Guayaquil festeja hoy su augusto bicentenario de independencia. La luz del pasado nos resulta el faro luminoso para explicar el rostro invencible que configura nuestra identidad; que renace y se reinventa sobre toda vicisitud para resurgir siempre más fuerte, más noble, más digna.

Octubre nos invita a ser protagonistas de su bienestar y progreso, exaltando el natural sentimiento de celebrar juntos la gloriosa vida de nuestra ciudad; y de edificar por ella con vigorosa voluntad nuevos sueños, repensando los retos de los tiempos modernos.

Guayaquil no se recrea en la tragedia, sino que capitaliza oportunidades para tejer su futuro, porque siempre prefiere construir puentes allí donde el pesimismo suele vaticinar imposibles.

Este es el momento feliz de multiplicar los esfuerzos, de levantarnos como dueños del valor y la esperanza en nosotros mismos; de apostar por ilusiones posibles, como las que nos legaron los próceres de Octubre.

Santiago de la Culata, Santiago de Nueva Castilla, Santiago de Guayaquil: eres el puerto generoso del río grande, la urbe hospitalaria y solidaria, la perla cosmopolita que habita en el corazón de los suyos, como pueblo agradecido a tan brillante aurora.

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