Los tumores cerebrales representan del 85% al 90% de todos los tumores primarios del sistema nervioso central. La mortalidad de este grupo de tumores es de 4,22 por cada 100.000 habitantes por año. En Ecuador se estima que aproximadamente 2.800 personas son diagnosticadas de tumor cerebral cada año.
El doctor Mario Pinos Gavilanes, neurocirujano y Director Médico de Gamma Knife Center Ecuador (GKCE), sabe que este es un diagnóstico aterrador para muchos de sus pacientes. Por eso, se asegura de expresarles durante la primera cita que él los atenderá como si fuesen parte de su propia familia. También les dice que no los tratará de forma aislada. De hecho, Pinos colabora con el Hospital Roberto Gilbert en la atención de casos pediátricos, con el afán de desarrollar un plan de tratamiento personalizado tanto para tumores benignos como malignos de niños y adolescentes.
En esta entrevista y mediante preguntas directas, el doctor Pinos nos acerca su experiencia en el diagnóstico, atención y tratamiento especializado dirigido a combatir tumores cerebrales, y nos explica qué pueden esperar los pacientes a lo largo del camino de recuperación de su salud.
P: Doctor Pinos, nos gustaría saber cómo la cirugía cerebral se convirtió en una de sus pasiones. ¿Qué le hizo decidir convertirse en neurocirujano?
M.P.: Esa es una muy buena pregunta. Ante todo, gracias por tomarse el tiempo de charlar conmigo y de permitirme relatar a la colectividad un poco más sobre los tumores cerebrales. Desde muy joven quise ser neurocirujano y, durante mis estudios de Medicina, eso se convirtió en una verdadera pasión, sobre todo cuando vi cómo se realizaba una operación para extirpar un tumor cerebral.
Luego, durante la etapa de residencia, te expones a todo tipo de facetas diferentes a la neurocirugía. Y de ellas, las que más me atrajeron fueron la de los pacientes con afecciones del cerebro, ya sea las vinculadas con los vasos sanguíneos, tumores u otros problemas similares que pudieran surgir en ese vital órgano. Esta práctica me pareció mucho más gratificante y agradable, y por ello decidí seguir este camino sin mirar atrás; cabe decir que lo he disfrutado intensamente desde entonces.
P: Entonces, no todos los tumores o lesiones cerebrales son cancerosas, ¿correcto? ¿Puede explicar los diferentes tipos?
M.P.: Cada vez que alguien recibe la información, la noticia o una llamada telefónica en la que se le hace saber que tiene un tumor cerebral, la gran mayoría de las personas se quedan petrificadas. Si hablamos de los tumores más comunes que pueden surgir en nuestra población, y le pregunto por un tumor en el cuerpo, probablemente usted no pensaría en el tumor cerebral como el primer tipo de tumor que le viene a la mente.
Si aludimos a individuos conocidos con los que has hablado de temas de salud, sean personas de la iglesia, miembros de la familia, gente de la comunidad, lo más frecuente es que estos hayan sido diagnosticados con un tumor de pulmón, de próstata, de mama o de colon. Eso es una constante. El tumor cerebral es afortunadamente una enfermedad poco frecuente, pero cuando ocurre, la gente lo encuentra muy inquietante, porque se trata de un mundo desconocido para la gran mayoría de la población; porque, por ejemplo, todos hemos visto imágenes de los pulmones y podemos sentir varias partes del cuerpo, pero el cerebro es un órgano al que nunca veríamos ni sentiríamos.
La ansiedad es siempre muy abrumadora. De hecho, cuando los pacientes acuden a mí, normalmente vienen con una resonancia magnética o una tomografía computarizada. Luego de analizar el caso detalladamente, tengo la oportunidad de ayudarles a determinar cuál es el mejor tratamiento a seguir. De lejos, la mayoría de los tumores que veo son benignos, no cancerosos, al menos en GKCE; pero, desafortunadamente, muchos tumores surgen en otras partes del cuerpo, como por ejemplo en el pulmón y en otros órganos, como ya mencioné, y pueden propagarse al cerebro, en lo que se denomina una metástasis cerebral, y entonces, obviamente, estamos frente a una historia diferente.
Con base en la historia clínica del paciente y lo que muestran las imágenes de la tomografía computarizada o de la resonancia magnética, y una combinación de los tres, logramos determinar si algo es probablemente canceroso o no canceroso, en otras palabras, benigno o maligno.
