Golpeada por agotamiento, dolor muscular, temblores, sudores nocturnos, temperatura elevada y articulaciones inflamadas, la madre de dos hijos, Victoria Altoft, de 41 años, de Wellington, Somerset, asumió que estaba contrayendo gripe.
Pero cuando pasaron semanas sin mejoría y su visión se volvió borrosa, la enviaron a ver a un oftalmólogo del hospital para que le realizaran un examen ocular, además de realizarse una resonancia magnética (IRM) y una punción lumbar, analizando su líquido cefalorraquídeo, ya que los médicos sospecharon que tenía un tumor cerebral o esclerosis múltiple, que afecta el cerebro y la médula espinal.
Sorprendentemente, se supo que Victoria se había infectado con la bacteria Bartonella después de haber sido arañada por un gato —plagado de pulgas— en su lugar de trabajo, hecho que sucedió semanas antes de presentarse los efectos duraderos de los cuales se sabe poco.
Ella dijo: “Todo lo que sé es que me arañaron en el otoño de 2010 y años después, todavía estoy sufriendo de fatiga. Sin embargo, cuando comenzaron los síntomas, nadie estaba seguro de lo que estaba sucediendo, lo que me daba mucho miedo.
“Recuerdo que me preguntaba si podría hacerle frente a quedarme ciega o a tener un tumor. Hasta el día de hoy, es difícil saber exactamente cuáles son los efectos a largo plazo de contraer Bartonella, ya que hay poca investigación; pero sé que ya no soy la misma que antes de que esto sucediera”.
Victoria, que tiene dos hijos, Genevieve de 11 años y Oliver de cinco, con su esposo el veterinario Stuart, de 39 años, está acostumbrado a que los rasguños sean un riesgo laboral.
Y, aunque el rasguño que causó su infección fue particularmente profundo, nunca soñó que la enfermaría tanto y no conectó los puntos cuando comenzaron sus síntomas similares a los de la gripe.
Ella recordó: “Al principio asumí que tenía gripe. Tenía dolor muscular, temblores, sudores nocturnos y temperatura. Terminé tomándome unas dos semanas fuera del trabajo, lo cual es inusual para mí, en tanto nunca me tomo un descanso; pero estaba exhausta. Simplemente no podía salir de la cama”.
Finalmente, Victoria intentó volver al trabajo y quedarse por unas tres semanas, tiempo durante el cual visitó al médico por alguna inflamación en sus articulaciones, pero le dijeron que probablemente se trataba de un caso de inflamación postviral.
Luego comenzó a tener trastornos visuales preocupantes, y agregó: “Son bastante difíciles de explicar, pero la visión era borrosa y con ello varios de los malestares previos a una migraña.
“Seguí esperando que llegara el dolor de cabeza cegador, pero nunca fue así. Al final me di cuenta de que no podría hacer mi trabajo de manera segura si yo no era capaz de ver con claridad, así que me fui a casa e hice una cita con mi médico”.
Allí, Victoria examinó sus retinas y se le realizó también una derivación urgente al departamento de oftalmología del Hospital Musgrove Park, Taunton, Somerset.
Ella apuntó: “El doctor estaba visiblemente preocupado. Creo que la preocupación era que tenía un tumor cerebral”.
En el hospital, Victoria se sometió a una resonancia magnética y a una punción lumbar para analizar su líquido cefalorraquídeo para descartar que tuviera una esclerosis múltiple.
Afortunadamente, los resultados de la prueba para un tumor o EM fueron negativos, pero revelaron un alto nivel de anticuerpos contra Bartonella en su sistema.
Al armar el rompecabezas, los médicos se dieron cuenta de que había sido infectada por el rasguño del gato semanas antes.
Según el Centro para el Control de Enfermedades (CDC), la bacteria Bartonella puede causar una serie de enfermedades en los seres humanos, la más común es la enfermedad provocada por arañazo de gato.
Los gatos y los gatitos se infectan con Bartonella a través de las picaduras de pulgas, aunque a menudo pueden portarla sin enfermarse, por lo que pueden transmitir la bacteria a los humanos a través de una herida abierta, como es el caso de un rasguño.
Victoria explicó: “Cuando me dijeron mi diagnóstico, tenía mucho sentido. Solo había escuchado antes de reacciones leves a la Bartonella, donde afectaba el área local al rasguño.
“En mi caso, la reacción fue sistémica, lo que significa que afectó a todo mi cuerpo, por lo que nunca se me ocurrió que el culpable fuese el rasguño del gato”.
Administrada la rifampicina, un antibiótico utilizado para tratar varias infecciones bacterianas diferentes, así como la tuberculosis y la lepra, ahora, casi nueve años después, Victoria todavía sufre de fatiga pero, debido a la escasa investigación sobre el impacto a largo plazo de una infección por Bartonella, no está segura si es un claro efecto secundario.
“Es difícil afirmar con certeza si es por el rasguño del gato, pero definitivamente no soy la misma. Ahora trabajo a tiempo parcial, y no veo la forma de poder volver a hacerlo a tiempo completo”, dijo.
“También fue bueno el que mi visión volviera a la normalidad por completo. La dificultad parte de que la Bartonella no se entiende muy bien, especialmente en cuanto a sus efectos a largo plazo, por lo que nadie sabe realmente cómo me afectará”.
Ahora, Victoria cuenta su historia para crear conciencia sobre la amenaza que las pulgas pueden representar para la salud humana, y está respaldando a The Big Flea Project, un estudio de prácticas veterinarias realizado por la compañía farmacéutica MSD Animal Health, en asociación con la Universidad de Bristol.
Una encuesta realizada por The Big Flea Project reveló que el 79% de los británicos admitieron que no sabían que las pulgas portaban agentes patógenos, que pueden causar enfermedades, como Bartonella. A pesar de que un tercio de las personas dijeron que habían sido mordidas, el 5% restante quedó permanentemente marcado como resultado e tales incidentes.
Victoria dijo: “La mayoría de las personas ven a las pulgas como un poco de irritación, pero no se dan cuenta de los graves riesgos que representan para la salud humana. Como veterinaria, veo a personas que vacunan a sus animales de forma rutinaria, pero que son bastante frívolos con el tratamiento de las pulgas”.
La protagonista de este historia añadió: “Ahora también me horroriza cuando los niños se acercan a los gatos en la calle y comienzan a acariciarlos y jugar con ellos, ya que a menudo en estas situaciones un gato podría estresarse y volverse contra ellos.
“Si los arañaran, los padres no sabrían que el niño podría haber estado expuesto a las pulgas que portaban Bartonella.
“Pasar por esto realmente me impactó. Ahora quiero hacer todo lo posible para ayudar a crear conciencia”.
Un portavoz de MSD dijo: “La historia de la doctora Altoft destaca cuán graves pueden ser las infestaciones de pulgas. Su salud sufrió significativamente en las semanas posteriores a la contracción de Bartonella, con la necesidad de ausentarse del trabajo y la incapacidad de conducir durante algunas semanas después de que la visión se le alterara”.
“Esperamos que los dueños de mascotas lean la historia de la Dra. Altoft y que se aseguren que los tratamientos contra las pulgas de sus animales se mantengan actualizados como medida de precaución para proteger tanto a las mascotas como a los humanos”.
Fuente: www.comicsands.com
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