moleculares son resorte de estudios permanentes en la actualidad; por ejemplo: metilaciones (proceso por el cual se añaden grupos metilo al ADN) en los genes P16, DAPK, FGFR2, GADD45ɣ, MEG-3, etcétera.

La alteración genética más comúnmente encontrada en tumores esporádicos es una mutación del gen gsp, un oncogén identificado en la mayoría de los adenomas secretores de GH. La mutación gsp se ha identificado en aproximadamente el 40% de los adenomas secretores de GH, pero es poco frecuente en otros subtipos de tumor hipofisario (ocurre en solo el 10% de los adenomas hipofisarios no funcionantes y en el 5% de los adenomas corticotropos).

Lo que está demostrado es que los adenomas de hipófisis son de origen monoclonal. Es decir, que una única célula de la hipófisis se transforma, por causas aún no bien esclarecidas, en adenomatosa; se produce luego una serie de divisiones (mitosis) a punto de partida de esta célula y que llevan al crecimiento definitivo del adenoma.

Adenomas de hipófisis hereditarios

Los casos más raros de adenomas de hipófisis con posibilidad de heredarse son aquellos diagnosticados en pacientes con algunos síndromes familiares complejos. En estos casos sí se han logrado identificar mutaciones genéticas bien claras que son las que producen el adenoma de hipófisis y el síndrome familiar.

 

Presentación clínica: síntomas y signos

La presentación clínica de un adenoma de hipófisis dependerá de si el adenoma produce algún tipo de secreción excesiva de hormona hacia la sangre (adenomas funcionantes) o si bien este no produce ni secreta hormona alguna (adenomas no funcionantes).

En el caso de los adenomas de hipófisis funcionantes, los pacientes generalmente experimentan síntomas relacionados con la acción de la hormona en exceso en el cuerpo. Así pues, existen diferentes tipos de adenomas funcionantes, a saber:

  • Prolactinomas: secretan prolactina (PRL)
  • Somatotrofos: secretan hormona de crecimiento (GH)
  • Corticotrofos: secretan adrenocorticotrofina (ACTH)
  • Tirotrofos: secretan Tirotrofina (TSH)
  • Mixtos: habitualmente secretan GH y PRL

Típicamente, los adenomas no funcionantes causan problemas relacionados con el tamaño del adenoma, el cual comprime a las estructuras circundantes. A esto se lo conoce como efecto de masa. Así, grandes adenomas pueden comprimir el quiasma óptico o los nervios ópticos, lo que lleva a la pérdida de la visión. También pueden comprimir a la glándula hipófisis normal y causar insuficiencia hipofisaria, es decir un déficit en la secreción normal de alguna de las hormonas de la glándula hipófisis (hipopituitarismo).

Otra posibilidad, es lo que se denomina “efecto tallo”, que es una elevación de leve a moderada de la hormona prolactina en respuesta a la compresión del tallo hipofisario por parte del adenoma.

Por último, puede ser que el paciente refiera cefalea retrocular o bien holocraneana debido a la compresión de los receptores del dolor ubicados en la duramadre de la silla turca.

Cabe destacar también que los adenomas funcionantes pueden crecer y alcanzar algunas veces tamaños importantes, causando los mismos problemas de efecto de masa descritos anteriormente; además de los efectos relacionados con la propia hipersecreción hormonal.

Por lo antedicho, resulta muy importante un adecuado examen visual y la evaluación completa de la función hipofisaria cuando se diagnostica un adenoma de hipófisis.

 

Diagnóstico

Inicialmente, es imperiosa la elaboración de un adecuado examen clínico; con especial interés en los aspectos neurológicos, endocrinológicos y oftalmológicos. Por ello, es necesario el trabajo multidisciplinario entre neurocirujanos, endocrinólogos y oftalmólogos para poder arribar a un diagnóstico correcto. Los exámenes complementarios incluyen:

  • Resonancia magnética de cerebro con foco en hipófisis con gadolinio. Es el método de elección para definir las características del adenoma, su tamaño y relación con las estructuras intracraneanas. Debe ser realizada bajo la administración de gadolinio, ya que de esta manera se mejora la sensibilidad del estudio. Según su tamaño, se clasifica a los adenomas hipofisarios en microadenomas (menores a 10 mm de diámetro) o macroadenomas (mayores a 10 mm de diámetro).
  • Laboratorio hormonal completo. Una evaluación endocrinológica determina los niveles de hormonas en sangre, orina o saliva para detectar niveles anormales causados por los adenomas de hipófisis. Pone de manifiesto el exceso de determinadas hormonas como así también si existe un déficit en alguna de ellas.
  • Campo visual computarizado. Permite determinar si existe algún compromiso en la vía óptica (nervios ópticos, quiasma óptico, cintilla óptica) por parte de un macroadenoma de hipófisis que la esté comprimiendo.

 

Tratamientos disponibles

El tratamiento óptimo de un adenoma pituitario depende de múltiples factores y de una correcta interpretación de cada paciente de manera individual. Es necesario tener en cuenta:

  • La producción excesiva de hormonas por el tumor (si existiere)
  • El tamaño del tumor
  • Cuan invasivo es el tumor de las estructuras circundantes
  • La edad y la salud del paciente

Los fármacos, la cirugía y la radioterapia solos o en combinación son los pilares terapéuticos utilizados para tratar los adenomas de hipófisis y para retornar los niveles hormonales a la normalidad.

Las bondades de la radioterapia

La radiación funciona dañando el ADN dentro de las células, haciéndolas incapaces de dividirse y reproducirse. Los beneficios de la radiación no son inmediatos, pero se producen con el tiempo. Poco a poco; el adenoma deja de crecer, disminuye su tamaño y función, y en algunos casos, desaparece por completo.

La utilización de la radiocirugía estereotáctica queda reservada para aquellos casos de adenomas de hipófisis difíciles de tratar, en donde se prueba un fracaso de la cirugía y/o del tratamiento farmacológico. Es decir, como complemento de alguna de las modalidades terapéuticas.

Es por ello que la radioterapia hipofisaria no es la primera línea de tratamiento para los adenomas de hipófisis, y su aplicación queda bajo un riguroso criterio indicado al paciente a través de un consenso entre el endocrinólogo y el neurocirujano.

 

Fuente: tumoresdehipofisis.com

 

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