Los padres de un niño de cuatro años —que estuvo enfermo durante meses y le costaba caminar— sabían que algo andaba mal, incluso cuando los médicos les aseguraron en más de una ocasión que su hijo se encontraba bien. Y fue la ayuda de una enfermera atenta y con ojo de águila quien dio con el diagnóstico que necesitaban: los extraños síntomas del menor se debían a un tumor cerebral.

“Ningún padre de familia debería luchar durante tanto tiempo para descubrir qué le pasa a su hijo”, afirmó Gladys Mears a CTV News.

A menudo se podía encontrar a Landon bailando y cantando en la casa, pero en junio del año pasado, el otrora feliz niño de cuatro años comenzó a enfermarse con más frecuencia y sus preocupados padres se dieron cuenta.

“Él vomitaba a primera hora de la mañana a veces, o al azar durante el día”, explicó Mears.

Ella pasó a describir sus síntomas como similares a los de una gripe. Como cualquier madre vigilante y preocupada por el bienestar de su pequeño hijo Landon, ella lo llevó al doctor. Sus médicos realizaron varias pruebas, según Mears, y todo siguió mostrándose “normal”.

Entonces, un día, Landon comenzó a tener problemas para pararse derecho y caminar.

“Apenas puede caminar”, dijo con preocupación el padre de Landon, Scott Gillespie.

El niño de cuatro años incluso le dijo a su padre: “Tengo las piernas rotas” y el propio reconocimiento del niño de que algo andaba mal movió a sus padres a llevarlo de regreso al hospital con la esperanza de obtener un diagnóstico diferente.

Para sorpresa de Mears y Gillespie, los médicos les dijeron una vez más que todo era “normal”, a pesar de las señales que indicaban que algo no estaba marchando del todo bien. Luego, cuando salían del hospital, Mears dijo que una enfermera que pasaba notó la forma en que Landon luchaba por caminar.

La enfermera observadora resultó ser un salvavidas, porque le pidió a la familia que regresara adentro para realizar una resonancia magnética (IRM), y fue entonces cuando descubrieron que Landon tenía un gran tumor creciendo en su cerebro. “Ella le salvó la vida”, recuerda Gillespie agradecido.

Comprender los tumores cerebrales

Los tumores cerebrales —que pueden ser cancerosos (malignos) o benignos (no cancerosos)— pueden afectar tanto a niños como a adultos.

Según la Sociedad Estadounidense de Oncología Clínica, los tumores cerebrales representan del 85% al 90% de todos los tumores primarios del sistema nervioso central (SNC).

El SNC incluye el cerebro y la médula espinal, y actúa como el principal centro de procesamiento del sistema nervioso en su conjunto, según la Sociedad Estadounidense del Cáncer. El funcionamiento normal del SNC, que implica el envío de mensajes desde el cerebro a otras partes del cuerpo, se interrumpe si hay tumores.

Los tumores primarios son “gliales” o “no gliales”. Los tumores gliales que se encuentran en el cerebro están compuestos de células gliales, que “ayudan a sostener, conectar y proteger las neuronas de los sistemas nervioso central y periférico”, según apunta Medical News Today.

Los tumores no gliales se desarrollan sobre o dentro de las estructuras del cerebro, incluidos los nervios, los vasos sanguíneos y las glándulas.

Los tumores cerebrales benignos o no cancerosos incluyen:

• Cordomas
• Craneofaringiomas
• Gangliocitomas
• Glomus yugular
• Meningiomas
• Pineocitomas
• Adenomas hipofisarios
• Schwannoma
• Neuromas acústicos

Los tumores malignos o cancerosos incluyen:

• Gliomas (que constituyen el 78% de los tumores cerebrales primarios cancerosos)
• Astrocitoma
• Ependimomas
• Glioblastoma
• Oligodendroglioma
• Meduloblastoma

Signos y síntomas de tumores cerebrales

Los síntomas que pueden causar los tumores cerebrales son similares para niños y adultos. Los tumores no siempre causan síntomas, pero pueden afectar la función cerebral y la salud general de una persona.

