Florence Nightingale, una mujer extraordinaria considerada precursora de la enfermería moderna, afirmó: “El ruido innecesario es la falta de atención más cruel que se le puede infligir a una persona, ya esté sana o enferma”. Casi dos siglos más tarde, la ciencia ha confirmado que nuestro cerebro necesita el silencio casi tanto como nuestros pulmones el oxígeno.
Vivimos en un mundo muy ruidoso. Vivimos con la música y la radio enganchada a nuestros oídos, ponemos la televisión “de fondo”, tenemos ruidos a nuestro alrededor casi todo el tiempo. Y esto, lejos de mantenernos alerta y despiertos, puede tener efectos perjudiciales en nuestro cerebro. La contaminación auditiva es algo muy real.
El silencio nos ayuda a contrarrestar los efectos del ruido excesivo. Descubre, a continuación, cuáles son los beneficios del silencio para nuestro cerebro.
Recientemente, científicos han descubierto que una exposición al silencio durante dos horas al día estimula la creación de nuevas neuronas en el hipocampo (una importante parte del cerebro, implicada en la memoria, las emociones y el aprendizaje).
Y es que nuestros cerebros tienen la capacidad de crear nuevas neuronas y nuevas conexiones neuronales durante toda nuestra vida. El cerebro tiene un impresionante potencial para adaptarse a las circunstancias y entornos. A esto se le llama plasticidad neuronal. Existen diferentes actividades de gimnasia cerebral dirigidas a estimular la plasticidad cerebral.
El silencio es más eficaz para relajarnos que música “relajante”, según un estudio. Los investigadores descubrieron que, durante la escucha de diferentes tipos de música, pausas de dos minutos entre pista y pista producían unos niveles de relajación muy superiores a los que se conseguían con la música sonando.
Diversos estudios han visto que el ruido puede perjudicar nuestra memoria a largo plazo, y la adquisición y desarrollo de las capacidades lingüísticas y de lectura en nuestros niños.
La buena noticia es que estos efectos son reversibles. Cuando el aeropuerto cierra o nos mudamos a una ciudad más tranquila, nuestro funcionamiento cognitivo vuelve a su estado óptimo.
¿Cómo utilizar el poder del silencio para mantener nuestro cerebro sano?
En síntesis: el ruido mata
Ningún científico cuestiona a la fecha que la práctica del silencio y de la meditación evita que caigamos en cavilaciones negativas. Ya lo dijo Pascal: toda la desgracia de los hombres viene de no saber permanecer en reposo en una habitación.
Vivimos en un mundo regido por la economía de la atención: sugerencias, distracciones, bombardeo de información, continuas interrupciones en el trabajo…, todo ello agota al cerebro.
Según un informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente el efecto del ruido mata a 10.000 personas al año. Se ha demostrado una relación entre la exposición al ruido, el descenso del rendimiento escolar y el aumento del riesgo de dislexia. El ruido es una grave agresión para nuestro rendimiento cognitivo.
Asimismo, la conciencia en la respiración es también un camino hacia el silencio. Sesiones diarias de respiración profunda acaban por traducirse en una desaceleración de la frecuencia cardíaca, disminución de la presión arterial y reducción de la tasa de cortisol. En esta situación de calma y bienestar el corazón produce un ritmo especial capaz de sincronizar otros sistemas fisiológicos como las ondas cerebrales, la digestión y el sistema inmunitario.
Fuente: un artículo de Andrea García Cerdán publicado en el portal www.rtve.es/television
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