Parte de su trabajo como padre es enseñar a sus hijos, y no hay forma de que un niño aprenda sin cometer algunos errores. De hecho, muchos errores. A veces, estos errores pueden resultar exasperantes. Pueden ser errores autodestructivos. Pueden ser errores capaces de causar daño a sus hermanos o compañeros de clase. Pueden ser errores que se repiten una y otra vez. Pueden ser errores que parecen intencionalmente diseñados para conseguir sacarlo de casillas.
Asimismo, parte de ser un buen padre es saber transmitir el mensaje sin ser demasiado crítico. Todo apunta a que convertirse en una mamá molesta o en un papá gruñón puede acarrear efectos adversos en el cerebro de su hijo.
Dos experimentos que abonan esta tesis
Durante un estudio realizado en Binghamton, Nueva York, los investigadores observaron a los padres hablando con sus hijos preadolescentes (sin que los padres o los niños se dieran cuenta de que los estaban espiando). Los científicos calificaron a los padres según el nivel de crítica. Luego, los investigadores midieron la actividad cerebral de los niños mientras veían una serie de imágenes de rostros que mostraban diferentes emociones. Los hijos de padres muy críticos tuvieron desactivación de áreas extendidas de sus cerebros al mirar imágenes emocionales.
Las implicaciones de esta investigación son que la crítica puede ser tan emocionalmente dolorosa y quizás hasta dañina porque apaga grandes partes del cerebro.
Durante otro estudio, realizado en la Universidad de Pittsburgh en 2015, adolescentes voluntarios se sometieron a una resonancia magnética funcional (la IRMf es una imagen de resonancia magnética especial que mide la actividad de diferentes áreas del cerebro) mientras escuchaban las voces de sus madres. Los adolescentes se sometieron a resonancia magnética funcional tres veces; una vez mientras escuchaban a sus madres elogiarlos, una segunda vez cuando los criticaban severamente y, finalmente, mientras se les comentaba de un tema emocionalmente neutral.
La IRMf reveló una mayor activación de dos áreas del cerebro durante la crítica materna: el estriado ventral y dorsal (parte del sistema de recompensa del cerebro) y la corteza insular (una parte del cerebro que está activa durante los conflictos psicológicos).
La resonancia magnética funcional reveló también que la crítica materna disminuyó la actividad en otras partes del cerebro: el precuneus (una región del cerebro que nos permite sentir que tenemos el control de nuestras propias acciones y los eventos en el mundo externo); la circunvolución del cíngulo (un área del cerebro involucrada con la emoción, el aprendizaje y la memoria); y la corteza prefrontal dorsolateral (un área del cerebro que controla las funciones ejecutivas).
Este estudio implica que la crítica demasiado dura de los padres afecta el cerebro de sus hijos de una manera contraproducente: activa las áreas emocionales del cerebro de los adolescentes (mayor reactividad emocional), mientras que apaga las áreas lógica, de memoria y de control del cerebro de los adolescentes (disminución control cognitivo y procesamiento social cognitivo).
En conjunto, los estudios demuestran que la paternidad demasiado crítica tiene efectos negativos no deseados en el cerebro de los niños. El fastidio apaga amplias franjas del cerebro de los niños, lo que puede ser emocionalmente doloroso y hacer que el menor se desconecte del mundo que lo rodea.
A medida que el niño entra en la adolescencia y las reacciones cerebrales se vuelven más complejas, la parte desactivada del cerebro puede identificarse mejor: las regiones más responsables de la memoria, la lógica y el autocontrol. Otras partes del cerebro de los adolescentes se desinhiben por la crítica excesiva: áreas que reaccionan a la recompensa y al conflicto. Por lo tanto, el adolescente regañado es propenso a estallidos de emoción potencialmente autodestructiva.
Oye…, ¡nadie dijo que la crianza de los hijos fuese fácil! No obstante, la comunicación es un camino de encuentro en la dinámica de educarlos en forma saludable.
Fuente: un artículo del neurocirujano Marc Arginteanun, MD publicado en el portal www.kevinmd.com
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