La corteza prefrontal es la estructura más telencefálica, es decir, lo último en la evolución y lo más desarrollado en los humanos. Además, constituye el centro del pensamiento abstracto, la regulación emocional, las funciones ejecutivas, la programación de la conducta, la asignación de planes de comportamiento a largo plazo y, sobre todo, es la encargada de los procesos de mentalización (Teoría de la mente); razón por la cual conocer las consecuencias de las lesiones en la corteza prefrontal es de gran importancia.
Un tercio de la corteza cerebral es la corteza o área prefrontal. Es importante tener en cuenta que esta zona comienza a desarrollarse antes del nacimiento, avanza lentamente durante la infancia y finalmente termina su proceso de desarrollo (mielinización) en la adolescencia tardía, lo que constituye una de las razones por las cuales las habilidades cognitivas de alto nivel no se desarrollan durante la infancia como lo hacen en la edad adulta.
Aunque no haya consenso entre los investigadores relacionados con la neurociencia, la corteza prefrontal está formada por dos partes:
Corteza prefrontal anterior. Tiene funciones en el control atencional y procesamiento sensitivo motor. Dicen también las investigaciones que esta parte de la corteza prefrontal tiene importantes funciones en la percepción del dolor y en la memoria.
Corteza supra orbital. Realiza funciones de regulación emocional. Gracias a sus conexiones con estructuras cerebrales como el hipotálamo, la corteza supraorbital tiene un papel de gran importancia como mediadora en el circuito de recompensa al comer y en la autorregulación.
Funciones de la corteza prefrontal
La corteza prefrontal es crucial para nuestra supervivencia en el medio ambiente y para nuestra convivencia en sociedad; es la parte del cerebro que está más relacionada con las funciones ejecutivas. Estas últimas comprenden el conjunto de habilidades y aptitudes fundamentalmente cognitivas que permiten la adaptación al medio y la resolución de problemas mediante la integración de diversas informaciones, y a la previsión y realización de comportamientos en base a ellas.
La corteza prefrontal también está involucrada en la capacidad cognitiva y de adaptación al medio, así como a la fijación de la atención o la memoria de trabajo. Esto no implica que sea la única área dedicada a estos fines, pero sí que hay una participación significativa en ellos.
El control de la conducta social es otra de las principales funciones del prefrontal. Somos capaces de controlar nuestras expresiones y comportamientos, sentir empatía, restringir la conducta en función de las posibles consecuencias y considerar otros puntos de vista que son diferentes a los nuestros, todo en base a nuestras interacciones y el aprendizaje que extraemos de ellas y del resto de la información que captamos.
El buen funcionamiento de la corteza prefrontal también ayuda a conectar emoción y cognición para crear un plan para realizar ciertas acciones; por lo tanto, podemos motivarnos y orientar nuestra conducta hacia una meta que nos atrae. Aunque el sistema límbico está más relacionado con las emociones, la región prefrontal del cerebro es crucial para percibir y expresar las emociones, transformándolas en reacciones fisiológicas o permitiendo su control consciente.
Consecuencias de lesiones en la corteza prefrontal
Una de las principales consecuencias de lesiones en la corteza prefrontal son los problemas de pensamiento abstracto, de toma de decisiones, de categorizar, de simbolización; asimismo, pobre flexibilidad para afrontar situaciones, dificultad para entender puntos de vista perceptivos distintos y rigidez mental. Algunas de las otras consecuencias de lesiones en la corteza prefrontal las presentamos a continuación.
Los pacientes con daño prefrontal no pueden inhibir las respuestas inapropiadas, lo que hace que el trastorno de la autorregulación del comportamiento se manifieste más claramente en situaciones poco estructuradas. Esta situación en estos pacientes es diferente de lo que sucede en situaciones estructuradas, en las cuales las claves ambientales o las rutinas sobreaprendidas dictan la respuesta adecuada.
Los pacientes con lesiones de la corteza prefrontal pueden experimentar trastornos de comportamiento aunque rindan bien en las pruebas. Esta aparente contradicción se debe a que estos exámenes no requieren que los pacientes organicen sus comportamientos durante un período de tiempo suficientemente largo o establezcan prioridades sobre tareas competitivas.
Otro de los problemas que tienen las personas tras lesiones en la corteza prefrontal se refieren a la abulia.
La abulia es la falta de voluntad o energía para hacer algo o moverse. Su origen se remonta al griego antiguo, donde significa literalmente «falta de deseo». Cuando lo usamos en psicología, nos referimos a la falta de motivación o el desinterés hacia cualquier objetivo. Se considera un trastorno de la voluntad que tiene un impacto tanto en la persona que lo padece como en su entorno cercano.
La abulia como consecuencia de lesiones en la corteza prefrontal se caracteriza además por la falta de un propósito, la falta de motivación para terminar lo que se ha comenzado, la falta de espontaneidad, la pasividad y la falta de iniciativa.
La presencia de disforia correlaciona altamente en pacientes que han tenido lesiones en la corteza cerebral, especialmente en la corteza prefrontal medial. La disforia se caracteriza generalmente por una emoción desagradable o molesta, como la tristeza (estado de ánimo depresivo), la ansiedad, la irritabilidad o la inquietud. Es el sentido etimológico opuesto de la euforia.
La disforia se refiere únicamente a un desequilibrio emocional. Se puede sentir como respuesta a situaciones normales de vida, como una enfermedad o un duelo y, además, es un rasgo de muchos trastornos psiquiátricos, como los trastornos de estado de ánimo y la ansiedad, siendo la disforia un síntoma común de la depresión.
Una expresión verbal no fluida y disminuida, esfuerzo para hablar, frases reducidas, alteración de la prosodia y supresión de enlaces gramaticales son características de la afasia motora o de Broca. La evocación de nombres de objetos o figuras, así como la capacidad de repetición, están alteradas. Siempre es mejor comprender el lenguaje hablado que producirlo, lo que puede presentar ciertas dificultades para comprender relaciones sintácticas más complejas.
Por ejemplo, el paciente puede hablar pero no entender lo que se le dice. Además, la escritura y la lectura suelen ser incorrectas, con muchos errores de ortografía y falta de letras.
Fuente: un artículo de Diego Barrero publicado en portal www.psicoactiva.com
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