La cúrcuma es sin duda una de las especias curativas más versátiles del mundo, si no la más versátil, con más de 800 beneficios para la salud confirmados experimentalmente, y una historia antigua llena de profunda reverencia por su poder aparentemente compasivo para aliviar el sufrimiento humano. También puede representar la amenaza existencial más importante de la industria farmacéutica, dado que la ciencia preliminar indica que la cúrcuma es al menos tan efectiva como 14 medicamentos, y mucho más segura en cuanto al riesgo toxicológico.
Dicho esto, la mayor parte del enfoque de la investigación sobre la cúrcuma durante la última década se ha centrado en uno solo de sus muchos cientos de fitocompuestos: a saber, el polifenol principal de la cúrcuma conocido como curcumina, que le da a la especia su rico tono dorado.
Este enfoque centrado en la curcumina ha llevado al desarrollo de algunos productos muy buenos, como el concentrado de curcumina unida a fosfolípidos (p. ej., Meriva, BCM-95), que ayuda en gran medida a aumentar la absorción y la bioactividad de la curcumina. Sin embargo, los aislados de curcumina solo son capaces de conferir una parte del poder terapéutico de la cúrcuma, y ahí radica la limitación y la arrogancia del modelo dominante en el que la atención se centra en aislar el presumiblemente principal “ingrediente mágico”.
De hecho, se ha vuelto típico dentro de la llamada industria nutracéutica emular el modelo farmacéutico, que se enfoca en identificar un árbol “monoquímico” particular dentro del bosque de complejidad representado por cada agente botánico, esforzándose por estandarizar la entrega de cada supuesto “ingrediente activo” con cada porción, como si fuera una droga farmacéutica.
Estos procesos de extracción y aislamiento también generan fórmulas patentadas que es lo que los fabricantes quieren para diferenciar su producto de todos los demás, y en adelante capturar una mayor parte de la cuota de mercado; en definitiva, una propuesta de valor que sirva al fabricante y no al consumido o paciente.
A decir verdad, no existe una “bala mágica” singular en los alimentos y las hierbas responsables de reproducir el poder curativo de toda la planta. Hay, de hecho, en la mayoría de las plantas o alimentos curativos cientos de compuestos orquestados por la inteligente “mano invisible” de Dios o de la Naturaleza, o como quieras llamarlo, los cuales nunca pueden reducirse a la actividad de un singular fitocompuesto o químico cuantificable.
Más allá del meme de la “bala mágica” asociado a la curcumina
La definición de bala mágica (Magic Bullet) en el diccionario se asocia a cualquier agente terapéutico, especialmente uno en las primeras etapas de desarrollo, que se considera muy eficaz en el tratamiento de una afección —como en el caso de un tumor maligno— dirigiéndose específicamente al tejido enfermo.
No hace mucho tiempo, un estudio muy convincente publicado en la revista Stem Cell Research & Therapy brindó apoyo adicional al concepto de que la curcumina por sí sola no es suficiente para explicar el poder curativo de la cúrcuma como planta completa. El estudio encontró que un componente soluble en grasa poco conocido dentro de la cúrcuma, denominado ar-tumerona, puede ser “un candidato prometedor para apoyar la regeneración en enfermedades neurológicas”.
Con el título La ar-turmerona aromática induce a la proliferación de células madre neurales in vitro e in vivo, investigadores alemanes evaluaron los efectos de este compuesto derivado de la cúrcuma en las células madre neurales (NSC, por sus siglas en inglés), el subgrupo de células cerebrales capaces de la autorrenovación continua requerida para la reparación del cerebro.
El estudio encontró que cuando las células cerebrales se expusieron a la ar-tumerona, las células madre neurales aumentaron en número a través de una mayor proliferación. Además, estas células madre neurales recién formadas también aumentaron el número de células neuronales completamente diferenciadas, lo que indica que se estaba produciendo un efecto curativo.
Este efecto también se observó en un modelo animal vivo, lo que demuestra que las ratas inyectadas con ar-tumerona en el cerebro experimentaron aumentos en la proliferación de células madre neurales y la creación de células cerebrales sanas recién formadas.
Cómo aprovechar al máximo la cúrcuma
Una de las preguntas más frecuentes que respondemos es “¿cuál es el mejor tipo de cúrcuma o curcumina para usar?”. Obviamente, dada la investigación antes mencionada, toda la planta tendrá una gama más amplia de compuestos terapéuticos que la curcumina sola. Y, sin embargo, la mayoría ha sido fuertemente inculturada para enfocarse completamente en la pregunta “cuánto”, optando por identificar el peso molecular (es decir, cuántos miligramos en una porción) de un compuesto en particular como más importante que las dimensiones cualitativas (por ejemplo, ¿es orgánico? ¿se entrega dentro de su contexto natural como alimento o como una planta completa?) que reflejan el tipo de información nutrigenómica que contiene la sustancia y, por lo tanto, la “inteligencia” que encarna.
Y realmente, no hay una respuesta genérica a una pregunta genérica sobre la mejor manera de tomar cúrcuma/curcumina. La pregunta siempre proviene de un individuo con una necesidad particular, por lo que las recomendaciones deben ser bioindividualizadas.
Por ejemplo, si tiene inflamación del colon o pólipos, y está tratando de usar la cúrcuma para reducir la inflamación o hacer retroceder los crecimientos precancerosos, entonces es mejor usar la planta entera en lugar de una forma altamente biodisponible de curcumina en forma de cápsula (por ejemplo, Meriva), que probablemente será absorbido por el intestino delgado y en su mayoría pasará por el hígado, y nunca llegará en cantidades adecuadas al intestino grueso. Entonces, en el caso de esta persona, tomar una cucharadita de cúrcuma relativamente difícil de absorber puede resultar en pintar las superficies enfermas de la luz intestinal o colónica con exactamente la forma necesaria para revertir la enfermedad.
Pero, ¿qué sucede si tiene a alguien que quiere experimentar un efecto sistémico, por ejemplo, para la artritis o el cáncer cerebral? En estos casos, lo ideal sería obtener compuestos de cúrcuma como la curcumina a través de la barrera de glucuronidación en el hígado, con una combinación de fosfolípidos o pimienta negra (piperina). Sin duda, hay un lugar para el “modelo “nutracéutico” cuando se aplica correctamente, de modo especial cuando se proporciona como un adyuvante del modelo farmacéutico dentro de un entorno médico integrador.
En última instancia, el objetivo es no esperar a tener un problema de salud tan grave que tenga que obligarse a tomar una “dosis heroica” de cualquier extracto de hierba o alimento. Es mejor usar pequeñas cantidades en dosis culinarias en combinación con ingredientes que se sinergizan sobre una base fisicoquímica, informativa y sensual (produciendo la importantísima vitamina P [placer] también).
Esta es la razón por la que explorar el uso de la cúrcuma en el curry, o agregar una pizca en un batido, puede ser un enfoque ideal de suplementación diaria, en lugar de las cápsulas, cuyos excipientes cuestionablemente “naturales” pueden sumarse y causar algo de estrés en el hígado que usted está tratando de proteger con estas intervenciones naturales. ¡Solo recuerda que la calidad lo es todo y menos puede ser más!
Fuente: un artículo de Sayer Ji publicado en el portal www.theepochtimes.com
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