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¿Quieres construir un futuro más saludable para tu cerebro? ¡Siembra un árbol!

Con el objetivo de aumentar la conciencia y la cabal comprensión sobre temas asociados a la diversidad biológica y al medio ambiente en el Día del árbol y de la diversidad biológica en Ecuador, Gamma Knife Center comparte algunas conclusiones científicas que relievan los múltiples beneficios que ofrecen la siembra de árboles y la expansión de los bosques.

Una creciente cantidad de estudios a nivel mundial revelan serios motivos para incentivar una inmersión en el mundo natural y asegurar así un funcionamiento saludable de nuestro cerebro, cuerpo y espíritu.

Podemos intuir que una caminata a través del bosque es saludable, en tanto que tomamos un descanso del ajetreo citadino, respiramos aire limpio y recibimos sol –el cual nos proporciona vitamina D– esencial para los huesos. No obstante, esto es ya resulta atractivo, aún hay más.

En la década de los setenta, un grupo de investigadores de la Universidad de Michigan, liderados por Rachel y Stephan Kaplan, exploraron los efectos del medio ambiente en pro de aliviar la fatiga mental. Este y otros estudios revelaron la habilidad de la naturaleza para conducir a nuestro cerebro de modo espontáneo a desconectarse y descansar, optimizando de esta forma la memoria, la concentración y la cognición.

Recientemente, al antropólogo y fisiológico japonés Yoshifumi Miyazaki, de la Universidad de China -situada en las afueras de Tokio-, se le acredita la teoría de la “Terapia forestal”. Miyazaki asegura que dado que los humanos evolucionaron a partir de la naturaleza, es ahí donde nuestro cuerpo y nuestra mente funcionarán mejor. Esta afirmación sugiere también el hecho cierto de que cuidando el medio ambiente y procurando que este florezca resulta bueno no solo para el planeta, sino esencial para nuestra propia felicidad y bienestar.

Bien sea jugando en el parque con sus hijos o adentrándose en zonas boscosas, existen por lo menos nueve motivos adicionales, por los cuales es necesario pasar tiempo disfrutando de la naturaleza:

  1. Los bosques proporcionan paz. El tiempo destinado a estar entre arboles tiene un impacto positivo en la reducción del estrés y en la posibilidad real de bajar la presión arterial. Las investigaciones realizadas en Japón, un país caracterizado por sumar altos índices de suicidio y extensas jornadas de trabajo, ha creado una red de caminos que propenden a la llamada terapia forestal; a esta iniciativa se incluyen los guardabosques que, dispuestos a comprobar los beneficios físicos de la caminata, monitorean su presión en estaciones a lo largo del camino.
  2. La naturaleza nos hace más creativos. Según el Dr. David Strayer, profesor de Cognición y Ciencias Neurales en la Universidad de Utah, el hecho de realizar numerosas tareas cansa áreas del cerebro que están incluso involucradas en suprimir distracciones, pensar en forma creativa y desarrollar un sentido de identidad. Strayer descubrió que el solo hecho de pasar cuatro días en el campo, mejora la creatividad de las personas, en al menos un 50%.
  3. La naturaleza tiene su propio sonido y es agradable. Lo que escuchamos en cualquier ámbito natural tiene un enorme impacto en nuestra salud y bienestar. Estudios realizados por la Agencia del Sonido y liderados por el experto Julian Treasure, revelan los incontables beneficios de los sonidos de la naturaleza y del silencio. Como ejemplo cita que el canto de los pájaros genera una sensación tranquilizadora. Sabemos que todo está bien en el mundo si las aves cantan.
  4. La naturaleza huele bien. Nuestro olfato está estrechamente ligado a las partes del cerebro responsables con el procesamiento de emociones. Los olores que inhalamos tienen un impacto inmediato y profundo. Los árboles y plantas emiten fitoncidas que disminuyen la agitación y reducen la ansiedad. Países asiáticos participan en lo que dan de llamar “baño forestal” o Shinrin-yoku: una experiencia que permite sumergirse en las propiedades curativas de los
  5. El agua es necesaria para el cuerpo y el alma. Estudios efectuados por la Escuela de Medicina en la Universidad de Exeter en Inglaterra detallan el rol esencial del agua en nuestro bienestar psicológico. Los iones negativos son antidepresivos naturales y se encuentran donde esté presente el agua abundante. Como tal, caminar siguiendo las riberas de lagos y ríos es recomendado no solo por el beneficio del ejercicio físico sino también por sus beneficios emocionales. Asimismo, aquellos con la suficiente valentía para un baño de agua fría, experimentarán la dilatación del sistema circulatorio, lo cual promueve que el cuerpo elimine las toxinas y libere las endorfinas que lo harán sentir bien.
  6. La naturaleza tiene poderes curativos. De acuerdo a investigaciones realizadas por el Profesor Roger Ulrich de la Universidad Tecnológica de Chalmers en Suecia, las zonas rurales tienen un impacto positivo en la convalecencia. Aun la vista de unos pocos árboles desde la ventana de un hospital mejora notablemente los tiempos de recuperación.
  7. Los cielos obscuros ayudan a fijar nuestros relojes circadianos (biológicos). En el 2009, la Asociación Médica Americana, adoptó una resolución “en apoyo al control de la polución de luz y para especificar que muchas especies -incluyendo los humanos-, necesitan la obscuridad para sobrevivir y prosperar”. Los cielos obscuros son factores conducentes al funcionamiento normal del reloj biológico, el cual se fija a través de la liberación nocturna de la hormona melatonina. la reducción de la melatonina generará un incremento del estrógeno, el que producido en exceso contribuye al cáncer de mama.
  8. Los niños y jóvenes se benefician del tiempo en el campo. Hasta la exprimera dama Michele Obama promovió el juego al interior de parques y jardines. La cuestión medular es que los niños encuentren un sano motivo de esparcimiento fuera del encierro de sus casas. Esto contribuye a su desarrollo y los mantiene en forma mediante el ejercicio, al tiempo que incrementa su confianza y alimenta su imaginación.
  9. Mantener actividad en zonas naturales podría ser una medida efectiva en prolongar calidad de vida. Estudios de la Universidad de York en Inglaterra enfocaron la importancia de las áreas verdes en zonas urbanas. Dichas investigaciones demostraron su impacto favorable en la salud de pacientes geriátricos, lo cual certifica la importancia de incluir amplias zonas de naturaleza en la planificación urbana.

 

Adicionalmente, es bien conocido que las superficies arboladas aportan a la calidad de vida de la humanidad, al poder transformar el dióxido de carbono (responsable del efecto invernadero) en oxígeno.

En 1840, Suecia fue el primer país que reconoció la importancia de los bosques e instituyó la celebración a favor del árbol. Por recomendación del Congreso Forestal Mundial, esta fue aceptada el 21 de marzo de 1971 por la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

El “Día del árbol” comenzó a celebrarse en Ecuador a partir de 1975 con la creación del servicio forestal, la institucionalización del Centro Forestal Luciano Andrade Marín, y la creación de las escuelas de Ingeniería Forestal y de la facultad de Ciencias Agrícolas de la Universidad Nacional de Loja.

El Día del árbol y la biodiversidad es un recordatorio sobre la vital importancia de proteger nuestros recursos forestales, y de proteger la megadiversidad del país. El Ecuador está entre los doce países más megadiversos del planeta, con 26’079.600 hectáreas de territorio. De esta extensión, el 18% corresponde a áreas de conservación y el 5% a páramos. Cada árbol es una esperanza de vida para la comunidad; de ahí su necesaria conservación. Si deseamos construir un futuro más saludable, resulta imperativa la siembra de árboles.