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Cerebro que viaja = cerebro sano y feliz

Viajar, cambiar de escenario, descubrir nuevas culturas y nuevos paisajes es bueno para la mente. Es una afirmación que parece evidente ya que todos hemos viajado y sentido sus beneficios en nuestras propias carnes, pero además hay estudios científicos que lo demuestran. Nuestro cerebro (específicamente el encéfalo) y nuestro cuerpo se vuelven más sanos cuando viajamos.

 

No importa si vas a alquilar un apartamento en Barcelona, recorrer la costa de California o descubrir Tailandia al estilo mochilero. Tanto si viajamos lejos o cerca de casa, solos o acompañados, un periodo corto o largo, en verano o en invierno… viajemos donde y cuando sea, siempre obtendremos grandes beneficios para nuestro cerebro.

 

Los estudios demuestran que al viajar, escapamos de la rutina, descubrimos nuevos entornos, nuevas sensaciones, vivimos nuevas experiencias que nos enriquecen y aumentan nuestra creatividad, memoria, confianza, agilidad para resolver problemas, e incluso nuestra felicidad y esperanza de vida. Efectivamente, las personas que viajan (es más visible en personas mayores) gozan de una mejor salud cerebral. El cerebro va cambiando a lo largo de nuestra vida según nuestros aprendizajes (neuroplasticidad).

 

Cómo todos sabemos, el cerebro funciona así: lo que no utilizas se pierde. Por ello, es importante buscar formas de fortalecerlo y prevenir enfermedades. Al igual que nuestros músculos se desarrollan cuando hacemos ejercicio, nuestro tejido cerebral se desarrolla cuando nuestro cerebro supera desafíos, aprendemos cosas nuevas.

 

Cuando viajamos estimulamos nuestro cerebro a través de diversos rangos de secuencias neuronales. Por lo tanto, viajar no solo aporta beneficios mentales en el presente (desconexión, relax, descubrirse a uno mismo, abrir la mente) sino que también aporta importantes beneficios cerebrales a largo plazo, creando una mayor reserva cognitiva y mayor resistencia al deterioro en edades avanzadas.

 

Al viajar, o incluso vivir un tiempo fuera de nuestro país, realizamos una inmersión cultural. Conocemos a personas diferentes e integramos nuevas culturas y nuevas maneras de pensar a nuestras identidades, lo que aumenta nuestra imaginación, creatividad, así como las sinapsis neuronales. Varios estudios científicos han evaluado la creatividad de personas que han vivido fuera de sus países con personas que no han viajado. Los resultados de las distintas pruebas a las que se sometieron demostraron que aquellas personas que han viajado y tenido vivencias multiculturales tenían un nivel superior de creatividad que aquellas personas que no.

 

Por otra parte, cómo ya hemos mencionado, viajar aumenta nuestra confianza en los demás y en nosotros mismos. Pensamos que estamos en lugares únicos que quizás no volveremos a visitar en mucho tiempo, nos desvinculamos de nuestra rutina y nos atrevemos a vivir experiencias sorprendentes que nunca hubiéramos imaginado que seríamos capaces de superar. Perdemos nuestros miedos y crece nuestra autoestima.

 

Viajar también aumenta la agilidad para resolver problemas y buscar soluciones. Convivir un tiempo con una cultura diferente conlleva retos. Estos desafíos abren nuestra mente. Por otra parte, viajando vemos como otras culturas se enfrentan a dichos u otros obstáculos con perspectivas nuevas para nosotros. Adquirimos nuevos puntos de vista, nuevas maneras de enfocar un problema y salir adelante. Descubrimos que un problema puede tener distintas soluciones.

 

Finalmente, y yo diría que al fin y al cabo es el beneficio más importante: viajar aumenta nuestra felicidad. Viajando experimentamos una gran cantidad de sensaciones positivas, nos relajamos, baja nuestro nivel de estrés y aumenta nuestra sensación de bienestar. Sentimos la felicidad en el momento de la planificación del viaje, al salir del avión, al descansar en la playa con un buen libro, tumbarnos en una cama recién hecha, ver animales salvajes, saltar en parapente… cada uno escoge las actividades que más le hacen disfrutar y encontrar la felicidad. Además, nos permite conectar con las personas que nos acompañan y conocernos a nosotros mismos, lo cual es esencial para poder ser feliz.

Este artículo ha sido creado con la inestimable ayuda de happypeoplebarcelona