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¿Qué le ocurre al cerebro durante un ataque de pánico?

Sensación de ahogo, mareos, taquicardia y una percepción de amenaza casi aterradora… Sufrir un ataque de pánico es una de las experiencias más devastadoras. Pero, ¿qué sucede en nuestro cerebro en esos momentos?

Lo que le ocurre al cerebro durante un ataque de pánico puede definirse en una frase: es secuestrado por el miedo. Tras esta afirmación, puede que muchos se pregunten, pero… ¿miedo a qué? Como bien sabemos, este tipo de experiencias pueden desencadenarse en situaciones inocuas, en momentos donde, al menos en apariencia, no hay ningún estímulo amenazante.

Podríamos dar miles de ejemplos sobre este tipo de situaciones, como el de un joven cualquiera que toma el coche para ir al trabajo. En un momento dado, y mientras nuestro protagonista aguarda a que el semáforo se ponga en verde, siente como una sensación de ansiedad se adueña de él. No puede respirar, el corazón bombea con una fuerza tremenda y él, incapaz de mantener el control, siente que está a punto de morir.

Los ataques de pánico pueden aparecer sin necesidad de que exista un desencadenante claro. Sin embargo, nuestra hipersensibilidad está ahí, el miedo siempre está latente, alimentado por una ansiedad acumulada durante semanas, meses e incluso años.

El cuerpo reacciona porque nuestro sistema nervioso y, en concreto, nuestro cerebro, presenta una sobreactivación en ciertas regiones que median en nuestro procesamiento y aprendizaje emocional.

Son situaciones muy complejas que han despertado el interés de los neurocientíficos desde hace décadas. Sobre todo porque, en ocasiones, este tipo de trastornos aparecen en muchas familias, pero no en todos sus integrantes. ¿Existe quizá algún componente genético o es quizá un desencadenante exclusivamente ambiental? Veamos más datos a continuación.

 

¿Qué le ocurre al cerebro durante un ataque de pánico?

Lo señalábamos al inicio, lo que le ocurre al cerebro durante un ataque de pánico es que está sometido a una emoción primaria muy poderosa: el miedo.

Así, tal y como nos revela un estudio realizado en la Universidad de Londres por el doctor Dean Mobbs, lo que sucedería en realidad es que nuestros mecanismos de defensa están sobreactivados. Es decir, experimentamos un miedo desmesurado e irracional hacia amenazas que no siempre son reales (o no son potencialmente peligrosas para nuestra integridad o supervivencia).

Ahora bien, hay un hecho evidente, y es que estamos ante una realidad psicológica que experimenta cerca del 12% de la población. Debemos entender que los ataques de pánico no son más que un síntoma de algo, de una condición subyacente mediada por el estrés y una ansiedad arrastrada en el tiempo. A menudo, muchos de nosotros terminamos por familiarizarnos con las sensaciones de la ansiedad, hasta el punto de normalizarlas y asumir que es nuestra forma de ser.

Hasta que cierto día nuestro sistema nervioso llega al límite, y entonces, toda esa activación interna acumulada termina manifestándose de muchas maneras, siendo los ataques de pánico una de ellas. Conozcamos a continuación qué ocurre en nuestro cerebro en estos momentos.

 

La amígdala, el centro funcional del miedo

La amígdala cerebral es una estructura fascinante. Sabemos que desempeña una función básica para nuestra supervivencia (al igual que en los animales). Tenemos claro también desde hace décadas, que es ella quien nos genera la emoción del miedo para que reaccionemos ante las amenazas de nuestro entorno.

Ahora bien, algo que nos señalan los científicos es que lo que le ocurre al cerebro durante un ataque de pánico es que es víctima de una amígdala sobreactivada. Es decir, hay una respuesta excesiva y desmesurada ante lo que interpretamos como amenazas, sean reales o no.

 

La ínsula, más allá del miedo: cuando llega el pánico

Hasta no hace mucho pensábamos que la auténtica responsable de nuestros ataques de pánico era la amígdala. Sin embargo en los últimos años hemos descubierto que en realidad, esta región no era tan determinante como pensábamos en un inicio. En realidad, existe otra estructura cerebral que nos sitúa en un estado que va más allá del miedo, una que lo intensifica más aún para situarnos ya en un estado de pánico.

Hablamos de la ínsula, otra puerta hacia esas situaciones donde nuestras emociones se disparan, donde perdemos el control y donde además del pánico, experimentamos ese desajuste corporal donde surgen los mareos y la turbación.

 

Lo que le ocurre al cerebro durante un ataque de pánico: el mesencéfalo, detente o corre

El mesencéfalo, conocido también como cerebro medio, es una estructura situada en la parte superior del tronco del encéfalo. Según el doctor Dean Mobbs, durante un ataque de pánico se activa un área de este región cerebral, una zona denominada sustancia gris periacueductal.

Esta sustancia puede contribuir a generar dos acciones incompatibles: la de huir o la de quedarnos quietos para protegernos de una amenaza. Ahora bien, esta zona se activa solo cuando hay un nivel de ansiedad muy elevada.

 

El primer ataque de pánico y su huella emocional

Quien haya experimentado alguna vez un ataque de pánico sabe lo que sucede después: el miedo a sufrir otro más. El hecho de que esa vivencia sea tan intensa y turbadora no es casual. Tanto es así que, en un estudio realizado en la Universidad de Ottawa, Canadá, los autores señalan que la experiencia fisiológica y emocional de ese primer ataque deja una impronta profunda a nivel cerebral.

Ese impacto origina un nuevo vínculo, el del «miedo al miedo». De pronto, el miedo a experimentar un nuevo ataque genera una angustia persistente, lo que acaba aumentando la probabilidad de sufrirlo.

Para concluir, estos hechos, estas realidades a nivel neurológico son tan peculiares como llamativas, pero si hay un hecho importante es que los científicos conocen mucho mejor dichos mecanismos. En poco tiempo dispondremos de tratamientos más efectivos y enfoques psicológicos más precisos para dar una mejor respuesta a estas situaciones tan limitantes.

 

Fuente: un artículo de Valeria Sabater para lamenteesmaravillosa.com

 

La radiocirugía estereotáctica con Gamma Knife® es un efectivo protocolo de alta tecnología diseñado para tratar anormalidades funcionales y pequeños tumores cerebrales, que permite aplicar con extrema precisión altas dosis de radiación, con enfoque y precisión submilimétrica, sin lesionar el tejido sano circundante.

El procedimiento hace factible tratar varios tumores en una sola sesión ambulatoria o atender la reaparición de estos en subsiguientes sesiones de radiocirugía. La estadística no registra efectos secundarios en quienes han accedido a esta revolucionaria e innovadora técnica quirúrgica de origen sueco, que ya suma más de un millón de casos exitosos a nivel mundial.

En tanto es un tratamiento no invasivo no existen riesgos de infecciones u otras posibles complicaciones típicamente derivadas de las cirugías convencionales.

Entre las patologías cerebrales atendidas  en Gamma Knife Center Ecuador anotamos: tumores cerebrales, cavernomas, cordomas, craneofaringioma, gliomas, ependimoma, meningiomas, hamartoma hipotalámico, neuralgia del trigémino, malformación arteriovenosa cerebral, tumores nasofaríngeos, metástasis cerebrales únicas y múltiples, tumores de hipófisis funcionales y no funcionales, neurinoma del acústico, melanoma ocular, neurofibromatosis y tumores de la región pineal.

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