El estrés excesivo durante la adolescencia puede provocar alteraciones en el perfil de los genes expresados en el cerebro, especialmente los asociados a funciones bioenergéticas.
Esas alteraciones pueden afectar la respiración celular, resultando en problemas de conducta y trastornos psiquiátricos en la edad adulta, según un estudio realizado en ratas por investigadores de la Facultad de Medicina de Ribeirão Preto de la Universidad de São Paulo (FMRP-USP), en Brasil.
Los resultados se presentaron en un artículo publicado en la revista Translational Psychiatry.
No es ningún secreto que muchos cambios ocurren en nuestro cuerpo y comportamiento durante la adolescencia cuando el cerebro sufre alteraciones estructurales y funcionales moldeadas tanto por factores neurobiológicos como sociales.
“Al igual que el cerebro humano, el cerebro de una rata adolescente es muy plástico. Esta plasticidad se ve a nivel molecular y en términos de comportamiento. Los cambios en los perfiles de expresión de genes específicos en diferentes regiones del cerebro conducen a alteraciones en la conectividad de las células cerebrales, que se propagan sistémicamente y pueden producir alteraciones persistentes en la edad adulta que se correlacionan con trastornos psiquiátricos”, dijo Thamyris Santos-Silva, primera autora del artículo. En el momento del estudio, ella era candidata a doctorado en farmacología en la FMRP-USP.
“La adolescencia es un período crítico para la plasticidad cerebral, que está significativamente influenciada por la experiencia social”, agrega Felipe Villela Gomes, último autor del artículo y docente del Departamento de Farmacología de la FMRP-USP.
“La susceptibilidad a factores sociales y ambientales adversos, como traumas, insultos y abusos, aumenta durante este período, y la experiencia social puede influir en la vulnerabilidad y la resiliencia al estrés”.
La corteza prefrontal es una región del cerebro extremadamente susceptible al estrés durante la adolescencia. Cuando madura, es crucial mejorar el control cognitivo de las emociones que normalmente se observan en la edad adulta. En ratas sometidas a estrés durante la adolescencia, esta región mostró niveles más bajos de expresión de genes que desempeñan un papel clave en la respiración mitocondrial.
Las mitocondrias son orgánulos que se encuentran en la mayoría de las células de humanos y ratas, así como en muchos otros organismos vivos. A través de la respiración celular, son la principal fuente de energía química para el funcionamiento de las neuronas, uno de los principales tipos de células cerebrales. Por tanto, ayudan a regular el comportamiento social, incluida la respuesta al estrés.
El estudio, que contó con el apoyo de la Fundación de Apoyo a la Investigación del Estado de São Paulo (FAPESP), comenzó analizando respuestas conductuales al estrés, como ansiedad, interacción social y cognición, en ratas adolescentes tardías. Los animales fueron expuestos a un protocolo de estrés durante diez días consecutivos que coincidieron con un intenso período de plasticidad cerebral. Luego fueron sometidos a pruebas específicas para evaluar su comportamiento y los resultados mostraron un deterioro distinto en cada caso.
“Encontramos que los animales estresados en esta etapa de la vida mostraban un perfil de comportamiento marcadamente pobre, con ansiedad, sociabilidad reducida y función cognitiva deteriorada”, dijo Gomes.
Para descubrir si estas variaciones se reflejaban en la expresión genética, los investigadores enviaron muestras de ARN al Laboratorio de Genética del Comportamiento del Brain Mind Institute (BMI) del Instituto Federal Suizo de Tecnología en Lausana (EPFL). El laboratorio está dirigido por Carmen Sandi, profesora de neurociencia.
Para investigar la expresión genética en el cerebro de las ratas, el laboratorio secuenció el ARN mensajero y analizó los resultados utilizando herramientas bioinformáticas. Esta parte del estudio fue financiada por un programa conjunto de internacionalización institucional ejecutado por la USP y la CAPES, la Coordinación para el Perfeccionamiento del Personal de la Educación Superior del Ministerio de Educación (PrInt USP/CAPES).
“El análisis mostró alteraciones en los genes de la corteza prefrontal en los animales estresados. Entre los diez genes más afectados, varios estaban asociados con vías relacionadas con el estrés oxidativo y la función mitocondrial, un componente celular clave en la producción de energía para el cerebro”, dijo Gomes.
También se descubrió que el consumo de oxígeno por parte de las mitocondrias en el cerebro de estos animales se ve afectado por el estrés.
“Ahora tenemos evidencia de varios tipos que apuntan a la importancia de la función mitocondrial en este perfil de comportamiento”, comentó Gomes.
Próximos pasos
Los próximos pasos de los investigadores incluirán investigar si este perfil de comportamiento puede servir como base para predecir la respuesta de un individuo al estrés y en qué medida esto conduce realmente al desarrollo de trastornos psiquiátricos.
“Otra vía para avanzar en el estudio sería centrarse en las alteraciones genéticas, realizando pruebas para saber qué sucede cuando la expresión génica disminuye o mejora. Esto podría proporcionar más evidencia sobre los vínculos entre el estrés y las alteraciones en cuestión, e incluso señalar formas de combatirlas”, afirmó Gomes.
Fuente: un artículo de Heloisa Reinert publicado en el portal neurosciencenews.com
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