El cerebro necesita recibir un flujo constante de sangre para funcionar correctamente, la sangre suministra al cerebro el oxígeno y los nutrientes que necesita para mantener su actividad y desempeñar funciones cruciales como el control de nuestros movimientos, pensamientos, emociones y órganos vitales; además, la sangre ayuda a eliminar los productos de desecho que se generan en el cerebro durante el metabolismo celular.
El mayor consumidor de oxígeno de nuestro cuerpo
El cerebro es un órgano extremadamente sensible y metabólicamente activo, y a pesar de representar solo alrededor del 2% del peso corporal, consume aproximadamente el 20% del oxígeno y la glucosa que circula por la sangre, lo que resulta indicativo de lo crítica que resulta la circulación sanguínea para la función cerebral.
Cuando el suministro de sangre al cerebro se interrumpe o disminuye por cualquier motivo, incluso por un corto período de tiempo, las consecuencias pueden ser graves, las células cerebrales son altamente sensibles a la falta de oxígeno y glucosa, y sin estos elementos vitales, las neuronas cerebrales comienzan a morir en cuestión de minutos.
Existen varios eventos y condiciones que pueden afectar el flujo de sangre que recibe el cerebro, como por ejemplo un accidente cerebrovascular, que se produce cuando un vaso sanguíneo en el cerebro se bloquea o se rompe. En ambos casos se reduce o se interrumpe el flujo sanguíneo hacia el área afectada, lo que a su vez puede llevar a la muerte de las células cerebrales si no se restaura el riego.
La hipotensión, que es una condición en la cual la presión arterial es anormalmente baja, también puede afectar el flujo de sangre al cerebro; si la presión arterial es demasiado baja, la sangre no llega en cantidad suficiente al cerebro, lo que puede causar síntomas como mareos o desmayos y, en los casos más graves, puede provocar daño cerebral irreversible si el flujo sanguíneo es insuficiente durante un período prolongado.
Las enfermedades cardíacas constituyen otro problema que puede afectar el flujo de sangre al cerebro; el corazón es el órgano responsable de bombear la sangre a través del cuerpo, y si por algún motivo no puede hacerlo eficazmente debido a una insuficiencia cardíaca, enfermedad de las arterias coronarias o arritmias, el flujo de sangre al cerebro puede verse comprometido, lo que reduce el suministro de oxígeno y nutrientes y afecta la función cerebral.
La hipoxia o anoxia, puede afectar de manera significativa la función cerebral ya que se trata de una dolencia que reduce la cantidad de oxígeno en sangre; este problema puede ser causado a su vez por problemas respiratorios, como el ahogamiento o la obstrucción de las vías respiratorias.
Además, una falta temporal de riego sanguíneo en el cerebro puede provocar un evento conocido como accidente isquémico transitorio (AIT) o «mini-accidente cerebrovascular», que puede ser un precursor de un accidente cerebrovascular completo.
Cuáles son las primeras facultades mentales afectadas
En general, diferentes partes del cerebro tienen diferentes niveles de tolerancia a la falta de oxígeno y glucosa que se produce cuando el flujo sanguíneo se interrumpe.
Las áreas del cerebro que son particularmente sensibles a la falta de oxígeno incluyen el hipocampo, que es un área muy importante para la memoria; la corteza cerebral, que está implicado en la mayoría de funciones cognitivos; el tálamo, relacionado con la conciencia y el sueño, y el cerebelo, que está involucrado en la coordinación y el equilibrio. Todas estas regiones del cerebro tienen una alta demanda metabólica y pueden comenzar a sufrir daño por falta de oxígeno en tan solo unos pocos minutos.
Otras partes del cerebro, como el tronco cerebral, que controla las funciones básicas de la vida como la respiración y la frecuencia cardíaca, son un poco más resistentes a la falta de oxígeno, pero incluso estas regiones no pueden sobrevivir indefinidamente sin un suministro de sangre adecuado.
Según la zona del cerebro que experimenta la disminución del flujo sanguíneo se verán afectadas diferentes funciones cognitivas y físicas, por lo que los síntomas pueden variar.
El lóbulo frontal, es el área del cerebro responsable del razonamiento, la planificación, las partes del habla, el movimiento, las emociones y la resolución de problemas, por lo que una disminución en el suministro de sangre aquí puede provocar cambios en la personalidad, debilidad en las extremidades, dificultades con el habla y la coordinación.
En el caso de afectar a lóbulo parietal, que se encarga de la percepción espacial, el reconocimiento, la orientación y el movimiento, un fallo en el riego sanguíneo provocará dificultades con la escritura, la lectura, la percepción del entorno y problemas para realizar movimientos específicos.
Si la disminución del flujo sanguíneo afecta al lóbulo temporal, encargado de procesar la audición y la formación de la memoria, se producirá un mal funcionamiento de estas dos áreas.
En el caso de lóbulo occipital, responsable de la visión, la falta de oxígeno provocará problemas de visión borrosa u otros.
El tronco encefálico y el cerebelo son los encargados de funciones vitales como la respiración, el latido del corazón y el equilibrio, por lo que un flujo sanguíneo deficiente aquí puede resultar en dificultades para tragar, hablar y coordinar movimientos.
Si el problema de riego afecta a la circulación posterior del cerebro, los síntomas pueden incluir mareos, problemas de equilibrio, visión doble o borrosa, náuseas y vómitos.
