Hoy se celebra el Día Mundial del Clima, fecha en la que se recuerda el peligro al que está expuesto el planeta por el cambio climático.
Sirve también para concientizar el impacto del clima en el cuerpo humano.
En el Día Mundial del Clima se pretende que las autoridades correspondientes tomen conciencia y pongan soluciones para un fenómeno cuyas consecuencias serían devastadoras, el cambio climático. Se trata de un problema global que requiere una solución a nivel mundial. Entre las medidas necesarias para paliar las graves consecuencias se encuentran:
El clima y la salud
Hipócrates definía el clima como el conjunto de circunstancias atmosféricas propias de una región capaz de influir sobre los seres vivos. Basada en estos principios, la climatología médica es la ciencia que estudia la influencia que el clima ejerce en los seres humanos, tanto por sus efectos terapéuticos como por sus posibles perjuicios para la salud.
La influencia que factores climatológicos variables como la altitud, latitud, lugar – sea continente o costa – tienen sobre la salud; al igual que los factores variables, como la presión atmosférica, la temperatura, la humedad, las precipitaciones o los vientos, que tanto repercuten en nuestro bienestar.
Un día de sol eleva el ánimo, y, por extensión, los países cálidos son más alegres que los fríos. ¿La razón? La radiación ultravioleta inhibe la producción natural de melatonina, una hormona producida que desencadena el sueño. Por eso, el sol actúa como un despertador natural. Además, sus rayos disparan los niveles de serotonina, una de las hormonas necesarias para el “bienestar”, y cuya carencia es capaz de desencadenar depresiones serias.
Cuando la presión barométrica disminuye y aumenta la humedad, los tejidos se hinchan, un fenómeno que pasa generalmente desapercibido… excepto para quienes sufren de artritis, ya que hasta la más mínima inflamación en las articulaciones les resulta muy dolorosa.
Un tiempo cambiante y fluctuante no sólo es incómodo a la hora de decidir sobre la necesidad de llevar paraguas. Para quienes sufran de migraña, puede resultar una auténtica pesadilla, ya que se calcula que hasta un 60% de las mismas pueden estar desencadenadas por los cambios de presión. El motivo es que el calor dilata venas y capilares, mientras que el frío las contrae, y esa alternancia puede desencadenar jaquecas en las personas propensas a ellas.
Una novedosa investigación demostró que los niveles de humedad altos y las grandes fluctuaciones de temperatura ambiente, producen un aumento en el número de hospitalizaciones de personas con infarto cerebral.
Cuando pasamos una ola de calor, se extiende el mal humor y los consiguientes conflictos. La razón es que el área de control de temperaturas del cerebro está muy cercana al de las emociones, y parece que un “recalentamiento” del primero tiene el mismo efecto sobre el segundo.
Recuerde tomar agua! Evite el recalentamiento cerebral.