“Llueve mucho, no te olvides el…”. Si has leído “paraguas”, significa que tu cerebro ha puesto en marcha un mecanismo de predicción por el que ha sido capaz de anticipar palabras sin necesidad de leerlas. Este fenómeno se había asociado con la capacidad humana de elaborar mentalmente las diferentes frases que escucha o lee.
La predicción es uno de los principales mecanismos neurocognitivos de nuestro cerebro. Cada milisegundo, el órgano más complejo del ser humano trata constantemente de anticipar de manera activa los estímulos que vamos a recibir, no solo en el lenguaje, sino también de forma visual, olfativa o táctil, según el conocimiento que tiene de su entorno.
En los últimos años, son muchas las investigaciones que se han puesto en marcha para conocer a fondo este fenómeno de la predicción, pero muy poco se sabía hasta ahora del papel que esta desempeña en la comprensión del lenguaje.
Según esta teoría, mientras las personas leen o escuchan, además de estimular las áreas cerebrales implicadas en la comprensión y decodificación de la información, se pone en marcha la red relacionada con la lenguaje.
Esta red es un complejo sistema compuesto por diferentes partes del cerebro que se activa cuando un emisor desea elaborar un mensaje. El proceso abarca desde la selección mental de las palabras, los sonidos y los fonemas, hasta la pronunciación.
Sin embargo, esta hipótesis no había sido plenamente probada todavía. El Basque Center on Cognition, Brain and Language (BCBL) de San Sebastián ha sido el encargado de llevar a cabo el primer estudio al respecto, publicado en Scientific Reports.
El trabajo ha demostrado de forma empírica la relación entre la habilidad del cerebro para predecir las palabras y la activación de las áreas implicadas en la producción del lenguaje. Los resultados confirman la importancia de la predicción para facilitar la fluidez en las conversaciones.
Los 60 participantes debían leer un total de 100 frases que se mostraban, palabra por palabra, en la pantalla de un ordenador. A partir de un electroencefalograma, los investigadores midieron la actividad eléctrica del cerebro para analizar el modo en que los voluntarios, divididos en dos grupos, anticipaban las palabras.
Los miembros del primer grupo tenían que leer las frases en silencio mientras pronunciaban una misma sílaba constantemente, lo que bloqueaba el sistema motor involucrado en la producción del lenguaje. El segundo grupo tan solo tenía que acompañar la tarea de lectura con un ruido realizado con la lengua, un movimiento no relacionado con la producción del lenguaje.
“Si realmente el sistema motor involucrado en la producción de lenguaje es imprescindible para anticipar palabras durante la lectura, lo que esperábamos era que los participantes del primer grupo no tuvieran la habilidad de predecirlas”, explica Clara Martín, investigadora del BCBL responsable del estudio.
Y así fue. El grupo con el sistema de producción libre predecía más las palabras, lo que ayuda a que la percepción y la comprensión del lenguaje sean más eficaces. “Tener una palabra preactivada en el cerebro significa que será mucho más fácil integrarla y reconocerla”, añade Martín.
Este experimento es el primero que aporta datos concretos para apoyar la teoría de la predicción y el vínculo entre la anticipación de palabras y la producción del lenguaje.
Un cerebro que estima el futuro
Otro de los objetivos científicos fue comprobar cómo actúa el sistema auditivo en el fenómeno de la predicción. Así, el cerebro puede estimar cuándo va a empezar una palabra, cuáles son los primeros fonemas que va a escuchar y preactivar el sistema auditivo para anticiparse de manera activa al estímulo que va a impactar en el oído.
Los investigadores del centro de San Sebastián emplearon estudios de magnetoencefalografía (MEG) –un método no invasivo para el registro de la actividad cerebral– para detallar qué mecanismos emplea el cerebro y qué redes neuronales activa con el fin de predecir lo que va a escuchar.
“La perspectiva sobre cómo funciona nuestro cerebro está cambiando; se empieza a dar mucho más peso al componente predictivo. El cerebro siempre está intentando estimar cómo será el futuro, cuando el futuro todavía no ha llegado”, explica Nicola Molinaro, investigador del BCBL.
Predecir palabras
En este segmento de la investigación, los expertos contaron con la participación de 47 voluntarios que debían ver en pantalla diferentes imágenes y, a continuación, escuchar la palabra asociada a esa fotografía.
Antes de la aparición del estímulo auditivo, los investigadores identificaron actividad cerebral en la corteza auditiva primaria, la región del cerebro encargada del procesamiento de la información auditiva.
“Esto es una evidencia más que clara de que las regiones auditivas no contestan pasivamente al estímulo que impacta en nuestro oído, sino que predicen algo con antelación”, añade Molinaro.
Los expertos pudieron comprobar cómo un segundo después de ver la imagen, las regiones auditivas empezaban a trabajar y a mostrar actividad cerebral de forma diferente en función de las propiedades físicas de las palabras que iban a escuchar a continuación.
Según comprobaron los autores, el cerebro sabe exactamente cómo será la forma física de la palabra que va a escuchar, aún antes de ser pronunciada. En el caso de los fonemas oclusivos, las oscilaciones cerebrales comenzaban a trabajar con mucha más energía aproximadamente un segundo antes de escucharse el estímulo auditivo.
“Hemos encontrado evidencia clara de que el sistema neuronal puede predecir la forma de una palabra antes de que esta aparezca”, afirma el experto.
Autismo, relacionado con fallos en la predicción
Conocer mejor cómo funciona el cerebro en este sentido podría ayudar, en un futuro, a desarrollar tratamientos más eficaces para tratar ciertos trastornos que están relacionados con la predicción cerebral.
“Muchos trastornos tienen que ver con fallos del sistema predictivo, como el autismo, donde los niños tienen problemas para predecir el futuro y, por tanto, no consiguen extraer regularidades sobre cómo está funcionando el entorno”, asegura Molinaro.
“En el caso de trastornos lingüísticos como la dislexia, si el cerebro pudiera sincronizarse mejor con las ondas sonoras que escucha podría aliviarse el problema fonológico que sufren”, concluye.
Próximos pasos
Este trabajo pone de manifiesto la necesidad de tratar el lenguaje como una unidad global que integre de manera conjunta la compresión y producción. “Hasta ahora, muchos investigadores las han explorado de manera independiente, como procesos distintos y separados”, apunta Martín.
Las nuevas conclusiones sugieren el diseño de mecanismos más efectivos para manejar afecciones relacionadas con el lenguaje teniendo en cuenta que no se trata de trastornos aislados.
Fuentes: BCBL / abc.es / agenciasinc.es
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