Los estudios nos dicen que el sentido del humor se relaciona con la inteligencia. No obstante, no todos son igual de saludables: quien usa el humor para dañar o ridiculizar hace uso de otras estructuras neuronales más oscuras.
De hecho, el sentido del humor modifica el cerebro. Algo tan simple como disfrutar de esos instantes de risas compartidas y de divertido ingenio en el que estallan las carcajadas más sanas y sonoras revierte de manera directa en la salud y el bienestar. Esto es algo de lo que no siempre somos conscientes, un detalle que deberíamos atender como quien sale a hacer deporte o se esfuerza por cuidar su alimentación.
Decimos esto por un curioso matiz. Si preguntáramos ahora mismo a cualquier persona si tiene sentido del humor, la respuesta sería más que evidente «¡por supuesto!», «¿cómo no voy a tener sentido del humor?». Por llamativo que nos parezca esto no siempre es así, no todo el mundo dispone de esa competencia para hacer reír y reírse de las cosas de manera positiva y enriquecedora.
Hay diversos tipos de sentido del humor y no todos impactan de igual manera a nivel neurológico e incluso social. Hay estudios que nos hablan de «la risa feliz» y del «humor malévolo». Lo analizamos seguidamente.
El sentido del humor modifica el cerebro: sí a las carcajadas y al humor saludable
Natalia López, catedrática emérita de la Universidad de Navarra, explicó en una conferencia sobre el cerebro y la felicidad, cómo el sentido del humor revierte en nuestra salud neurológica. Y no solo eso. Además, lo modifica. Escuchar o idear un comentario divertido, ingenioso y original pone en marcha una serie de sofisticados procesos en los que participan múltiples regiones cerebrales.
Por otro lado, algo interesante que reveló la investigadora de biología molecular es que aunque este sentido sea uno de los mecanismos más complejos en el ser humano, es algo innato. La risa tiene una finalidad en nuestra especie: contribuye a consolidar lazos sociales, disminuye el estrés, libera endorfinas y nos permite, incluso, procesar mucho mejor las emociones.
No obstante, eso sí, aunque sea un proceso que está presente en cualquier persona, no todos lo activan o hacen uso de él de igual manera. Tal y como hemos señalado al inicio, hay humores que sanan y hay humores que dañan.
La risa y el humor en el cerebro parten de dos vías neuronales independientes
El sentido del humor modifica el cerebro y lo hace desde de dos vías muy concretas. En un estudio realizado en la Universidad de Tübingen (Alemania) nos señala que, aunque aún debe profundizarse un poco más en este tema, cada vez se comprende mejor la mecánica de la risa y el sentido del humor.
El sentido del humor modifica el cerebro (pero no todos los tipos de humor son igual de positivos)
«¿Por qué se detiene un elefante sobre un malvavisco? Para no caer sobre el chocolate caliente…». Los científicos nos señalan que uno de los tipos de sentido del humor más beneficiosos es aquel que hace uso de lo absurdo. En él se conjuga esa originalidad inocente que puede despertar o no la carcajada, pero lo que no hace es ofender o derivar en la malicia o la crítica personal.
Así, en un estudio de la Universidad de Zurich (Suiza) destacan los beneficios de esa risa inteligente y original que conecta socialmente con otras personas. Es «reír con» y no «reír de». Este mecanismo revierte de manera positiva, ya que mejora el bienestar y ofrece mayores recursos de afrontamiento para el estrés y la ansiedad.
Por el contrario, lo que se conoce como humor negro y, en esencia, esos chistes o comentarios que hacen uso del desprecio o la crítica mordaz se correlacionan con una competencia social y emocional baja.
Humor e inteligencia
A menudo, suele decirse que la persona sin sentido del humor es como un vagón sin resortes, con todo tropieza y todo son golpes. En cambio, la capacidad de reírnos de nosotros mismos, de encender ese ingenio que relativiza las dificultades y es capaz de romper la tensión de un problema con una carcajada revierte de manera poderosa en el bienestar.
Es más, sabemos que el sentido del humor modifica el cerebro, pero hay otro aspecto igual de interesante que vale la pena destacar. En un trabajo de investigación que se llevó a cabo en la Universidad de Wien (Austria) se demostró que las personas con un gran sentido del humor obtenían puntuaciones muy elevadas en inteligencia verbal y en inteligencia emocional.
Saber reír es saber vivir. Pocas cosas nos ofrecen mayor flexibilidad mental que poner algo de ironía a la realidad, que hacer uso de esa visión absurda que sazona de imaginación al día a día y lo tiñe de risas e instantes distendidos. Hagamos uso por tanto de este don que nos es innato, pero eso sí usémoslo bien, sin atacar, sin ridiculizar, creando espacios para la conexión social donde el bienestar nos nutra a todos por igual.
Fuente: un artículo de Valeria Sabater publicado en el portal lamenteesmaravillosa.com
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