P: Me imagino que cuando se le dice a alguien que tiene cáncer, esto no solo le genera ansiedad por lo serio de la enfermedad, sino también porque se trata de un cáncer cerebral, que como usted mencionó, es algo que despierta mucho miedo. ¿Puede usted explicarnos cómo se vive esta situación? ¿Cómo comunica esa noticia y reconforta a los pacientes durante ese shock inicial?
M.P.: Creo que lo más importante que hay que hacer con un paciente, en primer lugar, es ser honesto con él. Un paciente es muy vulnerable en el momento en que descubre que algo no va bien en su cerebro. Y, como dije, normalmente están petrificados del pavor. Hay que tomarle la mano, sentarse cerca de él y decirle la verdad sobre lo que uno cree que está pasando.
Pero al mismo tiempo, hay que asegurarse de brindarles esperanza y calmar sus miedos, y decirles lo que se piensa puede suceder. A menudo, los pacientes, cuando escuchan la noticia, obviamente, están muy preocupados y emocionalmente muy perturbados; por ello, es muy importante que haya familiares presentes en ese momento, porque cuantos más oídos puedan escuchar esa conversación y la explicación del médico, mejor será.
Por eso creo que la honestidad y hablar en un lenguaje que todos puedan entender, en lugar de, ya saben, la terminología médica, es fundamental; y, asimismo, explicarles lo que pueden esperar de cara a su diagnóstico. Cuando tengo una conversación que, entre comillas, es una mala noticia y creo que el cuadro se trata de cáncer, descubro que no solo necesitaré de una conversación, sino de dos o tres charlas para permitir que el paciente lo acepte lo mejor que pueda y, en segundo lugar, para dejarle espacio para plantear todas las preguntas; porque en la primera visita, pueden estar tan perturbados emocionalmente que no son capaces de hacer las consultas asociadas a su caso. No obstante, cuando los pacientes se lo piensan con la almohada, hablan con miembros cercanos de la familia, con su guía espiritual o con el médico de atención primaria, pueden saltarles inquietudes válidas que serán muy útiles para prepararse para lo que les espera.
P: ¿Cuáles son algunas de las preguntas más comunes que recibe de los pacientes?
M.P.: Bueno, una de las cosas que sucede con los tumores cancerosos es que, obviamente, la gente se pregunta cuánto tiempo le resta de vida. Es una pregunta muy común y muy natural que ellos se hacen. Y creo que todo depende del tipo de cáncer que tiene el paciente. ¿Se origina en el cerebro o es un cáncer que proviene del pulmón, por ejemplo?
¿Se trata de un cáncer que ya se conocía y que se había descubierto debido a dolores de cabeza, por una convulsión u otras razones por las que también tenía una metástasis diseminada al cerebro? Creo que hay muchos factores que influyen para poder responder a esa pregunta. Considero, sin embargo, que algo importante es no dar un marco de tiempo la primera vez que se conoce al paciente, porque hay tantas incógnitas que entran en juego cuando se comienza un tratamiento, que no cabe equivocarse con eso.
No se les debe dar un marco de tiempo demasiado corto cuando pueden vivir una década. Personalmente, creo que es importante ser honestos con el paciente al respecto y no ocultarle la información, pero a la vez ser capaces de guiarlos con paciencia y serenidad en esa incertidumbre que ellos pueden tener durante el período en el que tratamos de averiguar qué lesión tiene. De ahí la necesidad de enviar el tejido al patólogo para que lo examine bajo el microscopio, pero también para determinar si realmente es cáncer, qué tipo de quimioterapia necesitará, si requerirá radioterapia, y si es así, qué tipo de quimioterapia o radioterapia y, lo más importante, qué podemos hacer con el resto del cáncer activo en otras partes del cuerpo, si es de ahí de donde proviene, de modo que tratemos al paciente en su totalidad y no solo al cerebro.
P: ¿Nos podría contar un poco sobre lo que implica desarrollar un plan de tratamiento? Entiendo que hay mucha planificación en Gamma Knife Center Ecuador (GKCE) desde el principio. ¿Es correcto?
M.P.: Eso es correcto. En GKCE, lo que hemos defendido para nuestros pacientes es ponerlos siempre en el centro de cada plan de tratamiento. Por lo tanto, un plan que sería el adecuado para usted o para mí probablemente sería incorrecto para otra persona. Y creo que es importante considerar las necesidades del paciente, tener en mente sus otros problemas médicos, y conocer de primera mano cuáles son sus necesidades, anhelos y deseos.
