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No entre en pánico: cómo las situaciones estresantes afectan el cerebro

En las últimas décadas, los neurocientíficos han arrojado nueva luz sobre cómo el estrés crónico puede hacer que el cerebro sea más susceptible a los trastornos de salud mental. Muchos de esos estudios han analizado los efectos a largo plazo de los eventos adversos de la infancia (ACES) o eventos traumáticos de magnitud como los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 o el huracán Katrina.

La mayoría de las investigaciones ha confirmado que algunas personas muestran una notable capacidad de recuperación frente a este tipo de desafíos (véase The Resilient Brain),  y que la resiliencia es un proceso neurobiológico activo que puede proteger el cerebro a pesar de los estresores ambientales aumentados y prolongados. Ahora, a medida que las personas en todo el mundo luchan por adaptarse a los cierres de la escuela y el trabajo, así como a otros cambios significativos en el estilo de vida, en respuesta a la pandemia de COVID-19, nuestras figuras públicas favoritas nos dicen que no “entremos en pánico”.

Eric J. Nestler, MD, Ph.D., Profesor de neurociencia de la familia Nash y director del Friedman Brain Institute en la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai, miembro activo de la Alianza Dana para Iniciativas Cerebrales (DABI), analiza cómo el estrés afecta el cerebro y cómo podemos entrenarnos para sea más resistente si estamos ante una pandemia o cualquier otra situación desastrosa.

¿Cuál es la diferencia entre estrés y pánico?

Estas son dos cosas muy diferentes. El estrés es cualquier cosa que imponga una carga o requisito adicional a un sistema. Puede ser físico, psicológico o emocional. Y es importante tener en cuenta que no todo el estrés es malo. Hace años, les decía a mis hijos adolescentes que estaba bien estresarse un poco, nos ayuda a concentrarnos, a trabajar más y a hacer las cosas con rigor. El desafío es cuando hay estrés en demasía o bien prolongado. Si piensa en el estrés como una curva en forma de U invertida, un poco de estrés ayuda a mejorar el rendimiento. Pero eventualmente llegas a un punto de inflexión donde todo se vuelve demasiado y terminas teniendo dificultades para funcionar. No quieres llegar a ese punto.

La gente usa el término pánico de manera bastante informal, pero creo que uno debe tener cuidado al hacerlo. En psiquiatría, tiene un significado distinto. Un ataque de pánico, por ejemplo, describe una colección particular de síntomas que ocurren a veces espontáneamente y otras cuando una persona experimenta un estrés abrumador. Hay una sensación subjetiva de pánico —como talvez que vas a morir—, y ese ataque está a su vez asociado con cambios fisiológicos como un ritmo cardíaco y respiratorio elevado. Si usted tiene ataques de pánico regulares, es posible que le diagnostiquen un trastorno de pánico, un tipo de trastorno de ansiedad.

Es importante enfatizar que sentirse estresado o asustado no es lo mismo que un ataque de pánico. Esta crisis de COVID-19 no está causando un ataque de pánico o un trastorno de pánico en las personas. Es solo un período de estrés muy elevado.

¿Por qué las personas tienen respuestas tan diferentes a los períodos de mayor estrés?

El desafío es tratar de mantener su funcionamiento normal tanto como sea posible sin importar lo que esté sucediendo. No es fácil. No hay duda de que durante los períodos de mayor estrés, algunas personas se volverán más vulnerables y mostrarán efectos nocivos en respuesta a ese estrés, mientras que otras seguirán siendo más resistentes. Solo estamos empezando a entender por qué es así.

Nuestro trabajo, y el trabajo de otros laboratorios, ha demostrado que las personas resilientes tienen procesos activos adicionales que ocurren en el cerebro, los cuales son protectores y les permiten adaptarse mejor a lo que está sucediendo. Pero creo que es importante enfatizar que esto no significa que algunas personas sean débiles y otras sean fuertes. Lo que vemos es que una persona puede ser susceptible a cierto tipo de estrés, pero resistente a muchos otros tipos. Asimismo, un individuo podría ser más susceptible a un tipo diferente de estrés. Esto no es algo sobre lo que deberíamos estar haciendo juicios de valor.

¿Qué está sucediendo en el cerebro en estos períodos intensos de estrés?

Es muy complicado. Una de las respuestas al estrés mejor estudiadas es una red llamada eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (eje HPA). Es la vía en el cerebro que conduce a la secreción de glucocorticoides, mejor conocidos como hormonas del estrés, como el cortisol de las glándulas suprarrenales. Cuando las personas están estresadas de manera aguda, hay una explosión de estos glucocorticoides que nos ayudan a adaptarnos al estrés. A corto plazo, esto es bueno porque ayuda al cerebro y al cuerpo a adaptarse a lo que sea que esté sucediendo. También hay docenas de otros sistemas de respuesta al estrés en el cerebro, todos los cuales son críticamente importantes para lidiar con el estrés y mediar las respuestas emocionales a través del sistema límbico, que pueden ayudarlo a sobrellevarlo.

