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Sí, Cervantes y Shakespeare… “¡neurólogos!”

Aunque ya se ha comprobado que Cervantes y Shakespeare no murieron el mismo día, 23 de abril de 1616, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) conmemora desde 1995 el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, mejor conocido como el Día Internacional del Libro, cada 23 de abril, en homenaje a estos dos escritores.

Según los calendarios vigentes en esa época, el juliano en Inglaterra y el gregoriano en España, ambos genios fallecieron en fechas semejantes (en realidad Cervantes murió el 22 de abril, pero en los registros parroquiales señalan el 23 de abril como su fallecimiento porque en esa época se tenía como fecha de defunción la del sepelio); por su parte, Shakespeare falleció el 23 de abril, según el calendario juliano o el 3 de mayo, de acuerdo con el gregoriano.

 

Dos hombres ilustrados

Además de esa coincidencia forzada y admitida comúnmente, Cervantes y Shakespeare comparten otras particularidades, como su erudición. Médicos y críticos literarios han escrito sobre los conocimientos de medicina de Cervantes y Shakespeare, que se aprecian en sus obras.

Uno de los más recientes escritos sobre el tema es el de Cristina Guijarro-Castro y Laura Estallo-Guijarro, Cervantes y Shakespeare, dos neurólogos renacentistas, publicado el 1 de abril de 2017 en la Revista de Neurología, en la que refieren: “debemos a estos dos genios literarios la descripción precisa en sus obras de entidades neurológicas que no eran conocidas por la medicina de la época, como el parkinsonismo o los trastornos del sueño en fase REM [movimientos oculares rápidos]”, aunque cincuenta años después de su muerte se comenzó a utilizar el término neurología, acuñado por el médico inglés Thomas Willis.

Guijarro-Castro, del Grupo de Estudio de Historia de la Neurología, de la Sociedad Española de Neurología, y Estallo-Guijarro documentan que tanto Miguel de Cervantes Saavedra como William Shakespeare tuvieron parientes vinculados con la medicina.

El bisabuelo de Cervantes, Juan Díaz de Torreblanca, era bachiller médico y cirujano; su padre, Rodrigo de Cervantes, fue cirujano-sangrador; y su hermana, Andrea de Cervantes, ejercía la enfermería. Por lo tanto, Miguel de Cervantes pudo estar familiarizado con algunos temas médicos, independientemente de su interés personal por esta disciplina.

Por su parte, William Shakespeare solamente tuvo a un pariente relacionado con la medicina, su yerno John Hall, el único médico que había en Stratford-upon-Avon, pueblo natal del escritor.

 

Mente y cuerpo en los escritores

Tanto Cervantes como Shakespeare estaban convencidos de que las enfermedades eran causadas por fenómenos naturales, contrario a la costumbre generalizada en ese tiempo, que le daba un origen divino, pues se creía que era un castigo por el mal proceder o una prueba a la que Dios sometía a sus creyentes.

Los saberes de Cervantes fueron reconocidos por médicos prestigiados, como Thomas Sydenham, quien vivió en el siglo XVII y describió la corea aguda infantil o “mal de San Vito”. Este médico recomendaba El Quijote como una de las mejores obras médicas por “las bellezas de medicina práctica que brillan en sus escritos”, según consignan las autoras del trabajo comentado.

Shakespeare subrayaba la estrecha relación entre las manifestaciones orgánicas de desórdenes psicológicos o mentales y el cerebro; en Noche de Reyes se lee: “No creeré nunca a un loco mientras no haya examinado su cerebro”. Ludovico pregunta en Otelo: “¿Tiene los sentidos cabales? ¿No está su cerebro en delirio?”; y en Macbeth se asegura: “Mi rebelde cerebro se ocupaba de recuerdos lejanos”, documentan Guijarro-Castro y Estallo-Guijarro.

Los dos escritores describen el trastorno de conducta durante el sueño MOR (movimientos oculares rápidos), que fue caracterizado por Schenck apenas en 1986. En este trastorno del sueño (parasomnia) se presenta falta de tono muscular, con movimientos bruscos, provocados por sueños violentos en los que el paciente se siente amenazado o atacado, por lo que reacciona con movimientos defensivos o de ataque, como escribieron ambos genios de la literatura.

Cervantes en el ataque a los odres de vino refiere de Don Quijote: “…y es lo bueno que no tenía los ojos abiertos, porque estaba durmiendo y soñando que estaba en batalla con el gigante”. Shakespeare dice de Ricardo III que durmiendo toma la espada para luchar “ya que los espectros de todos los que ha asesinado se le aparecen en sueños”, como documentan las investigadoras.

Por estos y otros pasajes, Guijarro-Castro y Estallo-Guijarro concuerdan con otros autores en considerar a Cervantes y Shakespeare como los primeros neurólogos renacentistas.

 

Bibliografía:https://www.researchgate.net/publication/323808375_Cervantes_y_Shakespeare_dos_neurologos_renacentistas

Fuente: un artículo de René Anaya, periodista científico para www.siempre.mx

 

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