Los meningiomas son tumores que se generan en las leptomeninges y se adhieren a la duramadre (membranas que recubren el cerebro). Se pueden localizar en cualquier zona, por lo que son muy variables los síntomas que pueden llegar a dar. Crecen de forma muy lenta, incluso a lo largo de muchos años; desplazan el cerebro pero no lo suelen invadir (extraparenquimatosos y expansivos) y, al ser de crecimiento muy lento, pueden llegar a alcanzar gran tamaño porque el cerebro se va adaptando sin dar síntomas clínicos.
Los meningiomas son tumores benignos, siendo muy raro que se malignicen. La localización más frecuente es en la convexidad del cráneo pero también se pueden situar en la base del cráneo, siendo esta zona más complicada para su extirpación completa dado que pueden estar adheridos o envolviendo estructuras tan importantes como arterias, nervios craneales o tronco cerebral.
El diagnóstico se realiza mediante TAC y/o RM. La conjunción de ambas da una idea muy precisa, tridimensional de la localización de la tumoración, características tisulares (presencia de calcio, zonas de necrosis, vascularización, etcétera) y su relación con el parénquima cerebral adyacente (presencia de edema cerebral, zonas funcionales, etcétera).
Para completar el diagnóstico y a veces como parte del tratamiento, está indicada la realización de la angiografía cerebral, para estudiar la vascularización de la tumoración y del cerebro circundante. En caso de estar muy vascularizado, es altamente conveniente proceder a una embolización selectiva de las ramas arteriales que nutren la tumoración, para dejarla lo más exangüe posible y así facilitar su manipulación quirúrgica posterior, con muchos menores riesgos de lesionar las estructuras cerebrales que lo envuelven.
El tratamiento ideal, dado que son benignos y están diferenciados del parénquima, es la intervención quirúrgica con resección completa incluida la duramadre donde se implantan, para evitar que vuelvan a crecer o recidivar. Por esta razón estos tumores han sido el principal motor que ha hecho avanzar a la Neurocirugía en sus técnicas de exéresis tumoral, diseñando complejos sistemas de ayuda, específicos de los quirófanos neuroquirúrgicos, que posteriormente han sido adaptados a otros tipos de cirugías, como es el caso de la microcirugía, los equipos de láser y aspirador ultrasónico ya referidos, la coagulación bipolar o los neuronavegadores.
A esto hay que añadir que, en las dos últimas décadas, se han producido avances muy importantes en los conocimientos de la anatomía y vías de abordaje (sobre todo a nivel de la base de cráneo), que han hecho que tumores que se consideraban inextirpables en los años 70, en la actualidad puedan ser resecados con un riesgo muy bajo de mortalidad o secuelas neurológicas graves.
No obstante, en determinados meningiomas de la base de cráneo (seno cavernoso) es preferible completar con radiocirugía el tratamiento quirúrgico de los restos o de la base de implantación, cuya extirpación quirúrgica puede suponer un alto riesgo de ocasionar serios déficits neurológicos.
Por último, hay que referir que en la generalidad de los meningiomas la necesidad de radioterapia convencional es excepcional. Y que se puede dar el caso, en algunos pacientes, de que estos tumores sean múltiples, es decir, existan varios tumores en distintas localizaciones; por lo que pueden requerir varias intervenciones quirúrgicas, a medida que se van manifestando clínicamente o se aprecia que aumentan de tamaño.
Fuente: neurorgs.net
Todas las estructuras que forman parte del encéfalo y su entorno tienen células que pueden crecer de forma incontrolada y producir lesiones tumorales. Dependiendo de la velocidad de crecimiento y de las células que lo originen, el tumor será más o menos agresivo.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que un tumor por ser muy grande no implica que sea imposible de ser extirpado por completo, dependiendo de su naturaleza (anatomía patológica) y localización, así como de la situación clínica del paciente.
Para todos los casos rigen las mismas reglas: en primer lugar, un diagnóstico precoz es fundamental para que el tratamiento sea más eficaz y, en segundo lugar, el diseño de un correcto tratamiento puede conseguir la curación o prolongar de forma significativa la vida.
Hasta hace no mucho tiempo se decía que la mayoría de los tumores cerebrales eran malignos (no tenían curación) y que el resto de los benignos estaban localizados en mal sitio (no podían ser extirpados).
Esto afortunadamente está quedando dentro de los conceptos del anterior siglo, en virtud de los adelantos técnicos neuroquirúrgicos, radioterápicos y del tratamiento farmacológico del cáncer. Entre ellos contamos también con Gamma Knife®, un procedimiento sueco de vanguardia altamente recomendado para tratar tumores profundos.
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