El diagnóstico de una lesión cerebral parte con la realización del historial clínico y la formulación de las preguntas asociadas a los síntomas que pudiere presentar el paciente, tales como:

• Cuándo comenzaron los malestarse y de qué tipo
• Calidad de constantes o intermitentes
• Progreso en el tiempo
• Factores que los aminoran o empeoran

Según las circunstancias, el paciente podría no tener claro o quizás no recordar los síntomas que este haya presentado; de ahí a que será responsabilidad de un familiar o de alguien cercano acompañarlo para complementar debidamente tal información.

Historial clínico y exámenes físicos

El historial clínico del paciente explora los síntomas asociados con su dolencia y pueden contribuir en la gran mayoría de los casos a establecer un diagnóstico acertado.

El examen físico ayuda a localizar una lesión cerebral. Un cuidadoso examen neurológico encontrará debilidades, cambios de sensación (que incluyen luz, dolor, vibración y posición), así como variantes en la coordinación.

La condición mental, agilidad y otros órganos del paciente deben ser también evaluados. Por citar un ejemplo, individuos con ritmos cardiacos irregulares o que padecen de fibrilación atrial, deben ser revisados con esmero, en tanto su condición reviste el riesgo de presentar infartos cerebrales. Dicho riesgo se incrementa en pacientes con estenosis de la carótida; en estos casos, el médico podría escuchar a través del cuello por el sonido de la sangre corriendo a través de la arteria y, ante la duda, solicitar un examen doppler para verificar algún problema, de ser necesario.

Imágenes y otros exámenes

Según el estado clínico del paciente, las imágenes del cerebro tales como la tomografia y, preferiblemente, la resonancia magnética (RM) -por el alto nivel de detalle que esta ofrece-, son útiles para realizar el diagnóstico de la lesión cerebral. Una angiografía puede ser agregada al de la RM para visualizar el sistema vascular del cerebro.

La punción lumbar es frecuentemente considerada en el arsenal de exámenes de diagnóstico para evaluar el líquido cefalorraquídeo (LCR) por infecciones, sangrado o en virtud de la posible presencia de un cúmulo de proteínas anómalas, según la situación clínica. Exámenes de sangre también son utilizados para explorar la presencia de enfermedades que involucren el cerebro.

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