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La dieta mediterránea evita que el cerebro se encoja con el envejecimiento

Entre otras consecuencias, el paso de los años hace que nuestras funciones cognitivas se vayan poco a poco deteriorando; tal envejecimiento se hace patente una vez que la persona alcanza una edad avanzada, en la cual el pensamiento, la orientación y la memoria no funcionan tan bien como cuando esta era joven. Y es que con el devenir de los años, nuestro cerebro se va ‘encogiendo’, por lo que sus capacidades se van mermando.

Pero, ¿no hay nada qué se pueda hacer para evitar esta pérdida de volumen cerebral? Pues sí. Hacer ejercicio, dado que como ya lo demostrara un estudio publicado hace año y medio, el sedentarismo acelera la pérdida de volumen cerebral a partir de los 50 años. Y junto con ello, seguir una dieta saludable.

Así lo muestra un estudio llevado a cabo por investigadores del Centro Médico de la Universidad Erasmus en Rotterdam (Países Bajos), según la cual las personas que siguen una dieta como la mediterránea, esto es, rica en verduras, frutas y pescado, tienen cerebros de mayor tamaño. O así sucede, cuando menos, en los mayores.

Como explica Meike W. Vernooij, directora de esta investigación publicada en la revista Neurology, «distintos estudios han demostrado que las personas con cerebros de mayor volumen tienen mejores capacidades cognitivas, por lo que las intervenciones para mejorar la calidad de la dieta podrían constituir una buena estrategia para mantener las capacidades de pensamiento en los adultos mayores».

 

El tamaño importa

En el estudio, los autores contaron con la participación de 4.213 mujeres y varones holandeses que, con un promedio de edad de 66 años y sin diagnóstico de demencia, respondieron a un cuestionario en el que se les preguntaba por su frecuencia de consumo de cerca de 400 alimentos y nutrientes –entre otros, verduras, frutas, cereales integrales, legumbres, lácteos, pescado, grasas saturadas e insaturadas, carnes rojas y procesadas, bebidas azucaradas, alcohol y sal– a lo largo del último mes. Y en función de las respuestas, los autores catalogaron la calidad de la dieta de cada uno de los participantes, y les otorgaron una puntuación de 0 a 14 puntos.

Lógicamente, la dieta más saludable –14 puntos– fue aquella basada en el consumo de verduras, frutas, nueces, cereales integrales, lácteos y pescado y en el que la ingesta de bebidas azucaradas era únicamente testimonial. Y, exactamente, ¿cómo de saludable era la dieta promedio de los participantes? O lo que es lo mismo, ¿cuál fue la puntuación media alcanzada? Pues ni ‘fu’ ni ‘fa’: 7 puntos.

Es más, los autores también sometieron a los participantes a pruebas de imagen por resonancia magnética para determinar el volumen de sus cerebros y detectar la presencia de lesiones en la materia blanca cerebral y de pequeñas hemorragias intracerebrales. Y asimismo, recopilaron información sobre otros factores que pueden afectar al volumen cerebral, caso de la actividad física, la hipertensión arterial y el hábito tabáquico.

Los resultados revelaron que el volumen cerebral promedio de los participantes se estableció en 932 mililitros. Y asimismo, que las personas que seguían una alimentación saludable tenían cerebros de mayor volumen que aquellas con dietas ‘más insalubres’.

Concretamente, y comparados frente a los participantes cuyas dietas obtuvieron pocos puntos, aquellos con una dieta de alta puntuación tuvieron, de media, un cerebro hasta dos milímetros más grande. Pero, esta diferencia de dos milímetros, ¿es realmente significativa? Pues sí. Tan solo hay que tener en cuenta que un volumen cerebral 3,6 milímetros menor equivale a un año de envejecimiento.

Como indica Meike Vernooij, «la asociación entre una mejor dieta y un mayor volumen cerebral no se observó en un único grupo de alimentos, sino en varios grupos. Hay muchas interacciones complejas que pueden ocurrir entre los diferentes nutrientes y alimentos, y según nuestros resultados, las personas que consumen una combinación de alimentos más saludables tienen cerebros de mayor volumen».

 

Hay que comer bien

Entonces, y con objeto de prevenir la pérdida de volumen cerebral, ¿debe recomendarse a las personas mayores que sigan una dieta saludable? Pues sí. Y no tanto por una mera cuestión de tamaño cerebral, sino porque la buena alimentación es, como han constatado infinidad de estudios, clave para una buena salud.

Como concluye Meike Vernooij, «nuestro trabajo ofrece solo una imagen en el tiempo y no prueba que una mejor dieta conlleve un cerebro de mayor volumen. Solo señala una asociación. Necesitamos más investigaciones para confirmar estos resultados y para analizar las vías por las que la dieta puede afectar al cerebro».

 

Fuente: un artículo de A. Otero para www.abc.es

 

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