Desde que tuve cáncer, veo la palabra “duelo” de una manera diferente. Por lo general, alguien siente dolor cuando ha perdido a un ser querido o a un amigo. Pero ¿alguna vez has pensado en experimentar sentimientos de desesperación debido a un diagnóstico de cáncer? ¡El duelo no siempre tiene que ver con la muerte!
No pensaba así hasta que mi médico entró en la sala de recuperación del hospital hace 17 años, y me dijo que tenía un cáncer poco común (mesotelioma peritoneal) con un pronóstico máximo de supervivencia de 18 meses. En ese momento entré de lleno en un estado de duelo y no me di cuenta. Me lamentaba ante la idea de que mi salud estaba siendo atacada por el cáncer y mi futuro estaba en riesgo debido al horrible pronóstico y a los planes que ni siquiera había trazado todavía.
Cuando te han dicho que tienes cáncer y te encuentras haciendo solo lo indispensable, la montaña rusa emocional y física del duelo por algo que podría haber sido, puede parecer fuera de lugar para quienes lo contemplan desde afuera. A decir verdad, tenía miedo de decir algo delante de mis familiares que pudiera caerles como si estuviera lamentándome por cosas que no podía tener o hacer, porque hubiese pasado ante ellos como una desagradecida.
Recuerdo que durante una visita de seguimiento después de haberme operado, tenía miedo incluso de consultarle a mi médico si podría tener más hijos. Cuando llegó mi turno de hacer preguntas, hice una pausa, miré a mi abuela, que me miraba de reojo, respiré profundamente y pregunté de todos modos. Solo para que él me dijera que estuviera agradecida por el único hijo que tenía; un rotundo no fue su respuesta. Cabe agregar que, aun así, ¡tuve tres hijos más!
Cada quien sufre a su manera
El duelo es diferente para cada persona, al igual que cada individuo con el mismo diagnóstico de cáncer tiene su propia experiencia y recorrido. Cuando me diagnosticaron cáncer por primera vez, sentí que mi cuerpo automáticamente entraba en estado de shock. La conmoción inicial se transformó en incredulidad, que evolucionó a una mezcla de profunda tristeza y rabia latente. Me tomó un tiempo darme cuenta de que estaba inmersa en un estado de duelo, procesando la noticia a mi manera.
Una década después de mi diagnóstico, a mi marido le diagnosticaron cáncer. Pensé que él lo afrontaría de la misma manera que yo, pero no fue así y lo respeté.
Aprendí que nadie puede decirte cómo llorar, cuándo y durante cuánto tiempo. Uno de los efectos secundarios más comunes de la quimioterapia es la caída del cabello. Para algunas personas, el cabello y la autoestima son esenciales, por lo que perderlo puede causarles dolor. En este caso y circunstancia concreta, muchas personas pueden retraerse, aislarse de los demás y sentirse ansiosas o cohibidas. ¿Adivina qué? ¡Eso está bien!
Me he dado cuenta de que existen algunos síntomas físicos del duelo, como tener dificultad para dormir, llorar, comer menos o más, presentar problemas para concentrarse; y con ello, sentirse cansado, débil o ansioso.
Ante esta marea de malestares, sentimientos y reacciones fui encontrando poco a poco varias maneras para afrontar el duelo relacionado con el cáncer. Por ello:
Tenga muy en cuenta que, si usted está lidiando con el duelo relacionado con el cáncer, el proceso puede ser una experiencia desafiante y personal. Es importante saber que no existe una forma correcta o incorrecta de afrontar el duelo, y que cada persona atraviesa un camino diferente. Al reconocer nuestros sentimientos, buscar el apoyo de nuestros seres queridos y cuidar de nosotros mismos, podremos afrontar los momentos difíciles con fortaleza y resiliencia. Recuerde: está bien tomarse el tiempo que necesite para sanar. ¡Ánimo! En esta lucha siempre debe prevalecer la esperanza.
Fuente: un testimonio de Tamron Little publicado en el portal www.curetoday.com
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