Solo seis minutos de ejercicio aeróbico intenso al día podrían ser una de las formas más efectivas de mantener su cerebro saludable hasta la vejez. Una nueva investigación ha encontrado que breves ráfagas de ejercicio aumentan los niveles de una proteína cerebral conocida por optimizar la salud cognitiva.

Ciertamente no es noticia sugerir que el ejercicio es crucial para el envejecimiento cerebral saludable. Un desfile constante de estudios en los últimos años ha señalado asociaciones entre el ejercicio y la salud cognitiva, desde la actividad aeróbica que mejora de forma aguda las habilidades de resolución de problemas hasta los entrenamientos quincenales que reducen los efectos del deterioro cognitivo leve.

Pero exactamente cómo el ejercicio ayuda al cerebro ha sido menos claro. Esta nueva investigación se centró en una proteína específica denominada BDNF (factor neurotrófico derivado del cerebro), que es una molécula crucial involucrada en el crecimiento, la función y la supervivencia de las células cerebrales. También se ha encontrado que mejora la memoria y ralentiza la progresión de la enfermedad neurodegenerativa.

“BDNF se ha mostrado muy prometedor en modelos animales, pero hasta ahora las intervenciones farmacéuticas no han logrado aprovechar de manera segura el poder protector de BDNF en humanos”, dijo el autor principal de la nueva investigación, Travis Gibbons. “Vimos la necesidad de explorar enfoques no farmacológicos que preservan la capacidad del cerebro que los humanos usan para aumentar naturalmente el BDNF y que pueden ayudar con un envejecimiento saludable”.

El objetivo del estudio fue comprender cómo el ayuno y el ejercicio influyen en la producción de BDNF. Para hacer esto, los investigadores reclutaron a una docena de voluntarios sanos y probaron sus respuestas de BDNF a cuatro intervenciones diferentes: ayuno durante 20 horas, ciclismo de baja intensidad durante 90 minutos, ciclismo vigoroso de alta intensidad durante seis minutos o ayuno y ejercicio de baja intensidad combinados.

Los hallazgos revelaron que una breve ráfaga de ejercicio intenso aumentó drásticamente los niveles de BDNF circulante en comparación con todas las demás intervenciones probadas. Pero quizás lo más interesante es que una breve ráfaga de ejercicio de alta intensidad fue mucho más efectiva para aumentar los niveles de BDNF que una sesión más larga de baja intensidad.

“Seis minutos de intervalos de ciclismo de alta intensidad aumentaron cada métrica de BDNF circulante de cuatro a cinco veces más que el ciclismo prolongado de baja intensidad; el aumento en el BDNF derivado del plasma se correlacionó con un aumento de seis veces en el lactato circulante independientemente de la alimentación o ayuno”, informaron los investigadores en el estudio. “En comparación con un día de ayuno con o sin ejercicio ligero prolongado, el ejercicio de alta intensidad es un medio mucho más eficiente para aumentar la circulación de BDNF”.

Es importante tener en cuenta que el enfoque del estudio fue muy limitado. Los investigadores solo estaban observando cómo el ejercicio y/o el ayuno afectan los niveles plasmáticos de BDNF. Por lo tanto, cualquier interpretación posterior con respecto a la prevención de la demencia o el envejecimiento cerebral sigue siendo bastante especulativa.

Sin embargo, considerando el cuerpo de evidencia preexistente que muestra que el ejercicio mejora la cognición y que los niveles de BDNF están asociados con la salud del cerebro, estos hallazgos agregan nuevas piezas al rompecabezas de cómo mantener mejor el cerebro que envejece. Y según Gibbons, ya se están realizando más investigaciones para ver más formas en que el ejercicio influye en el BDNF.

“Ahora estamos estudiando cómo el ayuno durante más tiempo, por ejemplo, hasta tres días, influye en el BDNF”, dijo Gibbons. “Tenemos curiosidad por saber si hacer ejercicio duro al comienzo de un ayuno acelera los efectos beneficiosos del ayuno”. El ayuno y el ejercicio rara vez se estudian juntos. Creemos que el ayuno y el ejercicio pueden usarse en conjunto para optimizar la producción de BDNF en el cerebro humano”. El estudio fue publicado en el Journal of Physiology.

Fuente: un artículo de Rico Haridy publicado en el portal newatlas.com

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