La mayoría de los estudiosos están de acuerdo en tres hechos sobre el cerebro adolescente.

1. Las estructuras cerebrales siguen cambiando entre la infancia y la edad adulta. El volumen de materia gris alcanza su punto máximo en la pubertad y luego disminuye a lo largo de la adolescencia y hasta los veinte años. El volumen de materia blanca aumenta a lo largo de la niñez, la adolescencia y la edad adulta.
2. El cerebro de las niñas madura ligeramente más rápido que el de los niños. Esta diferencia de sexo en el desarrollo del cerebro está en sincronía con el desarrollo físico en el que, en promedio, las niñas ingresan a la pubertad uno o dos años antes que los niños, quienes luego se ponen al día rápidamente.
3. Las regiones del cerebro maduran a diferentes ritmos. El desarrollo del sistema límbico, que impulsa las emociones, se acelera en la pubertad, pero el córtex prefrontal (PFC), que está involucrado en el pensamiento y el juicio, no madura hasta los veinte años. Esto provoca un “desajuste en el desarrollo” entre el procesamiento de la emoción y la recompensa, y el pensamiento y el juicio. El desajuste determina aspectos del comportamiento adolescente, como ser demasiado emocional, impulsivo e hipersensible a las situaciones sociales.

La materia gris se adelgaza a medida que se refinan las conexiones

El córtex prefrontal, como su nombre lo indica, se encuentra en la parte frontal del cerebro y, a veces, se lo llama director ejecutivo del cerebro porque actúa como un tomador de decisiones experimentado. El PFC está involucrado en la regulación de las emociones, las llamadas de juicio, la estrategia, el control de los impulsos, la atención, la memoria de trabajo y la cognición social.

Durante la infancia, la materia gris del PFC se espesa a medida que las neuronas hacen nuevas conexiones o sinapsis. Al igual que un árbol al que le crecen más brotes, ramas y raíces. Sin embargo, durante la adolescencia se produce un adelgazamiento de PFC.

La pérdida o el “adelgazamiento” de la materia gris siempre suena poco saludable, pero como suele ocurrir con el cerebro, menos es más. La pérdida de materia gris es de vital importancia y se debe a la poda de ramas no deseadas, que en parte depende de la experiencia de “úselo o piérdalo”. Las conexiones que se utilizan se fortalecen y las que no se utilizan se eliminan.

Más materia blanca permite una comunicación más rápida

Las imágenes por resonancia magnética han revelado volúmenes cada vez mayores de materia blanca en los tractos que conducen hacia y desde el PFC durante la adolescencia. Recuerde que los axones están aislados por la mielina, lo que acelera la señalización entre las regiones del cerebro. Los axones mielinizados transmiten los impulsos hasta 100 veces más rápido que los axones amielínicos, y una transmisión más rápida significa un procesamiento mental más rápido.

Jay Giedd, un neurocientífico de la Universidad de California en San Diego, descubrió que el aumento de la materia blanca significa que las conexiones entre las regiones del cerebro se vuelven más fuertes y más numerosas. El cerebro madura al volverse más interconectado y más especializado.

Para usar la metáfora de Giedd, la maduración cerebral no es tanto una cuestión de agregar nuevas letras al alfabeto, sino de combinar las letras existentes en palabras, las palabras en oraciones y las oraciones en párrafos.

“Estos cambios en última instancia ayudan al cerebro a especializarse en todo, desde el pensamiento complejo hasta ser un adepto social”.

Las áreas subcorticales del cerebro se encogen y crecen

Los cambios en la estructura de la materia blanca y gris no se limitan al PFC. Las estructuras cerebrales subcorticales comienzan a madurar justo alrededor de la pubertad, y el desarrollo es más o menos completo a mediados de la adolescencia.

Las regiones cerebrales subcorticales son aquellas que se encuentran en el interior del cerebro debajo (“sub”) de la corteza en los lóbulos frontal y temporal. Incluyen el sistema límbico (hipocampo y amígdala) y el cuerpo estriado, que se compone de cuatro partes: núcleo accumbens, caudado, putamen y globo pálido. Están conectados al PFC y entre sí mediante haces de axones.

En las niñas, la amígdala y el hipocampo aumentan de tamaño durante la pubertad. Al mismo tiempo, las cuatro estructuras que componen el cuerpo estriado se contraen. La maduración de las estructuras subcorticales es más rápida en la infancia tardía y en la adolescencia temprana, pero la tasa de crecimiento o contracción disminuye justo después de los dieciséis años.

Las adolescentes pueden ser muy emocionales (¡no es broma!)

Pero no todas las adolescentes experimentan “tormenta y estrés”. “Cuando tenía diecisiete años, mis niveles de ansiedad durante los exámenes del último año de la secundaria estaban tan fuera de control que terminé en la consulta del médico de cabecera de la familia para que me tratara por ataques de pánico. Pero la gran mayoría de mis años de adolescencia fueron alegres, empoderados y muy divertidos”.

Sarah Whittle es profesora asociada de psiquiatría en la Universidad de Melbourne, donde se especializa en el desarrollo cerebral y la resiliencia de los adolescentes. Whittle me explicó que la vida emocional de las adolescentes difiere de las de los adultos debido al “desajuste del desarrollo” entre su “PFC racional” y su “cerebro límbico emocional”.

