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¿Influye el ambiente en el cerebro humano?

El sistema nervioso y neurológico comienza su formación desde la mitad del primer trimestre de gestación hasta los primeros cinco años de vida; sin embargo, una etapa crítica se presenta a los tres años, porque es entonces cuando se producen la mayor cantidad de neuronas.

Al nacer las funciones están programadas genéticamente y el sistema nervioso funciona como una estructura predominantemente refleja, por lo que se define como inmadura.

Debido a que el cerebro durante los primeros años es inmaduro, el mayor impacto se obtiene a través de estimulación y no de un fármaco.

Cualquier agente que pueda causar una agresión al organismo puede  lesionar o impedir una adecuada comunicación neuronal. La interconexión neuronal adecuada es la base para la adquisición de las habilidades  motoras, sensitivas, de lenguaje, cognitivas, entre otras.

Gracias a los avances de la ciencia sabemos que el desarrollo cerebral, incluso antes de nacer, está influenciado por factores ambientales tales como la nutrición, el afecto y la estimulación. Se sabe también que el cerebro trae una estructura determinada por la genética del 60%, y que en un 40% depende de la influencia ambiental.

Nuevas observaciones a la arquitectura cerebral

Una investigación sobre el cerebro realizada en 2011, confirmó que la adversidad temprana en la vida de un niño produce cambios fisiológicos que son detectables décadas más tarde.

Este conocimiento requiere del desarrollo de habilidades que participan en la crianza de los niños, y es el pediatra el más llamado a ser líder en ese cambio, afirma el Dr. Jack P. Shonkoff, profesor de salud y desarrollo infantil y director del centro de desarrollo del niño en la universidad de Harvard, Boston. Este investigador se basa para sus afirmaciones, en un estudio de cohorte longitudinal realizado en Nueva Zelandia a más de 100.000 personas en 32 años.

Dicha investigación demuestra que la activación prolongada del sistema de respuesta al estrés, conduce a una elevación de la frecuencia cardiaca, de la presión arterial, de las citoquinas, de niveles altos de azúcar en sangre con alteración de la resistencia a la insulina y hasta a una activación del sistema inflamatorio.

Según Shonkoff, la arquitectura del cerebro se puede debilitar, traduciéndose en la destrucción de los circuitos neuronales en áreas que afectan el aprendizaje, la memoria, las funciones ejecutivas y el desarrollo de otros sistemas orgánicos. La conclusión es que la adversidad temprana se puede traducir en disfunción del desarrollo, lo cual conduce más temprano que tarde a enfermedades crónicas, mal desempeño escolar y una esperanza de vida más corta.

“Estamos empezando a comprender la fisiopatología y la biología de la adversidad, y esto, se convierte en un reto para los padres y para el pediatra, cuya acción médica no puede limitarse a exámenes y recetas, sino que debe ir más lejos. Debemos enfocarnos en las funciones ejecutivas del cerebro del niño, un área fundamental en lo que es el pensamiento fresco. Nadie hasta ahora, ha trabajado en la construcción de las habilidades ejecutivas en áreas de educación limitada”, afirma el investigador.

“Los nuevos conocimientos nos sitúan en un escenario en el que debemos reconocer, que la expresión genética está influenciada por el medio ambiente. Tenemos por delante una excitante neurociencia que nos enseña cómo diferentes experiencias pueden cambiar la expresión genética en un cerebro que se está desarrollando”, expresa Shonkoff.

Avalando lo antes dicho, investigadores en el área pediátrica del Instituto Karolinska de Estocolmo afirmaban hace algunos años, que la cesárea programada puede producir alteración de los genes en el feto al momento del nacimiento, que pueden predisponer años después a alergias, asma, diabetes y leucemias, situación diferente a los niños que nacen bajo el estrés del parto natural. Esto, viene a confirmar, que nuestras acciones, están en capacidad de interferir en el genoma humano.

Si observamos que el niño presenta un bajo desarrollo será necesario realizar una evaluación neurológica, psicológica, psicopedagógica, según sea el caso. Esta permitirá evaluar el nivel de deficiencias del sistema nervioso tomando en cuenta su edad.

Por ello, entre más temprano se diagnostique un problema, mejor será el pronóstico. Recordemos que una intervención adecuada y a tiempo permitirá un desarrollo adecuado y exitoso en todas las áreas.

 

Fuente: Diario Libre; Salud 180

 

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