Una de las especialidades más importantes de la medicina es la neurocirugía. Está asociada con el diagnóstico, el tratamiento quirúrgico, la prevención y la rehabilitación de trastornos clínicos relacionados con cualquier parte del sistema nervioso que incluye el cerebro, la médula espinal, el sistema nervioso central y periférico, y el sistema vascular cerebral. La neurocirugía es un proceso complicado, pero gracias a centros y hospitales altamente especializados —equipados con tecnología de punta—, el tratamiento de cada caso se ha vuelto cada día más eficiente.
Los métodos son diferentes
La neurocirugía se realiza en diferentes métodos como cirugía abierta convencional, microcirugía, radiocirugía estereotáctica, cirugía endoscópica mínimamente invasiva, etcétera, dependiendo del escenario clínico, evolución esperada y cualquier otra dolencia existente del paciente.
En la cirugía abierta convencional, el neurocirujano accede al cerebro creando una gran abertura en el cráneo a través de un proceso llamado craneotomía. Esta técnica todavía se usa en situaciones de trauma y emergencia.
La microcirugía se utiliza en tratamientos relacionados con los vasos sanguíneos, como el recorte de un aneurisma, la cirugía de derivación EC-IC, e incluso en algunos microscopios/endoscopios en los cuales se utilizan cirugías de columna mínimamente invasivas como la microdiscectomía, el reemplazo de disco artificial y la laminectomía.
La cirugía estereotáctica implica un tipo de intervención quirúrgica mínimamente invasiva que localiza pequeños objetivos dentro del cuerpo mediante un sistema de coordenadas tridimensionales. Se utiliza para implantar electrodos en neurocirugía funcional, donde es obligatorio un alto nivel de precisión.
Como disciplina neurológica distinta, la radiocirugía estereotáctica (SRS) utiliza radiación ionizante externa para los tumores definidos por necrosis sin la necesidad de una incisión quirúrgica. Se optimiza sistemáticamente para tratar a los pacientes con la mayor exactitud y precisión posibles en diagnósticos como tumores primarios o secundarios, meningiomas, adenoma hipofisiario y muchas otras lesiones cerebrales.
La cirugía endoscópica mínimamente invasiva tiene muchas ventajas. Minimiza la lesión tisular, el trauma y el manejo del dolor posoperatorio, que son vitales para la mejora de cualquier paciente que se someta a una cirugía de columna. Incluye una pequeña incisión, sistemas tubulares y un endoscopio en combinación para ayudar en la visualización del campo quirúrgico. El gran avance en las imágenes médicas, en particular las imágenes por resonancia magnética (IRM), facilita el diagnóstico del disco culpable que está degenerado, e incluso la discografía ayuda a identificar correctamente el disco que genera dolor.
Otros procedimientos mínimamente invasivos que se realizan con guía fluoroscópica incluyen la discectomía lumbar endoscópica percutánea por rutas transforaminal e interlaminar, discectomía cervical endoscópica percutánea, foraminotomía cervical posterior endoscópica percutánea y discectomía torácica endoscópica percutánea. Pero las contraindicaciones generales relacionadas con estos procedimientos son la compresión severa del cordón, el disco estrechado o duro y calcificado.
Otras patologías y sus diagnósticos emergentes
Las lesiones de cabeza y columna representan un vasto segmento de neurocirugía de emergencia, ya que implican una alta mortalidad y morbilidad, y se requiere una evaluación rápida para prevenir el daño cerebral secundario que involucra hipoxia e hipotensión. Un parámetro principal es la presión intracraneal (PIC), que desempeña un papel clave en la lesión cerebral; asimismo, toda evaluación neuroquirúrgica comienza con la determinación de la puntuación de la escala de coma de Glasgow (GCS).
Las fracturas de cráneo se determinan por una radiografía de cráneo o una tomografía computarizada (TC) coronal de la cabeza. Son de dos tipos: una fractura cerrada que está cubierta por piel intacta; mientras que una fractura abierta está relacionada con la piel suprayacente rota. Estas líneas de fractura pueden ser lineales o múltiples. Las fracturas abiertas se tratan mediante la reparación del cuero cabelludo seguido de una craneotomía para el desbridamiento quirúrgico. Las fracturas de la base del cráneo son comunes y traen un impacto notable que se presenta en forma de neumocefalia, hemotímpano, déficits de pares craneales (pérdida de audición o lesión del nervio facial) y fugas de líquido cefalorraquídeo (LCR).
La lesión cerebral que sigue a un traumatismo puede ser focal o difusa. La lesión difusa causa daño a los axones como resultado de la aceleración o desaceleración rotacional, mientras que las lesiones focales causan desplazamiento y hernia de la línea media. La principal causa de hernia en pacientes traumatizados es el edema cerebral, EDH y SDH. El hematoma epidural (EDH) es causado por la sangre acumulada entre el cráneo y la duramadre, que en su mayoría son causados por la rotura de la arteria meníngea media.
El hematoma subdural (SDH) implica la recolección de sangre debido a las venas puente dañadas entre la aracnoides y la duramadre. El pronóstico clínico es un poco peor en SDH en comparación con EDH porque está asociado con parénquima neural y puede ser necesaria una craneotomía abierta. La hemorragia intracerebral (HIC) ocurre cuando los vasos en el cerebro se rompen, lo cual es un impacto de una lesión de contragolpe.
Las emergencias espinales involucran compresión aguda de las raíces nerviosas, hernias de disco y, a veces, se realiza una descompresión quirúrgica urgente para la estabilización. El objetivo principal en los traumatismos cerebrales y de la columna es evitar un posible daño secundario mediante un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado, ya que previenen ciertas morbilidades en forma de discapacidad permanente.
Neurocirugía pediátrica
Esta rama de especialidad se ocupa de la atención neuroquirúrgica de niños con afecciones clínicas congénitas o adquiridas como malformación de Chiari, malformaciones congénitas del cerebro y la columna vertebral, síndromes craneofaciales, craneosinostosis, quistes aracnoideos, lesión del plexo braquial, epilepsia, malformación arteriovenosa (MAV), tumores cerebrales (meningiomas), hidrocefalia, etcétera. Es un punto crucial que el resultado en pacientes de neurocirugía pediátrica sea factiblemente más complejo y multifacético. Ante cualquier emergencia conviene consultar a un especialista que acompañe el estudio, diagnóstico y tratamiento a seguir.
Fuente: una investigación de Zoya Maryam publicada en el portal divingdaily.com
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