“Todavía es solo una teoría, pero se está acumulando evidencia de que la hiperactividad del sistema límbico es responsable de una mayor reactividad emocional en los adolescentes. A medida que madura el PFC, mejora su capacidad para regular la actividad en las estructuras subcorticales”.

Aprender a regular las emociones es una habilidad vital para aprender en la adolescencia

Ser capaz de evaluar con calma y mantener las emociones bajo control es una habilidad crucial para la vida. La regulación emocional nos permite navegar en paisajes sociales cambiantes y fomentar el bienestar mental. Una de las formas más efectivas de regular las emociones es una técnica llamada reevaluación cognitiva. Esta última cambia la forma en que se interpreta una situación, lo que a su vez calma su respuesta exaltada.

Imagina que tienes catorce años y caminas hacia la puerta principal de una fiesta. En el interior puedes escuchar a todas tus amigas riendo histéricamente. Tu evaluación de la situación podría ser, “¡Dios mío! Se ríen de mí a mis espaldas”. Esa evaluación (correcta o no) probablemente desencadenará intensos sentimientos de tristeza y rechazo, y podría ser seguida rápidamente por el pensamiento: “Me odian. ¡Me voy a casa!”.

Una forma diferente de pensar acerca de la misma situación, la revalorización, podría ser: “Claro, se están riendo. Quizás alguien contó un chiste gracioso. Tal vez debería entrar y averiguarlo”. La reevaluación (correcta o no) te anima a considerar diferentes perspectivas y te conduce a una forma de pensar que mantiene a raya la angustia emocional.

Los adultos son mucho mejores en la reevaluación cognitiva que los niños y adolescentes

Los adultos tenemos más experiencia con una variedad de situaciones sociales y somos mejores para implementar las habilidades de pensamiento necesarias.

La base neural de la reevaluación cognitiva se estudia mediante la provocación de emociones negativas con fotos incitantes o angustiosas que comprenden imágenes que van desde neutrales (muebles o paisajes) hasta escenas horribles o emocionantes (cuerpos mutilados o desnudos eróticos).

La investigación de Whittle muestra que las adolescentes encuentran las fotos mucho más perturbadoras o excitantes emocionalmente que los adultos. En su laboratorio, la resonancia magnética funcional muestra que el despliegue de la habilidad de reevaluación cognitiva activa una red cortical distribuida que incluye el PFC, que a su vez regula a la baja la excitabilidad en el sistema límbico.

Las habilidades de regulación emocional no siempre aparecen mágicamente a medida que maduramos, pero se pueden enseñar formalmente

Whittle entrena a sus voluntarios adolescentes en la reevaluación cognitiva animándolos a pensar: “Esto no es real, es una escena de una película” o “la situación parece peor de lo que es” o “podría ser mucho peor” o “al menos no soy yo en esa situación”.

¿El desarrollo emocional de la enfermedad mental ha salido mal?

Un tema en la investigación del cerebro adolescente se puede resumir con la frase “las partes móviles se rompen”. Debido a que el cerebro adolescente está experimentando una remodelación tan extensa, se cree que es fácil que el cableado se estropee, lo que predispone a las niñas a la depresión, la ansiedad y a los trastornos alimentarios.

La vida emocional de las adolescentes es compleja tanto por dentro como por fuera. Está claro que las hormonas “internas” están fluctuando y las redes neuronales se están afinando. Pero tendemos a olvidar los cambios dinámicos que tienen lugar “fuera”.

Muchas emociones que experimentan los adolescentes son novedosas

Especialmente los que tienen lugar en nuevos contextos sociales. Hay una primera vez para todo y eso incluye tu primer enamoramiento (especialmente si no es correspondido), la experiencia de los celos, el hecho de que te dejen fuera de la lista de invitados a la fiesta más esperada del año y al que obtengas “me gusta” en Instagram. La novedad de estas experiencias aumenta su impacto emocional. A veces esto es positivo: ¡enamorarse por primera vez es maravilloso! A veces esto es negativo: ser rechazado por tu primer amor es bastante doloroso.

La preferencia de las niñas por la intimidad emocional aumenta durante sus primeros años de adolescencia

Intensas amistades de “compañeras íntimas” se forman casi al mismo tiempo que las niñas “rompen” con sus familias. Esto deja a las niñas potencialmente vulnerables si esas amistades se rompen o no son ideales. La pérdida de amistad es una causa potencial de estrés significativa, muchas veces pasada por alto.

Si bien las amistades “incorrectas” pueden desviar a los adolescentes, las amistades “correctas” son poderosas y protectoras. Tuve una amiga así durante toda la escuela secundaria (todavía estamos cerca y he recurrido a su formación psiquiátrica para documentar varias secciones de este libro). Mientras escribíamos este capítulo, hablamos sobre cómo nuestra devota amistad nos protegió del tumulto que experimentaron muchos de nuestros compañeros. Sabemos que los adolescentes más felices no son los que tienen la mayoría de los “amigos” en Instagram, sino los que tienen algunas amistades cercanas y, a veces, eso significa tener un amigo excelente.

Fuente: un texto de la neurocientífica Sarah McKay extraído de su libro titulado The Women’s Brain Book y publicado en el portal www.drsarahmckay.com

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