En Overboard, la clásica comedia romántica de los ochenta, el personaje mimado y egoísta de Goldie Hawn sufre una lesión cerebral durante un accidente en un yate. Además de causarle pérdida de memoria, el incidente transforma su personalidad de manera positiva: se vuelve cariñosa, considerada y menos materialista.
Que una lesión cerebral pueda conducir a este tipo de cambio de personalidad puede sonar exagerado, pero pensemos en la “paciente 3534”, una mujer de 70 años a la que le extirparon un tumor cerebral que le causó daños en la parte delantera de ambos lóbulos de su cerebro.
De acuerdo con su esposo, que la conocía desde hacía 58 años, antes de la cirugía tenía una personalidad “seria”, era muy irritable y gruñona. Después de la cirugía cerebral, él dijo que era “más feliz, más extrovertida y más comunicativa que nunca”.
La “paciente 3534” no es la única que ha experimentado un cambio así.
Ahora hay evidencia de que, al menos para una minoría de pacientes, los cambios beneficiosos de la personalidad son una realidad, un descubrimiento que seguramente ofrecerá una nueva perspectiva sobre el impacto que el daño cerebral tiene sobre la personalidad.
El caso Phineas Gage
Aunque se sabe desde hace mucho tiempo que las lesiones cerebrales pueden cambiar la personalidad, la literatura se ha centrado casi exclusivamente en el deterioro de la personalidad.
Tomemos el famoso caso de Phineas Gage, el trabajador ferroviario del siglo XIX del que sus amigos dijeron que “ya no es Gage” después de que una barra de hierro se estrellara contra su cabeza en un terrible accidente.
Se decía que el hombre, en otro tiempo astuto e inteligente, se había vuelto agresivo e impulsivo. Aunque, según las versiones modernas, luego superó estos problemas y comenzó una nueva vida como conductor de un carruaje de caballos.
De manera similar a la historia de Gage, también hay muchos informes publicados recientemente de pacientes con daños en la parte frontal de sus cerebros que posteriormente exhibieron un comportamiento desinhibido (socialmente inapropiado) o incluso un comportamiento que parece psicopático.
Pero esta imagen negativa “puede que solo capture parte de la historia”, según un estudio reciente en la revista Neuropsychologia.
Alteraciones positivas
Un equipo dirigido por la psicóloga Marcie King de la Universidad de Iowa descubrió que, de 97 pacientes previamente sanos que habían sufrido daños permanentes en un área específica de sus cerebros, 22 de ellos mostraron posteriormente cambios de personalidad positivos.
Del resto, 54 experimentaron alteraciones negativas y los demás no mostraron ningún cambio.
Estas observaciones se basaron en pedirle a un pariente o amigo cercano que calificara 26 aspectos de su personalidad antes y después de la lesión.
Investigaciones anteriores han sugerido formas en que lesiones en regiones cerebrales específicas a veces pueden tener efectos beneficiosos.
Por ejemplo, un estudio de 2007 con veteranos de la Guerra de Vietnam descubrió que aquellos que habían sufrido daños en las áreas que –se pensaba– desempeñaban un papel en el desarrollo del trastorno de estrés postraumático (regiones involucradas en la emoción y la toma de decisiones) tenían menos probabilidades de desarrollarlo.
Investigaciones similares encontraron que los pacientes con lesiones en un área importante para las emociones eran menos propensos a la depresión.
Sin embargo, el nuevo estudio es el primero en documentar alteraciones beneficiosas de la personalidad de mayor alcance en un grupo numeroso de pacientes.
Otro ejemplo es el del “Paciente 2410”, un hombre de 30 años que necesitó cirugía después de sufrir una hemorragia por un aneurisma cerebral. Tanto él como su cónyuge describieron cómo, antes de la lesión, tenía mal genio y era propenso a la ira, y en general era “depresivo”. Después del daño, por el contrario, se ríe y bromea y es “más pasivo y fácil de llevar”.
Entonces, ¿qué ha pasado? ¿Cómo puede el daño cerebral tener efectos tan inesperados?
La región más frontal
La probabilidad de que un paciente mostrara mejoras en la personalidad pareció no estar relacionada con el sexo, la edad, el nivel educativo o la inteligencia.