Una persona de 85 años tiene un pronóstico diferente al de una persona de 25, y en función de eso el especialista adapta el tratamiento. Entonces, lo que normalmente hacemos es que una vez que se realiza el diagnóstico o se confirma la sospecha de la existencia de un tumor cerebral, nosotros analizamos al detalle las tomografías computarizadas y las resonancias magnéticas juntos, y discutimos lo que requerirá cada caso. Cada miembro del equipo multidisciplinario de GKCE tiene que dar su opinión y luego de llegar a un consenso, elaboramos un plan de tratamiento integral que proponemos al paciente en función de lo que sabemos son sus preferencias.
P: ¿Todos los pacientes requieren cirugía?
M.P.: No necesariamente, porque con frecuencia lo que recomiendo de modo especial si la resonancia magnética sugiere que se trata de un tumor no canceroso, es que lo vigilemos. Entonces, lo que les sugiero a los pacientes es que no pensemos que esto sea cáncer, y que mantengamos puesto el ojo ante cualquier nuevo síntoma.
La única vez que recomiendo la cirugía como primera opción es cuando pienso que se trata de cáncer. Si creo que no es canceroso, ¿por qué operar? Y a veces, de hecho, desde el principio, cuando se trata de un paciente que no tiene cáncer, decimos: “Bueno, hagamos otra resonancia magnética o una tomografía computarizada en tres meses para ver si está creciendo”. Y si no crece, lo vigilaremos, y de esa manera el paciente podrá continuar con su vida sin necesidad de someterse a una cirugía cerebral.
P: Bueno, para aquellos que sí necesitan cirugía, ¿puede comentarnos un poco sobre cómo ha mejorado la tecnología, y puede explicarnos cuántos de los procedimientos actuales se realizan con un enfoque mínimamente invasivo?
M.P.: Todo depende de qué tumor sea, dónde se encuentre y cuál sea la interrupción mínima que se deba causar. Por ejemplo, cuando analizamos un tumor de la hipófisis, estos se producen en la parte inferior del cerebro y, tradicionalmente, se han operado a través de la nariz. Por fuera, no se ve nada y nunca se sabe que se ha operado, salvo los síntomas de la cirugía, como dolor de cabeza y, a menudo, un pequeño goteo de sangre por la nariz, pero el paciente puede volver a casa al día siguiente.
No obstante, a veces hay tumores tan grandes en el cerebro que no se puede realizar una cirugía mínimamente invasiva. Y en ese caso, es muy importante que se cumplan un par de cosas: mantener intacta la apariencia externa del paciente, desde el exterior hasta el interior.
Por eso, a menudo realizo la cirugía tradicional entre los cabellos para no tener que afeitarles el pelo y que así, cuando le quiten las grapas, el paciente luzca exactamente igual que antes de la cirugía. Eso ayuda a que este pueda mirarse al espejo y verse a sí mismo. Las mujeres a menudo se preocupan más por su pelo que los hombres y gastan mucho dinero en su cuidado. Lo que no queremos es que un neurocirujano entre con una rasuradora y les afeite la mitad de la cabeza. La otra cuestión es: ¿qué tan grande debe ser la abertura del hueso? Hay que abrir el cráneo para llegar al cerebro porque, por fortuna, el cerebro está protegido por el hueso.
Y entonces, cuando abrimos el cráneo, tenemos que abrirlo sobre el área donde está el tumor. Por lo tanto, lo que no queremos hacer es que la apertura sea mínimamente invasiva y no nos permita realizar el trabajo que necesitamos hacer. Entonces, para mí, lo más importante es lograr el objetivo que necesito, en otras palabras, extirpar el tumor. Si es canceroso, sacar todo o resecar la mayor parte. Y el tamaño de la craneotomía, como se le llama a la abertura del cráneo, es menos importante para mí que lograr mi objetivo, y que el paciente regrese con sus familiares en un buen estado clínico.
P: ¿Cómo es el tiempo de recuperación típico a la fecha en comparación con hace 20 años?
M.P.: Sí, muchas cosas han cambiado. Antes, el tiempo de recuperación del paciente era de varias semanas durante el cual lo mantenían bajo estricta observación; incluso lo internaban en el hospital antes de la intervención quirúrgica. Ahora, llega el día de la cirugía, se opera, pasa la noche en la UCI y al día siguiente se va a casa. La mayoría de mis pacientes vuelven a casa desde la UCI y se levantan y caminan un poco. Para nosotros es muy importante movilizar al paciente, ponerlo de pie, acostumbrarlo a comer o beber lo suficientemente pronto, porque cuanto antes pueda ser dado de alta, mejor será para él, porque de lo contrario se queda acostado en una cama de hospital, y eso no es bueno.
