La historia de la Cruz Roja tiene su origen en las acciones del comerciante ginebrino Jean-Henri Dunant, quien fue testigo de las guerras que se produjeron en Europa en el siglo XIX, incluyendo la batalla de Solferino, que tuvo lugar el 24 de junio de 1859, evento que lo llevó a la idea de socorrer a todos los soldados heridos, con la improvisación de un hospital de campaña.
A raíz de esta experiencia escribe el libro titulado Un recuerdo de Solferino en donde plantea la creación de Sociedades de Socorro en todos los países, con el fin de atender a las víctimas de la guerra sin ninguna discriminación, estableciendo códigos de ética para el respeto a la vida ante situaciones de conflicto.
Posteriormente, en 1863, la Sociedad Ginebrina de Utilidad Pública designó una comisión encargada para estudiar los planteamientos de Dunant, que luego dio origen al Comité Internacional de Socorros a los Heridos, el cual se convirtió después en el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).
En octubre de ese mismo año, la Cruz Roja actuó formalmente en la Conferencia Internacional de Ginebra, y se escogió un símbolo idéntico para que todos los países distinguieran sus cuerpos de personal sanitario, hospitales y ambulancias. El emblema seleccionado fue una cruz roja sobre fondo blanco: a la inversa de la bandera suiza (en honor a la nacionalidad de Dunant). En 1864, doce gobiernos adoptaron el primer Convenio de Ginebra, que garantiza la ayuda a los heridos y define los servicios médicos como «neutrales» en el campo de batalla.
En 1946, una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial y durante la XIV Reunión del Consejo de Gobernadores de la Liga de Sociedades de la Cruz Roja, se estableció la celebración de un Día Internacional en una misma fecha para todas las Sociedades Nacionales. Dos años más tarde, en 1948, la fecha elegida fue el 8 de mayo, aniversario del nacimiento de Henri Dunant. El día cambiaría varias veces de nombre hasta convertirse en el Día Mundial de la Cruz Roja y la Media Luna Roja.
Principios
Proclamados en Viena en 1965, la Cruz Roja se rige por siete principios que buscan la atención igualitaria de las personas y sin distinción alguna; a saber:
Humanidad: el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja –al que ha dado nacimiento la preocupación de prestar auxilio, sin discriminación, a todos los heridos en los campos de batalla– se esfuerza, bajo su aspecto internacional y nacional, en prevenir y aliviar el sufrimiento de los hombres en todas las circunstancias. Tiende a proteger la vida y la salud, así como a hacer respetar a la persona humana. Favorece la comprensión mutua, la amistad, la cooperación y una paz duradera entre todos los pueblos.
Imparcialidad: no hace ninguna distinción de nacionalidad, raza, religión, condición social ni credo político. Se dedica únicamente a socorrer a los individuos en proporción con los sufrimientos, remediando sus necesidades y dando prioridad a las más urgentes.
Neutralidad: con el fin de conservar la confianza de todos, se abstiene de tomar parte en las hostilidades y, en todo tiempo, en las controversias de orden político, racial, religioso e ideológico.
Independencia: el movimiento es independiente. Auxiliares de los poderes públicos en sus actividades humanitarias, y sometidas a las leyes que rigen los países respectivos, las Sociedades Nacionales deben, sin embargo, conservar una autonomía que les permita actuar siempre de acuerdo con los principios del movimiento.
Voluntariado: es un movimiento de socorro voluntario y de carácter desinteresado.
Unidad: en cada país solo puede existir una Sociedad de la Cruz Roja o de la Media Luna Roja, que debe ser accesible a todos y extender su acción humanitaria a la totalidad del territorio.
Universalidad: el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, en cuyo seno todas las Sociedades tienen los mismos derechos y el deber de ayudarse mutuamente, es universal.
Funciones
Entre las principales acciones que la Cruz Roja lleva a cabo se encuentran:
Fuente: diariopresente.mx
Gamma Knife Center Ecuador saluda y felicita a todos los cooperantes y voluntarios de la Cruz Roja Ecuatoriana, pilares operativos de una labor silenciosa que previene, atiende, auxilia y mejora la calidad de vida de nuestros compatriotas en situación de vulnerabilidad.
Junto a cada uno de estos héroes anónimos hacemos votos porque su gestión no decline y se sostenga en el tiempo para el beneficio de nuestras comunidades. A ellos nuestro apoyo y nuestro aplauso.
Gracias por su trabajo generoso promotor de bienestar, desarrollo y dignidad en la diversidad. De su unión –como lo expresara Henri Dunant– nace la fuerza que, para miles y miles de personas ha sido, en las más graves circunstancias de calamidad: salvación, alivio, consuelo.