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El mal funcionamiento del sistema digestivo puede ocasionar ansiedad, angustia o depresión, ha señalado el especialista en aparto digestivo y miembro de la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD), Juan Ramón Malagelada.
La conexión entre cerebro y sistema digestivo es más estrecha de lo que parece y actúa en ambas direcciones. “El cerebro registra señales de mal funcionamiento del sistema digestivo y las modifica bajo el influjo de algunas emociones como la ansiedad, la angustia o la depresión”, ha explicado el especialista.
Los expertos de la SEPD recomiendan cuidar lo que comemos y como lo comemos. También exhortan a entender lo que nos sienta bien y mal para adaptar la dieta al bienestar de cada persona ya que “un correcto funcionamiento del aparato digestivo y un cuidado adecuado del mismo son básicos para el bienestar emocional”, ha agregado Malagelada.
El especialista ha explicado que una red de neuronas y todo tipo de neurotransmisores conectan las paredes del estómago y el intestino con el córtex cerebral enviando información de lo que pasa en el aparato digestivo y cómo se desarrolla la digestión.
Ha recordado Malagenlada que el 95 por ciento de la serotonina, unos de los neurotransmisores más importantes del cuerpo, se encuentra en el intestino.
Por esta razón, cuando algo no funciona bien, los nervios sensitivos localizados en las paredes inflamadas del tubo digestivo se hipersensibilizan amplificando los estímulos locales que originan el malestar, la náusea y el dolor. Estos síntomas son señales de alarma de que algo no está funcionando bien durante la digestión.
Por ello algunas enfermedades del sistema digestivo que cursan con inflamación e irritación como la colitis o la gastritis, se agravan cuando aumenta el estrés o la ansiedad.
En pruebas de laboratorio se ha comprobado que en los sujetos que están siendo estudiados, la escala de síntomas aumenta tanto en dolor o molestias abdominales, como en el estrés o la ansiedad.
Del mismo modo, si un paciente tiene síntomas que no se sabe de dónde provienen, en el momento en que éste es consciente de ello, se preocupa y está más pendiente, crea una mayor sensibilidad y aumentan los síntomas.
“La salud digestiva depende del equilibrio homeostático entre la función cerebral y la función digestiva; la sensibilidad, motilidad, inflamación y microflora y, a su vez, está influida por la dieta”, ha subrayado Malagelada.
De esta manera, “la recuperación de la normalidad digestiva mediante el tratamiento implica desinflamar, regular la actividad sensitiva y motora, adoptar la dieta adecuada y restablecer el equilibrio emocional”, ha agregado.
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