No todos los individuos experimentarán los mismos síntomas, algunos pueden presentar síntomas leves y temporales, mientras que otros pueden tener dificultades más significativas.
Cuánto tarda el cerebro en morir irremediablemente
Cuando el flujo de sangre al cerebro se detiene, las células cerebrales comienzan a morir debido a la falta de oxígeno y glucosa, que son necesarios para la función celular, lo que provoca un daño cerebral irreversible.
Las células del cerebro comienzan a morir dentro de los 4 a 5 minutos luego de que se detiene el suministro de sangre. Después de aproximadamente 10 minutos de falta de oxígeno, la mayoría de las células cerebrales habrán muerto, lo que lleva a un daño cerebral irreversible.
Este marco de tiempo puede variar ligeramente dependiendo de factores como la temperatura corporal y la salud general del individuo, por ejemplo, en algunos casos de hipotermia severa, el cerebro puede resistir un poco más de tiempo sin oxígeno porque el metabolismo del cuerpo se ralentiza con el frio.
El peligroso juego de la muerte
Recientemente se conoció el caso de una menor de 12 años que ingresó en el hospital por practicar el llamado «juego de la muerte». Este peligroso «juego», a veces conocido como «juego de la asfixia» o «juego de desmayo», se practica interrumpiendo intencionalmente el flujo sanguíneo al cerebro presionando las arterias carótidas en el cuello, lo que bien sabemos puede tener consecuencias graves.
No se trata de algo nuevo, recuerdo haber presenciado este mismo «juego» durante mi infancia, hace más de 40 años; en aquella ocasión, un compañero hizo una demostración frente a toda la clase presionando el cuello de un chico hasta que cayó desmayado. Una vez en el suelo y tras dejar de presionar las arterias carótidas, el chico despertó, aparentemente, con normalidad.
Como hemos visto, al restringir el flujo sanguíneo al cerebro, las células cerebrales pueden comenzar a morir por falta de oxígeno, lo que puede provocar daño cerebral, afectando a la memoria, el aprendizaje y otras funciones cognitivas.
Además, cuando una persona se desmaya como resultado de esta práctica, pierde el control de su cuerpo, lo que puede hacer que caiga de manera incontrolada, y provocarle lesiones físicas, como fracturas, contusiones o conmociones cerebrales. La falta de oxígeno en el cerebro también puede desencadenar convulsiones, que son contracciones musculares involuntarias y a menudo violentas.
En casos extremos, la interrupción del flujo sanguíneo al cerebro puede ser lo suficientemente severa como para causar la muerte, ya sea por un paro cardíaco o por un daño cerebral irreversible y, además, el acto de comprimir las arterias carótidas puede dañar estos vasos sanguíneos, lo que a su vez puede aumentar el riesgo de coágulos sanguíneos y accidentes cerebrovasculares en el futuro.
También hay que considerar las implicaciones psicológicas y conductuales de participar en este tipo de comportamientos, ya que un joven que está dispuesto a participar en este tipo de actividades de alto riesgo por emociones intensas, podría ser un indicador de problemas emocionales o psicológicos subyacentes.
Cómo se recupera el cerebro tras un episodio de falta de riego
Cuando la presión en las arterias carótidas se alivia y el flujo de sangre se restablece, el cerebro comienza a recibir oxígeno y nutrientes nuevamente, la sangre comienza a fluir de nuevo hacia el cerebro en una fase conocida como reperfusión, y durante esta fase, el oxígeno y los nutrientes comienzan a ser suministrados a las células cerebrales que han sido privadas.
A medida que el cerebro empieza a recibir oxígeno de nuevo, la persona vuelve a recuperar la conciencia, aunque es habitual que exista una sensación de desorientación, confusión o aturdimiento, ya que el cerebro aún está tratando de recuperarse de la falta de oxígeno.
Con el paso del tiempo, si no ha habido un daño significativo, el cerebro puede empezar a normalizar sus funciones, esto incluye la recuperación de la memoria, la concentración y otras funciones cognitivas que podrían haber sido afectadas.
Además de la normalización de las funciones cerebrales, es posible que la persona experimente síntomas residuales como dolor de cabeza, fatiga y náuseas, y también puede tener dificultades con la memoria y la concentración debido a la interrupción del flujo sanguíneo y la falta de oxígeno consiguiente.
Es importante ser consciente que incluso una breve interrupción del flujo sanguíneo al cerebro tiene el potencial de causar daño a las células cerebrales, y en casos extremos, como ya se mencionó antes, esto puede llevar a un daño cerebral permanente o incluso a la muerte.
Dado lo peligroso que es este tipo de prácticas, es fundamental educar a los jóvenes y a la comunidad en general sobre los riesgos asociados con estas actividades, promover la toma de decisiones seguras y responsables, y concienciar sobre el hecho de que lo que puede parecer un «juego» o una búsqueda de emociones, puede tener consecuencias devastadoras y duraderas.
Y si alguien ha experimentado un desmayo participando en este tipo de actividades, debe buscar atención médica de inmediato, ya que es fundamental asegurarse de que no haya ocurrido daño cerebral y evaluar las posibles secuelas de este suceso.
Fuente: un artículo de Marta Guerri publicado en el portal www.psicoactiva.com
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