Médicos e investigadores sostienen que el trabajo ofrece a las personas una rutina y un propósito, una razón para mantenerse activos. Conservar un empleo no aporta beneficios para la salud en sí misma, pero favorece al mantenimiento de hábitos positivos para el bienestar físico y mental. Y de acuerdo con numerosos estudios, esta circunstancia es particularmente efectiva entre aquellas personas que se declaran satisfechas con su puesto, que tienden a ser en su gran mayoría, empleados de oficina, docentes y personas no ligadas con empleos manuales.
El buen humor incide de forma directa en la comunicación entre compañeros, en la cohesión de los empleados ante una adversidad, así como en su satisfacción personal; incrementa la productividad y fomenta la creatividad.
Es lógico plantearnos entonces que las experiencias que llevan a la insatisfacción en el trabajo no coinciden con aquellas que aportan felicidad y bienestar a los colaboradores de una empresa.
¿Qué factores son los que alejan la felicidad del trabajo?
Los más comunes son tres:
En general, cuando un trabajo es bueno para nuestra vida es porque nos sentimos felices en él. Ser felices en el trabajo se mide en dos aspectos fundamentales:
A) Estar alegre a menudo, asociado en tener un propósito en la vida y B) sentir que el trabajo ayuda a desarrollarnos económica, moral y socialmente.
El cerebro procura evitar distinciones artificiales y de dudosa utilidad. Sin embargo, a largo plazo este proceso disminuye; ya no se reconoce con facilidad cuándo se pierden los objetivos laborales, éticos o en qué momento se dejó de estar a gusto en el trabajo.
Emociones que se contagian
En el lenguaje cotidiano solemos usar términos para ser cordiales y generar una sonrisa; nos hacemos empáticos. El contagio emocional se refiere al proceso mediante el cual interiorizamos emociones similares a las que observamos en otra persona. El cerebro lo hace todos los días, a través de asociaciones, recuerdos, neuronas en espejo y cambios neuroquímicos.
El fenómeno se produce de diversas maneras. Por un lado, existe la tendencia humana a imitar las expresiones faciales, los movimientos y las posturas de aquellos con quienes se interactúa. Por otro, las personas pueden copiar aspectos como el lenguaje, el tono de voz e incluso experimentar el mismo estado afectivo. Es un proceso rápido y del que en ocasiones no somos plenamente conscientes. Un cerebro con adecuada salud mental se pone feliz en un ambiente feliz.
Las emociones positivas son un potente favorecedor de resultados positivos en los equipos de trabajo. Las actitudes y conductas negativas también se copian, pero tiene más reticencia y menor capacidad de aceptación. Generan críticas y son favorecedoras de división social.
La situación emocional que más poder de contagio tiene es el sentido del humor. Está comprobado que el uso del humor por parte de los trabajadores incide en la satisfacción, una mejor comunicación y cohesión de los equipos de trabajo. Del mismo modo, el humor es un potente amortiguador de las situaciones estresantes, condiciona una sensación de cooperación y solidaridad para resolver un problema.
¿Qué puede ayudar a mejorar la sensación de felicidad en el trabajo?
Beneficios de trabajar
La activación del cerebro así como el mantenimiento y desarrollo de redes sociales son a la fecha dos elementos clave en la vida de un individuo. El lugar de trabajo es un entorno social, una comunidad.
Diferentes investigaciones han examinado el impacto del trabajo y el empleo sobre la riqueza de las redes sociales y la conexión social, dos factores que benefician la salud mental y que ayudan decisivamente a prevenir declive cognitivo.
En un estudio llevado a cabo en la Universidad de Cornell, en los Estados Unidos, entre 1.300 personas de 57 y 85 años, los autores demostraron que quienes continúan trabajando extienden el tamaño de sus redes de contactos en torno a un 25% cada cinco años. Las redes sociales de jubilados, por el contrario, disminuyen en el mismo período. Después de analizar cuestiones como el estado civil, la edad, la salud y los ingresos, la investigación señaló también que los beneficios son notablemente superiores en mujeres y en personas con educación postsecundaria.
Sin embargo, no todo el mundo puede trabajar durante la vejez o no todos desean hacerlo. Alrededor del 42% de las personas entre 50 y 64 años de edad tienen algún problema de salud, y el 24% presentan más de uno. En este sentido, autoridades nacionales e internacionales como el Departamento de Salud de los Estados Unidos o la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomiendan permanecer en el trabajo a aquellos que puedan o, en su defecto, que estos opten por participar en tareas comunitarias y de voluntariado.
La clave es realizar actividades que ayuden a mantener cuerpo y mente en buenas condiciones. No obstante, un entorno equilibrado, así como un sano clima laboral son determinantes en cualquier etapa de nuestra vida productiva.
Conclusión
El cerebro trabaja mejor y es más creativo en un ambiente de emociones positivas. La cordialidad se copia. En el trabajo es necesaria la retroalimentación de quien supervisa y de quien acota ideas. Una mejor actitud, evita un mal día laboral. Finalmente, y como lo afirmaba Samuel James Ewing. “Lo que cuenta no es la cantidad de horas que dedicamos al trabajo, sino la calidad de trabajo que desempeñamos en esas horas”.
Bibliografía: How Longer Work Lives Ease the Crunch of Population Aging, Harvard Medical School.
Encuesta Europea de Salud, Envejecimiento y Jubilación (SHARE).
Work, Retirement and Social Networks at older Ages, Centro para la Investigación de la jubilación en Boston.
Informe Anual 2016 de la Máxima Autoridad Sanitaria del Reino Unido (Chief Medical Officer).
Salud Global y Envejecimiento, Organización Mundial de la Salud.
Fuente: un artículo de Eduardo Calixto para excelsior.com.mx / texto científico de Amado Herrero para www.doctissimo.com
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