A menudo se culpa al teléfono móvil de ahogarnos en información y robarnos la atención; pero es más bien nuestro sistema de recompensa interno el que utilizan nuestros teléfonos y las empresas tecnológicas, según demuestra un nuevo estudio de la Universidad de Copenhague.
Con frecuencia escuchamos que vivimos en una economía de la atención, donde las empresas tecnológicas como Google, Apple y Facebook nos presentan una abrumadora cantidad de información irresistible que roba nuestra atención.
Esto no está mal, pero nuestra comprensión de cómo funciona la atención es imprecisa. En un nuevo estudio, investigadores de la Universidad de Copenhague demuestran que nuestra atención funciona sorprendentemente bien, y que nos permite lograr exactamente lo que nuestro cerebro más desea: recompensas.
En una serie de experimentos controlados que acaban de publicarse en el artículo Testing Biased Competition Between Attention Shifts (Prueba de competencia sesgada entre cambios de atención), en el Journal of Experimental Psychology: Human Perception and Performance, los investigadores han estudiado qué hace que las personas dirijan su atención hacia una acción particular cuando se les presentan varios cursos de acción diferentes.
En los experimentos, las opciones se representaban mediante una serie de casillas en la pantalla de una computadora, que podían contener entre 1 y 9 puntos. Cada casilla estaba asociada a una esquina de la pantalla en la que se mostraba una letra al azar. La tarea consistía entonces en señalar una de las letras y así ganar los puntos indicados por la casilla.
“A los participantes de nuestros experimentos se les presentaron cuatro casillas a la vez y tuvieron que cambiar rápidamente su atención a una de las posibilidades. Marcaron el cambio de atención ingresando una letra, que se presentó en la esquina de la pantalla.
“El proceso tuvo que ser repetido miles de veces por cada participante, para que pudiésemos estar seguros de que no era una cuestión de casualidad”, explica Thor Grünbaum, profesor asociado del grupo de investigación Cognición, Intención y Acción, que dirige junto con el profesor Søren Kyllingsbæk.
“Nuestros experimentos muestran que los participantes preparan varios turnos de atención al mismo tiempo. Es decir, varios turnos de atención compiten simultáneamente para ser realizados. Al asociar los diferentes turnos con diferentes recompensas, podemos demostrar que el turno asociado con la recompensa más alta generalmente gana.
“Por lo tanto, los experimentos muestran que la recompensa es un factor decisivo a la hora de determinar lo que notamos y recordamos hacer cuando se nos presentan múltiples oportunidades”.
Por eso, Grünbaum y Kyllingsbæk también creen que es impreciso hablar de que el mundo digital roba o controla nuestra atención. Es casi lo contrario. Las tecnologías a menudo explotan nuestra capacidad de elegir exactamente el contenido que nos brinda la mayor recompensa cuando se nos presenta una amplia gama de posibilidades.
En otras palabras, lo que las empresas de tecnología aprovechan son nuestros valores subjetivos al recompensar nuestros cambios de atención y acciones.
Hábitos versus recompensas
Normalmente pensamos que los hábitos son casi inquebrantables, pero también en este caso el experimento puede decirnos algo importante.
“Nos dice algo sobre nuestro comportamiento en una situación en la que hemos sido entrenados para una determinada acción. Los participantes en nuestros experimentos dedicaron mucho tiempo a aprender cómo conectar una única casilla con un cambio de atención hacia una esquina particular de la pantalla.
“Entrenar los cambios de atención debería convertirlos en hábitos. Cuando se les presentan cuatro acciones que compiten entre sí y tienen poco tiempo para decidir, demostramos que eligen la recompensa en lugar de la conducta habitual”, afirma Grünbaum.
En la situación experimental, es más probable que se seleccione la acción con el mayor valor subjetivo, incluso aunque se hayan entrenado ampliamente otras acciones, concluyen los autores.
Esto significa que los valores de una persona compiten con los hábitos arraigados, una competencia que el hábito a menudo pierde si otra acción es más importante. Esta idea también vale la pena tenerla en cuenta en el debate sobre la economía de la atención.
Planificación a largo plazo
El siguiente paso de los investigadores será un proyecto en el que examinarán cómo planificamos a largo plazo. El experimento actual muestra algo sobre lo que activa nuestro cambio de atención a corto plazo, pero ¿qué sucede cuando intentamos planificar acciones a futuro?
“Si he decidido comprar harina de camino a casa después del trabajo, tengo que guardar la acción en mi memoria a largo plazo. Lo que queremos entender es cómo recordamos las cosas que nos propusimos hacer, especialmente cuando hemos planeado varias acciones diferentes, como es habitual”, comenta Grünbaum.
Grünbaum y Kyllingsbæk esperan que también en este caso centremos nuestra atención en la acción a la que otorgamos el mayor valor. Pero cuando nos encontramos en el mundo real y no en un laboratorio, entran en juego otros factores.
“Investigaciones anteriores han demostrado que nuestro entorno juega un papel importante en la forma en que recordamos las cosas. Por lo tanto, uno puede imaginar que mi plan de comprar harina se activará si veo un cartel de supermercado en mi camino a casa desde el trabajo. Estamos desarrollando diseños experimentales para estudiar los factores que intervienen en la selección entre planes competitivos”.
Fuente: un artículo de Thor Grünbaum publicado en el portal neurosciencenews.com
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