En cambio, lo que parecía relevante era un historial de personalidad difícil, como el mal genio y otros rasgos negativos, combinado con un patrón particular de daño cerebral.
Para comprender esto más a fondo, King y sus colegas escanearon los cerebros de todos los pacientes.
Descubrieron que aquellos que mostraban mejorías de la personalidad tenían más probabilidades que los otros de haber sufrido lesiones en la región más frontal del cerebro, la región polar frontal bilateral, la cual es importante para tener una perspectiva de otras personas y tomar decisiones.
Los métodos, sin embargo, son altamente exploratorios, por lo que los investigadores apelan a la cautela.
Su enfoque solo les permitió descubrir patrones amplios entre la lesión cerebral y la personalidad, y estudios futuros podrían ayudar a identificar con precisión qué áreas están asociadas con cambios específicos en la personalidad.
Además, si bien los cambios de personalidad de algunos pacientes se percibieron como positivos, esto no debería utilizarse para restar importancia a la gravedad del daño cerebral.
La recuperación completa de una lesión grave es extremadamente rara. E incluso cuando un paciente parece estar bien en la superficie, puede sufrir efectos ocultos y duraderos como la dificultad de retener nueva información.
Las lesiones cerebrales también pueden dejar a una persona más vulnerable a otras afecciones, como la demencia.
Si bien los cambios de personalidad de algunos pacientes se percibieron como positivos, esto no debería utilizarse para restar importancia a la gravedad de la lesión cerebral.
Por lo tanto, parece increíble que el daño pueda conducir a cambios de personalidad beneficiosos. Sin embargo, no resulta tan descabellado si tenemos en cuenta que la cirugía cerebral a veces se usa como tratamiento de último recurso para problemas psicológicos, como el trastorno obsesivo compulsivo.
Esto recuerda a la sombría historia de la “Psicocirugía“, como se la conoce, en gran parte debido al uso excesivamente entusiasta de la lobotomía frontal cruda por parte de cirujanos como Walter Freeman a mediados del siglo XX.
Nuevos caminos
Sin embargo, como señalan King y sus colegas, las técnicas modernas son más cuidadosas y refinadas.
Su objetivo es a menudo reducir la intensidad de los circuitos cerebrales que –se cree– son hiperactivos en determinados trastornos mentales (por ejemplo, hay evidencia de que la depresión está vinculada a una conectividad excesiva entre las regiones frontales del cerebro y otras redes neuronales involucradas en la cognición y las emociones).
Y que el cerebro pueda modificarse deliberadamente de esta manera da una pista sobre cómo el daño cerebral a veces puede conducir a cambios beneficiosos.
De hecho, algunos de los circuitos neuronales tratados por la psicocirugía moderna se encuentran en la misma parte del cerebro que sufrió daños en aquellos pacientes que mostraron mejoras en la personalidad en la nueva investigación de King.
Estos nuevos hallazgos también complementan la investigación sobre la base neurológica de la personalidad, incluyendo, por ejemplo, el descubrimiento de que las personas extrovertidas son menos sensibles a la estimulación neuronal, o que los individuos muy agradables muestran una mayor activación cerebral en las regiones involucradas en el control de las emociones negativas.
Es lógico que, al alterar este tipo de patrones neuronales, la lesión cerebral a veces pueda tener resultados paradójicamente beneficiosos.
Sin embargo, vale la pena repetir que los daños en cerebro (incluyendo la conmoción cerebral “leve”) siempre deben tratarse con extremada seriedad. Aun en los raros casos de algunos efectos secundarios aparentemente positivos, las dificultades casi siempre son parte del cuadro clínico.
Y si bien una alteración en la forma de ser puede ser bienvenida, cabe recordar que nuestra personalidad refleja la esencia de lo que somos. Por eso, es probable que tener que ajustarse a una transformación personal, aunque sea positiva, puede ser desconcertante para los pacientes, sus amigos y sus familias.
Dicho esto, que una alteración positiva de la personalidad sea posible muestra que la historia de lo que puede suceder después de una lesión cerebral es más compleja y sorprendente de lo que muchos creen.
Fuente: un artículo del Dr. Christian Jarrett, para BBC Future
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