La religión, la espiritualidad y la oración ayudan a muchos pacientes, pero de distintas maneras. Los pacientes con enfermedades graves y sus familias suelen sentir miedo y desesperación, y llegan a valorar las creencias religiosas y espirituales. Una encuesta de 2023, descubrió que el 72% de los estadounidenses creía en el poder de la oración. La asistencia a servicios religiosos también se ha asociado con un menor riesgo de muerte, suicidio y abuso de sustancias, y menos depresión.

Recientemente, completé un estudio profundo basado en entrevistas con capellanes de hospitales de varias regiones del país y con diferentes orígenes religiosos, incluidos cristianos, judíos, musulmanes y humanistas seculares. Esta investigación mostró cuán vitales son las cuestiones religiosas o espirituales para numerosos pacientes y sus familias, y cómo los capellanes hospitalarios con frecuencia cooperan con ellos de múltiples maneras.

¿Por qué ayudan la espiritualidad y la oración?

Algunas afirmaciones sobre la religión y la salud son incorrectas y pueden resultar hirientes. Algunos pacientes me han dicho: “Mi hermana afirma que, si hubiese rezado más, no habría contraído cáncer”. Algunas personas creen que Dios, de alguna manera directa y deliberada, causa y puede curar enfermedades. Como médico interno, también he visto pacientes con cáncer que se saltaban un tratamiento eficaz y optaban por rezar en su lugar, incluso cuando la enfermedad se propagaba por sus cuerpos. En esos casos, no podíamos hacer mucho, excepto que estuvieran cómodos y bien atendidos mientras se iban deteriorando y morían.

Algunos individuos creen que lo que se conoce como oración de intercesión (otras personas que oran por un paciente, incluso si el paciente no lo sabe) puede alterar directamente los procesos biológicos en el cuerpo del paciente. Pero la investigación, en general, no ha respaldado esta afirmación.

No obstante, la evidencia sugiere que tener creencias espirituales o religiosas sólidas, cualquiera sea su definición, puede ayudar psicológicamente a combatir y afrontar la enfermedad. A continuación, se presentan algunas de las formas en que la oración y la fe pueden afectar positivamente la salud del paciente.

Cambios en el cerebro. Las investigaciones en neurociencia muestran que las fuertes creencias religiosas o espirituales están asociadas con partes más gruesas del cerebro, lo que proporciona reservas neuronales que pueden proteger contra la depresión y la desesperación.

Propósito. La religión y la espiritualidad, definidas en términos amplios, proporcionan un sentido de significado, propósito y esperanza.

Significado. Muchos pacientes llegan a encontrar o construir sus propias fuentes de significado. Puede ser a través de la fe tradicional o de la creencia en el arte, la poesía, la ciencia, las matemáticas, la naturaleza o el universo. Como comentó una vez un paciente que me dijo que “no era religioso”, “creo en la tercera ley de la termodinámica: la energía no se crea ni se destruye; simplemente continúa en otra forma”.

Apoyo social. Los grupos religiosos y espirituales también suelen brindar un apoyo social y una interacción valiosa. No es necesario que un grupo de este tipo sea necesariamente religioso. Puede ser un grupo de yoga, un club de lectura o un grupo de discusión en Facebook sobre Harry Potter, por citar varios ejemplos.

¿Qué pasa si la oración no es lo mío?

He visto que la oración ayuda psicológicamente a muchos pacientes. Algunos recitan confiados la Oración de la Serenidad: “Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las que sí puedo y la sabiduría para reconocer la diferencia”.

Sin embargo, quienes no son religiosos también pueden encontrar un sentido y un propósito a la vida mientras afrontan la enfermedad o el final de la vida. Algunos pacientes descubren, por ejemplo, que caminar hasta un río, un lago o la cima de una colina y admirarlos, o sentarse en un parque, es beneficioso.

También usted puede practicar la meditación y la atención plena. Concentre su atención tranquilamente en su respiración o en una cosa, como lo que siente cada parte de su cuerpo.

Algunos pacientes toman momentos del día para expresar gratitud por todo lo que tienen, como por las personas que los aman.

Los capellanes de los hospitales ofrecen más que oraciones

Recuerde que cualquier persona puede hablar con un capellán de hospital. Cada vez más, los capellanes reciben formación en enfoques interreligiosos y no confesionales, y se consideran a sí mismos como una profesión “posreligiosa” que beneficia a pacientes de diversos orígenes.

Revisemos un par de ejemplos. Un capellán se presentó ante un paciente y fue rechazado por este radicalmente. “Mi religión es como la CNN: política y conocimiento”, replicó el enfermo. El capellán se fue desconcertado, pero regresó al día siguiente y le preguntó: “¿Qué piensa usted sobre lo que está sucediendo ahora en política internacional?”. Terminaron hablando largo y tendido, y estableciendo una fuerte conexión humana que el paciente agradeció de corazón.

Otro capellán me contó sobre un paciente abatido que se estaba muriendo y sentía que su vida no valía la pena y que era una carga para los demás. El capellán tomó un trozo de pan de la bandeja de comida del paciente y le dijo: “El pan es realmente maravilloso, ¿no? ¡Cabe entonces disfrutar del sabor de un trozo de pan! Tal vez la vida no esté destinada a vivirse de acuerdo con los logros externos. ¿Y si está bien simplemente disfrutar de los días que tienes?”. El paciente se animó, y experimentó una renovada sensación de significado.

Estos conocimientos pueden ayudarnos a muchos de nosotros en nuestras vidas, incluso si no padecemos una enfermedad grave. Podemos llegar a enfermarnos o conocer a un paciente que podría beneficiarse de ello. El manejo oportuno de estas prácticas humanas puede con relativa frecuencia socorrer a los dolientes y brindarles algo de serenidad. ¡Seamos portadores de esperanza!

Fuente: un artículo de Robert Klitzman, psiquiatra y director del programa de Maestría en Bioética de la Universidad de Columbia y autor de Doctor, ¿rezará por mí? Medicina, capellanes y sanación de la persona en su totalidad, publicado en el portal www.washingtonpost.com

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