Pero en períodos de estrés particularmente severos, y cuando este se torna prolongado o sostenido, todos estos diferentes sistemas de respuesta al estrés comienzan a producir cambios en el cerebro, alteraciones de la química cerebral y de los circuitos, que pueden hacer que el cerebro de algunas personas sea más susceptible al estrés la próxima vez que ocurra. Mientras que, en el cerebro de otros individuos, diferentes cambios podrían hacer lo contrario, permitiendo que estos sean más resistentes frente al estrés.

Dicho esto, también sabemos que cuando el estrés es particularmente fuerte y continuado, los cambios en el cerebro serán más dramáticos. E incluso las personas más resistentes enfrentarán desafíos cada vez mayores. Por eso es importante encontrar formas de maximizar su capacidad individual de resistencia.

Que le digan que “se calme” o “no se asuste” a menudo aumenta la sensación de estrés. Entonces, ¿cómo pueden las personas maximizar la resiliencia?

No, no ayuda en nada que le digan eso. Pero hay cosas que puede hacer para aumentar su capacidad de recuperación. Para empezar, realmente ayuda tener una red social. Cuando usted es miembro activo de un grupo, ya sea familiar o de amigos, o simplemente está activo en su vecindario, ayuda mucho.

Las personas optimistas tienden a ser más resistentes. Incluso puedes enseñar optimismo. Haga que una persona pesimista lleve un registro de sus predicciones por un tiempo y pronto constatará que las predicciones pesimistas son correctas muy pocas veces; de esta forma, ellos conseguirán aprender a replantearse la vida para ser más optimistas.

Un sistema de creencias también ayuda. No tiene que ser religión. Puede ser una creencia en un código moral, una creencia en la comunidad o simplemente en el bien común. Todos estos factores psicológicos son muy importantes para hacer que su cerebro sea más resistente y las personas pueden aprender a utilizar mejor estos enfoques.

Más allá de eso, el ejercicio físico es bueno para la capacidad de recuperación. Comer una dieta sana y equilibrada es clave. Con demasiada frecuencia, las personas quieren buscar comida chatarra cuando están estresadas. Pero comer bien realmente ayuda. El ejercicio mental también es importante. Especialmente cuando estamos viendo a muchos de nosotros tener que quedarnos en casa durante unos meses, será cada vez más importante que las personas mantengan sus cuerpos y cerebros ocupados de manera productiva y positiva. Eso aumentará nuestra capacidad de recuperación.

¿Cómo afectan los grandes descansos en nuestras rutinas regulares a nuestros sistemas de respuesta al estrés?

Cuando las personas son sacadas de su elemento o puestas en nuevas situaciones, eso es estresante. Adaptarse a algo nuevo siempre es un desafío, pero también es una gran oportunidad para la resiliencia. Es una forma oportuna de obligar al cerebro y al cuerpo a adaptarse a esas cosas nuevas.

Por ejemplo, es posible que no vaya a trabajar en este momento. Tu gimnasio está cerrado. ¿Cómo se hace ejercicio físico? Encontrará formas nuevas y creativas de mantenerse activo, ya sea salir a caminar o caminar por las escaleras. Por lo tanto, es importante enfatizar: estos desafíos plantean dificultades, pero también presentan oportunidades que pueden permitirnos a cada uno de nosotros impulsar nuestra capacidad de recuperación.

¿Algún otro consejo para ayudar a las personas a ser más resistentes frente al estrés, ya sea que esté tratando de manejar una pandemia u otro evento catastrófico?

Una lección clave es ser deliberado. Escuche los consejos de los expertos. Siga su guía. Y tenga muy en cuenta si comienza a sentirse estresado.

Usar herramientas de atención plena, como la meditación o la hipnosis, puede ser muy efectivo para desarrollar la resiliencia. Ahora hay muchas aplicaciones de meditación geniales. Insto a las personas que están sentadas en casa, viendo las noticias con un alto sentimiento de ansiedad o incertidumbre, a usarlas. La meditación puede ayudarnos a lograr que la parte consciente de nuestro cerebro controle mejor las partes inconscientes.

Cuando se encuentra en una situación desconocida como la actual pandemia del coronavirus, muchas personas pueden tener vagos sentimientos de ansiedad o estrés y ni siquiera darse cuenta de dónde pueden surgir esos sentimientos, o qué hacer al respecto. La atención plena y la meditación son formas maravillosas de controlar esos impulsos para que usted pueda mejorar, sentirse mejor y estar preparado para responder productivamente a cualquier desafío que se le presente. ¡Ánimo!

 

Fuente: una entrevista realizada por Kayt Sukel a Eric J. Nestler, MD, Ph.D, publicada en el portal dana.org

 

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