Las personas que tienen baja densidad ósea pueden tener un mayor riesgo de desarrollar demencia en comparación con las personas que cuentan con una mayor densidad ósea, según un estudio publicado en marzo pasado, en la edición en línea de Neurology, la revista médica de la Academia Estadounidense de Neurología. El estudio no prueba que la baja densidad ósea provoque demencia. Solo muestra una asociación.
“La baja densidad ósea y la demencia son dos afecciones que comúnmente afectan a las personas mayores de manera simultánea, especialmente porque la pérdida ósea a menudo aumenta debido a la inactividad física y la mala nutrición durante la demencia”, comenta el autor del estudio, Mohammad Arfan Ikram, MD, PhD, miembro del Centro Médico de la Universidad Erasmus en Róterdam, Países Bajos. “Sin embargo, se sabe poco sobre la pérdida ósea que ocurre en el período previo a la demencia. Nuestro estudio encontró que la pérdida ósea ya ocurre antes de la demencia y, por lo tanto, está relacionada con un mayor riesgo de sufrir esta enfermedad”.
El estudio involucró a 3.651 personas en los Países Bajos con una edad promedio de 72 años, que no tenían demencia al comienzo del estudio.
Durante un promedio de 11 años, 688 personas o el 19% desarrollaron demencia.
Los investigadores observaron rayos X para identificar la densidad ósea. Los participantes fueron entrevistados cada cuatro o cinco años, y completaron pruebas físicas como gamagrafías óseas y pruebas de demencia.
De las 1.211 personas con la densidad ósea corporal total más baja, 90 desarrollaron demencia en 10 años, en comparación con 57 de las 1.211 personas con la densidad ósea más alta.
Después de ajustar factores como la edad, el sexo, la educación, otras enfermedades, el uso de medicamentos y antecedentes familiares de demencia, los investigadores descubrieron que, en 10 años, las personas con la densidad ósea total más baja tenían un 42% más de probabilidades de desarrollar demencia que las personas en el grupo más alto.
“Investigaciones anteriores han encontrado que factores como la dieta y el ejercicio pueden afectar los huesos de manera diferente, así como el riesgo de demencia“, agregó Ikram. “Nuestra investigación ha encontrado un vínculo entre la pérdida ósea y la demencia, pero se necesitan más estudios para comprender mejor esta conexión entre la densidad ósea y la pérdida de memoria. Es posible que la pérdida ósea ya ocurra en las primeras fases de la demencia, años antes de que se manifiesten los síntomas clínicos. Si ese fuera el caso, la pérdida ósea podría ser un indicador de riesgo de demencia y las personas con pérdida ósea podrían ser objeto de exámenes de detección y atención mejorada”.
Una limitación del estudio es que los participantes eran principalmente de origen europeo y tenían 70 años o más al comienzo del estudio, por lo que estos hallazgos pueden variar en diferentes razas, etnias y grupos de edad más jóvenes.
El estudio fue financiado por el Centro Médico Erasmus y la Universidad Erasmus de Róterdam, la Organización Holandesa para la Investigación Científica, la Organización Holandesa para la Investigación y el Desarrollo de la Salud, el Instituto de Investigación de Enfermedades de los Ancianos, la Iniciativa Genómica de los Países Bajos, el Ministerio de Educación, Cultura y Ciencia, el Ministerio de Salud, Bienestar y Deportes, la Comisión Europea y el Ayuntamiento de Rotterdam.
Apuntes finales y comentarios
Shaheen Lakhan, MD, neuróloga e investigadora en Boston, Massachusetts, al comentar los hallazgos del estudio, señaló que la salud ósea se está convirtiendo cada vez más en una prioridad en los adultos mayores.
El vínculo bien podría tratarse del poco conocido “eje cerebro-hueso”, según el cual nuestros huesos realmente regulan nuestro cerebro. Por ejemplo, la hormona osteocalcina generada por los huesos, cruza la barrera hematoencefálica y regula las funciones cerebrales como la memoria y la cognición. En varias investigaciones, los ratones que no expresan el gen de la osteocalcina o que son inyectados con anticuerpos que bloquean la osteocalcina en realidad tienen mala memoria y mucha ansiedad.
En cualquier caso, una buena salud ósea comienza con hábitos sólidos: una dieta con mucho calcio, vitamina D y proteínas; un régimen no solo de cardio, sino también de ejercicios con pesas; y en lo posible, mantenerse alejado de fumar y del consumo excesivo de alcohol, concluyó la investigadora.
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Fuente: un artículo publicado en el portal scienmag.com
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