Cuando recibimos un obsequio ­–aun cuando este no sea de nuestro agrado–, nos resulta más importante el hecho de que nos hayan pensado y el detalle que han tenido al adquirirlo.

Recibir lo que queremos –en cuanto concierne a la atención médica necesaria a lo largo de la fase terminal – tiende a ser la excepción de la norma. Sobre este punto existen varios puntos que los investigadores y aquellos individuos vinculados al cuidado tanto de los pacientes como de la atención de sus familiares, durante estas etapas críticas, tantas veces vinculadas a los periodos finales de vida nos han comentado y compartido:

• La gran mayoría de pacientes preferiría morir en casa, cerca de sus seres queridos. Desafortunadamente, muchos fallecen solos, al interior de instituciones médicas – envueltos en algún capullo tecnológico– , y aislados de sus seres queridos.
• Un gran número aprueba el manejo intensivo del dolor para minimizar el sufrimiento propio de los últimos días.
• Otros acceden a la atención en hospicios especializados.

¡Qué mejor regalo que el obsequiar paz a aquellos que están bajo su cuidado durante su fase terminal. No necesita un abogado ni un documento formal para iniciar una sencilla conversación. Además de otorgar una intensa serenidad a sus seres queridos, usted aumenta sustancialmente las opciones de acercarles en hechos concretos cuanto ellos anhelan para los últimos días de vida. De ahí que sea de vital importancia dejar saber a los suyos sobre su voluntad personal para esta etapa final. Dé pie a su médico la iniciación de esta conversación, creadora de paz y de buenas prácticas en lo humano y lo clínico.

La comunicación siempre será el mejor camino para vivir la experiencia de una existencia saludable.