Cuando esté luchando contra el cáncer, experimentará muchos tipos de días. El día del diagnóstico inicial es difícil. Con suerte, cuenta con una persona de apoyo con usted para escuchar las cosas que puede perderse, ya que su cerebro no puede creer las noticias.
Su oncólogo puede tranquilizarlo ayudándolo con la información difícil, y es también quien ventajosamente escuchará y responderá sus preguntas. Y si tienes suerte, saldrás de allí con un plan. Es posible que no te guste el plan, pero para algunos tipos de cáncer, no hay tiempo que perder y debes comenzar el tratamiento. Otros pueden ser capaces de esperar.
Hay días que también son buenos. A veces escuchas cosas como que estás en remisión, tu tomografía computarizada es clara, los resultados de tus análisis de sangre son óptimos y tal vez incluso la serena voz de un médico que tras atenderte en tu cita de control dice: “No necesito verte durante seis meses”.
Luego, están los días que lo cambian todo… cualquier diagnóstico inesperado suele ser difícil de asimilar e incluso nos deja esa extraña sensación de que todo se torna aún más cuesta arriba.
Viviendo la experiencia del cáncer: un testimonio
Hace nueve años, me diagnosticaron cáncer y, desde entonces, he tenido tres cirugías, cuatro sesiones de quimioterapia y dos rondas de radiación. Actualmente soy una paciente dentro de un programa de ensayo experimental, como parte de mi tratamiento contra el cáncer.
Pero a pesar de las dificultades, como el cáncer que cambió mi apariencia, en este punto de mi viaje puedo decir que hay más días buenos que malos. Espero que otros pacientes en mi misma situación también puedan reconocer sus días buenos.
Muchos de estos bellos momentos suelen ser de naturaleza simple, y suceden cuando miras afuera y ves las plantas despertándose vigorosas después del invierno, los alegres petirrojos en los árboles haciendo nidos, la luminosidad de días más largos con sol, la hermosa vista de las hojas de otoño y el primer copo de nieve. Estos días sin pretensiones son increíblemente importantes para que el paciente los reconozca y los experimente.
Si bien los días buenos actualmente superan a los malos, todavía tengo momentos en los que lucho. La semana pasada, mi día oscuro se hizo cargo. Traté de mantenerme positiva, pero la tristeza ganó. Lloré. Tuve un quebranto en mi salud que cambió los acontecimientos en mi vida. Si bien creo que tenemos una solución para mi problema, toda la experiencia me entristeció, no solo por mí sino por mi esposo.
Habíamos programado unas merecidas vacaciones hace meses para esquiar y visitar a la familia. Tuvimos que revisar la planificación del viaje en torno a las fechas del tratamiento, los boletos de avión y el clima. Debía volar antes que mi esposo para poder pasar algo de tiempo con mis nietos. Logré salir al Oeste y tres días después, tuve que volver a casa por una emergencia médica. Mi esposo nunca hizo el viaje porque tuvo que llevarme al hospital. El cáncer arruinó nuestras vacaciones.
Queríamos seguir creando nuevos recuerdos con los nietos y la familia y esquiar montaña juntos. No sucedió. Créanme, esquiar con nuestros nietos hubiese sido un mejor recuerdo…
Pero la vida sigue. Mi problema está bajo control y mi esposo ha sido estelar como mi mejor amigo, a pesar de que sus vacaciones se vieron comprometidas. Siendo honesta, tengo una culpa terrible de haber arruinado su tiempo en la montaña, pero es justo decir que no podría haber sido más solidario conmigo durante toda esa semana de recaída.
Entonces, esto me plantea la pregunta: ¿Cómo superas un día oscuro? ¡Solo lo haces, y ya! Tratas de mantenerte positivo y miras con entereza hacia mejores días. Es importante no detenerse en el día oscuro.
También debes hacer planes para los próximos días. Pueden ser unas minivacaciones como pasar la noche o un fin de semana largo fuera de casa. Puede ser un viaje de una semana a la playa. No debes dejar de hacer planes. ¡Debes vivir tu vida al máximo!
Esta mujer que ahora escribe su experiencia derramó algunas lágrimas aquella semana, pero también ha superado el día oscuro. No permitiré en adelante que el temor y la tristeza me quiten más de mi precioso tiempo de vida.
Tengo la suerte de poder seguir planificando nuestro próximo periplo para esquiar en familia —si la nieve no se derrite—; dar el próximo paseo en bicicleta por los soleados senderos de Ohio; pasar tiempo en Carolina del Norte para ver a mi nieta mayor graduarse de la escuela secundaria o disfrutar de unas cortas vacaciones en la playa con mi marido.
Soy una mujer afortunada. Lo celebraré todos los días.
Fuente: un testimonio de Julie S. Brokaw publicado en el portal www.curetoday.com
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