Me encantan los perfumes, pero he oído que una sustancia química que se utiliza en las fragancias puede ser perjudicial para la salud. ¿Es cierto?

Una pizca de perfume puede parecer una exposición química menor en comparación con los contaminantes presentes en otras partes de nuestro entorno (microplásticos, contaminación del aire, PFAS). Pero los científicos y los médicos están cada vez más alerta sobre un grupo de sustancias químicas que se utilizan en muchos productos de cuidado personal: los ftalatos.

Los ftalatos, que se encuentran en perfumes populares, esmaltes de uñas y productos para el cuidado del cabello, se han relacionado con numerosos resultados adversos para la salud: resistencia a la insulina, enfermedades cardiovasculares y deterioro del desarrollo neurológico. Un estudio publicado en JAMA Network Open descubrió que las concentraciones urinarias más altas de ftalatos provenientes de productos de cuidado personal estaban relacionadas con un riesgo 25% mayor de problemas de hiperactividad entre los adolescentes. Otro estudio de la misma cohorte encontró que una mayor exposición a ftalatos también se asociaba con un peor desempeño en matemáticas.

Las preocupaciones sobre la exposición infantil a los ftalatos son tan altas que en los Estados Unidos ciertos tipos de esta sustancia química están prohibidos en juguetes y artículos para niños como chupetes y biberones.

Para Andrea Gore, profesora de farmacología y toxicología de la Universidad de Texas en Austin, quien dirige un laboratorio que estudia los efectos de los disruptores endocrinos, los daños son lo suficientemente claros como para que ella aconseje a todos que intenten reducir su exposición, especialmente a los padres que están formando una familia y para aquellos con niños pequeños.

“Recomiendo evitar por completo las fragancias añadidas: en perfumes, lociones y champús perfumados, incluso en detergentes y antitranspirantes perfumados”, expresó recientemente en una entrevista.

¿Qué son los químicos disruptores endocrinos?

Nuestro sistema endocrino está compuesto por múltiples glándulas, incluidas la tiroides y la pituitaria, que producen hormonas y lo regulan todo, desde nuestro crecimiento hasta la reproducción. Los disruptores endocrinos (EDC) o dicho de otra forma, las sustancias químicas que alteran el sistema endocrino, se encuentran en productos de uso diario y pueden imitar e interferir con las hormonas de nuestro cuerpo.

Según la Endocrine Society (Sociedad de Endocrinología), cientos de sustancias químicas pueden ser disruptores endocrinos, si no más. Las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS) son un grupo conocido de agentes químicos consideradas EDC, y otras, como los ftalatos y los parabenos, se encuentran más comúnmente en jabones, champús y productos de belleza, aunque también están presentes en muchos otros lugares. Los ftalatos están incluso en nuestros alimentos.

Cambiar los productos de cuidado personal por otros que no contengan EDC puede tener potencialmente un gran impacto en un corto período de tiempo. Por ejemplo, un estudio de 2023, sobre 41 mujeres descubrió que, después de 28 días de cambiar a productos sin ftalatos ni parabenos, estas no solo redujeron los niveles de estos químicos en la orina, sino que también mostraron reducciones en la expresión genética asociada con el cáncer en su tejido mamario.

Cómo reducir su exposición

La exposición a los ftalatos es motivo de preocupación a nivel mundial, dado que varios estudios realizados en animales relacionan estas sustancias con efectos sobre la reproducción y el desarrollo (menor fertilidad, toxicidad reproductiva y toxicidad testicular), el sistema hormonal e inmunitario o daños en el hígado.

Para garantizar la protección de la salud de los consumidores y limitar la exposición a los ftalatos, la Unión Europea ha evaluado y regulado su uso dentro de diferentes marcos legislativos (materiales en contacto con alimentos, productos químicos, cosméticos y productos sanitarios). Anotamos algunas maneras de reducir los riesgos que estos tienen para nuestra salud.

Realice cambios razonables. “Es francamente abrumador considerar todas las fuentes de posibles disruptores endocrinos, por lo creo que, para mantener la cordura, me concentraría en cambios que sean sostenibles para su estilo de vida y sus recursos”, explicó la doctora Rebecca Jeun, endocrinóloga de University of Louisville Health.

Si no va a cambiar todos sus productos de belleza, ella aconseja considerar otras formas de minimizar la exposición a EDC, como reducir el consumo de alimentos enlatados y ultraprocesados, y evitar calentar alimentos o bebidas en plástico.

Utilice productos sin ftalatos. ¿No quiere optar por productos sin fragancias? Vea si el sitio web del producto indica que no contienen ftalatos ni parabenos o consulte el texto del envase. Pero tenga en cuenta que no basta con mirar las listas de ingredientes: algunos productos pueden tener simplemente el término “fragancia” como ingrediente, lo que puede ser un disfraz para un ftalato que no se divulga explícitamente.

Adopte una rutina de cuidado personal simplificada. Si tiene un hijo adolescente obsesionado con el cuidado de la piel, involúcrelo en la conversación sobre cómo elegir productos más seguros.

“Para los niños mayores y jóvenes que estén interesados en productos de belleza o cuidado de la piel, aconsejo en primer lugar felicitarlos por practicar el cuidado personal y ayudarlos luego de manera proactiva a identificar su limpiador facial suave, humectante (sin aceite ni fragancia) y protector solar favorito y seguro para que sean parte de su rutina diaria de bienestar”, recomendó la doctora Carol Duh-Leong, pediatra y profesora adjunta en la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York.

¿Por qué los científicos encuentran los datos tan convincentes?

Los críticos han argumentado que los datos sobre los ftalatos y otros disruptores endocrinos no son concluyentes. Dicen que no se ha realizado un ensayo de control aleatorio ideal en humanos para “probar” efectivamente la causalidad. Y si bien ese argumento a menudo es aprovechado por los fabricantes para oponerse a nuevas regulaciones, realizar un ensayo de este tipo sería “prácticamente imposible y casi con certeza poco ético”, anotó Gore.

“Es por eso que dependemos de probar una sustancia química en líneas celulares y animales de laboratorio para demostrar una relación causa-efecto”, añadió.

Este tipo de experimentos han demostrado “evidencia irrefutable” de que los EDC causan innumerables problemas de salud, según una declaración de la Endocrine Society.

“Si una sustancia química tiene efectos disruptores endocrinos en los animales, existe una certeza excepcionalmente alta de que también lo sea en los humanos. Las hormonas del sistema endocrino son estructural y funcionalmente similares, si no idénticas, en animales no humanos y humanos”, afirmó Gore.

Lo que quiero que mis pacientes sepan

Como médico, sé que a veces debemos elegir con prudencia nuestras batallas en materia de atención médica, pero lo que estamos descubriendo sobre cómo la exposición a los disruptores endocrinos afectan a los óvulos o los espermatozoides de un individuo es profundamente preocupante. Estos provocan cambios que podrían ser hereditarios y transmitirse a las generaciones futuras.

“El hecho de que las sustancias químicas tengan efectos multigeneracionales es el ejemplo más convincente de por qué, si se introduce una sustancia química y luego se retira del mercado, es demasiado tarde: ese ciclo de heredabilidad ya ha comenzado”, señaló Gore. “Nadie quiere que sus nietos estén destinados a padecer enfermedades una generación antes de que sean concebidos”.

Fuente: un artículo de la doctora Trisha Pasricha publicado en el portal www.washingtonpost.com

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