Es necesario estar de pie y activo, y la mayoría de las veces logramos ese objetivo. Incluso en el caso de pacientes de edad avanzada, esto resulta vital. En verdad es más relevante para ellos que para personas más jóvenes, porque lo que no queremos es que una persona mayor acabe en una cama hospitalaria, y que todo se les torne más difícil.
Quiero decir que, probablemente puedas recordar cuando tenías 18 años, si no es que ahora tienes esa edad; pero cuando eras mucho más joven, eras capaz de superar una dolencia mucho más rápido que ahora. Y creo que a medida que envejecemos, es muy importante recordar que estar activo es mucho más importante que simplemente estar acostado en una cama ortopédica, con la enfermera o el médico haciéndolo todo por ti.
P: ¡Y eso es maravilloso! ¿Qué consejo les daría a los cuidadores?
M.P.: Creo que lo más importante para los cuidadores de pacientes con tumores cerebrales es darles el mayor apoyo, amor y atención posible. Pero una cosa que les recomiendo es que no hagan todo por ellos. Aunque hayan tenido una cirugía cerebral, si van a la cocina y ustedes les preparan un sándwich y les traen un vaso de agua, o hacen todo lo demás por ellos, ellos no se van a levantar y caminar.
Mi objetivo es que sean activos. Así que sí, bríndenles todo el apoyo. Y también sean honestos con nosotros lo médicos. A menudo, los familiares pueden ser mucho más una caja de resonancia para nosotros, compartiendo las buenas y las malas noticias sobre los avances del paciente.
Y creo que la mayoría de los pacientes dependen en gran medida de sus familiares durante el período de recuperación, pero también después, cuando reciben quimioterapia y radioterapia, si se trata de cáncer. Considero que esto es realmente maravilloso, porque nada se iguala a contar con el regalo de tener familiares cariñosos y un sólido sistema de apoyo.
P: Gracias, doctor Pinos, por toda esta importante información y por el trabajo que realiza en favor de nuestra comunidad médica. Unas palabras finales a quienes están en duda o temerosos ante un diagnóstico preocupante.
M.P.: Muchas gracias a quienes confían en mi trabajo y en el que realizamos con seriedad y entusiasmo desde hace 13 años en Gamma Knife Center Ecuador. Puedo afirmar, desde mi experiencia, que el centro está en plena capacidad de ofrecer una atención excepcional en el tratamiento especializado de tumores cerebrales benignos y malignos, en tanto el staff profesional utiliza la tecnología más sofisticada, la radiocirugía estereotáctica Gamma Knife®, para destruir de forma segura y eficaz muchos tipos de lesiones cerebrales.
GKCE es uno de los 300 centros en todo el mundo con esta capacidad quirúrgica. Con Gamma Knife® Icon™, nuestros médicos pueden tratar tumores que alguna vez se consideraron inoperables. Los resultados han demostrado ser superiores o comparables a los de la neurocirugía convencional o la radioterapia de todo el cerebro, según la afección específica tratada. En nuestro centro, usted está en manos excepcionalmente capaces de cirujanos altamente capacitados, y sin salir del país.
Finalmente, una recomendación: ante un diagnóstico alarmante siempre será imperativo obtener una segunda opinión. Y por favor: ¡Nunca descarte la esperanza!
Fuente: GKCE
La positiva evolución de los servicios especializados de radiocirugía estereotáctica que ofrece Gamma Knife Center Ecuador (GKCE), se la debemos a cada paciente que nos confía el tratamiento de su tumor cerebral.
Ser canales activos para reinstalar el bienestar y la calidad de vida en cada uno de ellos, ha sido y es nuestra máxima motivación para permanecer junto a la comunidad haciendo lo que más nos gusta: mantener despierta la esperanza.
Permítanos brindarle excelente asistencia profesional y compartir la probada experiencia de nuestro reconocido staff médico. Operar con la tecnología más eficiente a nivel mundial, nos convierte en su mejor aliado al momento de buscar una segunda opinión.
El procedimiento con Gamma Knife Icon® es eficaz para tratar tumores cerebrales benignos y malignos, malformaciones arteriovenosas, neuralgia del trigémino, epilepsia refractaria, temblores esenciales, TOC y otras patologías. Su principal ventaja radica en que puede aplicarse incluso en las zonas más críticas y de difícil acceso del cerebro, sin que la radiación lesione al tejido sano circundante.
Para servirlo mejor nuestro centro está acreditado ante la Red Pública Integral de Salud (IESS, ISSFA, ISSPOL, MSP) y las principales aseguradoras privadas del país.
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