La Clínica Mayo identificó varios síntomas comunes para los niños diagnosticados con tumores cerebrales que incluyen:

• Un punto blando más lleno (fontanela) en el cráneo en los bebés
• Convulsiones, especialmente cuando no hay antecedentes de este tipo de alteraciones repentinas e incontroladas
• Movimiento anormal de los ojos
• Trastornos del habla
• Dificultad al tragar
• Pérdida de apetito, y en el caso de bebés, dificultad para alimentarse
• Dificultad con el equilibrio
• Problemas para caminar
• Debilidad o pérdida de sensibilidad en un brazo o una pierna
• Debilidad o caída de un lado de la cara
• Confusión e irritabilidad
• Problemas de memoria
• Cambios de personalidad y comportamiento
• Problemas de audición

Si alguno de estos síntomas le preocupa, usted debe comunicarse de inmediato con el médico de su hijo.

Tratamiento de tumores cerebrales

Después de que se descubrió el tumor de Landon, lo llevaron inmediatamente a una cirugía donde los médicos lograron extirpar el 98% del tumor.

La cirugía, la radioterapia, la radiocirugía, la quimioterapia, la terapia con rayos de protones y la terapia dirigida son opciones de tratamiento para los tumores cerebrales infantiles señala la Clínica Mayo. Los médicos, una vez estudiado el caso a fondo, determinan el método de tratamiento según el tipo de tumor cerebral que tenga su hijo, su tamaño, su grado o la etapa de avance y ubicación.

CTV News informó que Landon todavía se está recuperando de su cirugía, y la radioterapia será el próximo paso en el viaje de este joven y valiente guerrero. Sin embargo, la opción de terapia no está disponible en Canadá, por lo que la familia se está preparando para viajar a los EE. UU. para obtenerla.

“Es un tumor resistente a la quimioterapia, así que lo que tienen como opción es emplear radiación dirigida directamente al área donde está el tumor”, describió Mears.

La radioterapia con protones tiene características similares a la terapia con rayos X, excepto que la terapia con protones puede ser controlada por los médicos y puede dirigirse mejor a las células cancerosas con menos efectos secundarios.

Los expertos de SurvivorNet dicen que los rayos X son como una bala. A medida que pasan a través de una persona, causan el mayor daño justo debajo de la piel. Siguen pasando a través de sus tejidos y eventualmente salen del cuerpo. Es por eso que a menudo pueden dañar las células sanas junto con las células cancerosas.

Los protones son partículas cargadas positivamente que se encuentran en el núcleo de los átomos. A diferencia de los rayos X, los protones son muy pesados y pierden velocidad rápidamente. Los médicos pueden controlar mejor dónde libera el protón la mayor parte de su energía para que la radiación se detenga en el objetivo.

La terapia de protones por lo general es “sin dolor” y dura solo unos minutos para administrarse, razón por la cual la terapia puede continuar “durante varias semanas”, según señala John Hopkins Medicine.

Mientras los padres navegan por el camino del cáncer y el tumor con sus jóvenes guerreros, es importante recordar que los cuerpos de los niños pueden reaccionar de manera diferente a los procedimientos aplicados a los adultos, porque sus cuerpos aún están creciendo.

Según apunta el Instituto Nacional del Cáncer (NCI): “Los niños pueden recibir tratamientos más intensos… y pueden responder de manera diferente a los medicamentos que controlan los síntomas en adultos”. Por lo tanto, es importante hacer muchas preguntas a los médicos durante el proceso de diagnóstico, conocer a fondo las opciones, las ventajas y los posibles efectos de cada protocolo. Manejar con claridad toda esta información resulta un imperativo de cara a determinar el mejor tratamiento a seguir.

Fuente: un artículo de Kavontae Smalls publicado en www.survivornet.com

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