Una nueva investigación dirigida por un equipo de científicos australianos ha encontrado que el dolor crónico está asociado con niveles más bajos de neurotransmisores clave en el cerebro. Los investigadores creen que esta alteración química juega un papel en las dificultades que tienen las personas con dolor crónico para regular las emociones negativas.

La ansiedad y la depresión se observan comúnmente en personas que padecen dolor crónico. No es de extrañar que aquellos que experimentan un dolor persistente y duradero se muestren ávidos de controlarlo. El dolor es agotador y el dolor crónico puede desgastar a una persona.

Esta nueva investigación indica que la desregulación emocional que a menudo va de la mano con el dolor crónico puede tener su origen en cambios neuroquímicos provocados por el dolor mismo.

“El dolor crónico es más que una sensación terrible”, explica Sylvia Gustin, autora principal del nuevo estudio. “Puede afectar nuestros sentimientos, creencias y nuestra forma de ser. Hemos descubierto, por primera vez, que el dolor continuo está asociado con una disminución de GABA, un neurotransmisor inhibidor en la corteza prefrontal medial. En otras palabras, se está produciendo un cambio patológico real”.

Los investigadores reclutaron a 24 sujetos con dolor crónico y 24 controles sanos emparejados sin antecedentes de dolor crónico. Se midieron los niveles de GABA en la corteza prefrontal medial y se encontró que los sujetos con dolor crónico tenían niveles significativamente más bajos del neurotransmisor vital en comparación con los controles. Curiosamente, los niveles de GABA fueron consistentemente bajos en toda la cohorte de dolor crónico independientemente del tipo de dolor crónico que padecían.

“Una disminución de GABA significa que las células cerebrales ya no pueden comunicarse entre sí correctamente“, dice Gustin. “Cuando hay una disminución de este neurotransmisor, nuestras acciones, emociones y pensamientos se amplifican”.

Un estudio anterior del mismo equipo de investigación encontró niveles bajos de otro neurotransmisor importante en la corteza prefrontal medial de quienes sufren de dolor crónico. Esa investigación relacionó directamente los niveles bajos de glutamato en esa región del cerebro con una mayor sensación de miedo y preocupación.

Los investigadores tienen claro que los hallazgos no ofrecen evidencia de un vínculo causal entre el dolor crónico y estos desequilibrios de neurotransmisores. Sin embargo, Gustin plantea la hipótesis de un mecanismo plausible por el cual el dolor podría causar estos cambios cerebrales.

“Todo comienza con el estrés”, dice Gustin. “Cuando alguien tiene dolor, aumenta las hormonas del estrés como el cortisol, que puede desencadenar aumentos masivos de glutamato. Esto sucede durante la etapa inicial y aguda del dolor”.

Es posible que las células inmunes en ciertas partes del cerebro intenten luego tratar de regular estas anomalías de los neurotransmisores. Pero al hacerlo, en el contexto del dolor crónico, esto conduce a una regulación negativa a largo plazo de los neurotransmisores clave necesarios para controlar los comportamientos emocionales.

“Como resultado de esta interrupción”, dice Gustin, “la capacidad de una persona para sentir emociones positivas, como la felicidad, la motivación y la confianza, puede desaparecer, y no se pueden restaurar fácilmente”.

Lo que todo esto significa es que podría haber un tratamiento en el futuro que pueda apuntar específicamente a los niveles de GABA y glutamato en la corteza prefrontal medial para ayudar a mejorar la salud mental en quienes sufren de dolor crónico. Si bien ya existen medicamentos diseñados para influir en los niveles de GABA y glutamato, solo funcionan en general en todo el sistema nervioso central.

Gustin dice que para que un medicamento sea eficaz para ayudar a quienes sufren de dolor crónico y causar pocos efectos secundarios, tendría que estar muy dirigido a la corteza prefrontal medial. Mientras tanto, los investigadores sugieren que los programas de terapia que ayudan a las personas que sufren de dolor crónico a aprender formas de regular mejor las emociones negativas pueden ser efectivos. Es posible que aún no podamos resolver farmacológicamente este problema, pero el cerebro es lo suficientemente plástico como para aprender técnicas novedosas que pueden ayudar a mitigar este desequilibrio químico.

“Es importante recordar que no eres tú; en realidad, algo le está sucediendo físicamente a tu cerebro”, concluye Gustin. “Aún no sabemos por qué sucede, pero estamos trabajando para encontrar soluciones sobre cómo cambiarlo”.

Fuente: el estudio original fue publicado en la revista European Journal of Pain y recogido luego en un artículo de Rich Haridy en el portal newatlas.com

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