la cafeína
¿La cafeína ayuda con los dolores de cabeza?
24 julio, 2024
aceitunas
Siete razones por las que las aceitunas son saludables
29 julio, 2024
Mostrar todo

Cómo afecta la contaminación a la salud cerebral

contaminación

Los gases de escape de los vehículos de motor, las emisiones de las fábricas, las partículas de polvo: todas estas cosas ensucian el aire que respiramos, lo que puede dañar nuestro cerebro, según un número cada vez mayor de estudios.

Durante años, los científicos han documentado un vínculo entre la contaminación del aire y las enfermedades pulmonares, y posiblemente las enfermedades cardíacas. Ahora, las investigaciones muestran que la contaminación del aire puede aumentar las probabilidades de sufrir un derrame cerebral, un deterioro cognitivo, la enfermedad de Alzheimer y otras demencias, y la enfermedad de Parkinson. Incluso puede dañar los cerebros en desarrollo de los niños pequeños.

“Los datos epidemiológicos son bastante contundentes”, afirma el doctor Ted M. Dawson, MD, PhD, FAAN, profesor de neurología en la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, cuya investigación se centra en la enfermedad de Parkinson y otros trastornos del movimiento. Las razones exactas no se comprenden del todo, comenta el doctor Dawson, pero los investigadores están trabajando para identificar qué componentes del aire contaminado son los más preocupantes y cómo podrían dañar el cerebro, ya sea directa o indirectamente.

“La mayoría de la gente piensa que el cerebro es una zona protegida, pero sabemos que se expone al medio ambiente a través del tracto gastrointestinal [al comer] y el sistema olfativo [al oler]”, explica el doctor Dawson.

Un gran número de enfermedades neurodegenerativas son causadas por una combinación compleja de factores genéticos, ambientales y de estilo de vida, no por una única causa, pero la exposición a altos niveles de contaminación del aire puede aumentar el riesgo genético de una persona de padecer una determinada enfermedad. Una investigación realizada en la ciudad de Nueva York, por ejemplo, determinó que vivir cerca de una autopista se asocia con un mayor riesgo de sufrir un derrame cerebral, y ha surgido evidencia similar para la demencia.

Además, cada vez hay más pruebas de que existe una conexión entre la contaminación del aire y la enfermedad de Parkinson, anota Ray Dorsey, MD, MBA, profesor de neurología en el Centro Médico de la Universidad de Rochester, quien señala que la prevalencia de la enfermedad está aumentando en los países industrializados, incluso cuando los datos estadísticos se ajustan a una población que envejece.

El doctor Dorsey, coautor de Ending Parkinson’s Disease: A Prescription for Action (Acabar con la enfermedad de Parkinson: una receta para la acción), señala en un informe de 2018, publicado en el Journal of Public Health, que estimó que la contaminación del aire, incluida la contaminación del aire en interiores, le cuesta a la persona promedio casi tres años de vida.

contaminación

En general, la mayoría de las personas entienden que respirar aire contaminado es malo para los pulmones, especialmente para quienes padecen asma o enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), pero no muchos comprenden la conexión entre la mala calidad del aire y los trastornos cerebrales, dice Vladimir Hachinski, MD, DSc, FAAN, neurocientífico e investigador de la Western University en Ontario, Canadá. Tal vez, agrega, eso se deba a que la posibilidad de desarrollar una enfermedad como el Alzheimer parece estar muy lejana en el futuro.

La contaminación del aire abarca los gases y partículas emitidos por fábricas, centrales eléctricas, automóviles, autobuses y camiones. Uno de los componentes más conocidos es el ozono, el gas o smog a nivel del suelo que puede cubrir una ciudad. La contaminación del aire también está compuesta por pequeñas partículas de diversos tipos y tamaños, que se inhalan o se ingieren. El plomo, que tiene efectos adversos conocidos sobre el cerebro, puede estar presente en esas diminutas partículas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la contaminación del aire exterior es responsable de 4,2 millones de muertes en todo el mundo cada año, principalmente debido a accidentes cerebrovasculares, enfermedades cardíacas, EPOC, cáncer de pulmón e infecciones respiratorias agudas.

Mientras los responsables de las políticas y los funcionarios de salud pública elaboran y debaten normas que promueven un aire más limpio, los investigadores están descubriendo pistas sobre cómo la exposición crónica a la contaminación del aire puede ser perjudicial. Una teoría general, dice el doctor Hachinski, es que el cuerpo desarrolla una defensa inflamatoria en reacción a la exposición de contaminantes.

“El cuerpo se activa para protegerse, lo cual es bueno a corto plazo, pero como la exposición a la contaminación del aire no se detiene, la inflamación continúa”, explica. Con el tiempo, la exposición constante podría provocar daños en los órganos, en particular en el revestimiento de los vasos sanguíneos, lo que podría explicar la asociación entre la contaminación del aire y los accidentes cerebrovasculares.

Otra teoría es que la contaminación del aire tiene un efecto directo sobre la patología específica subyacente a una enfermedad neurológica determinada, lo que puede ser el caso en la enfermedad de Parkinson y la enfermedad de Alzheimer.

Los investigadores están utilizando ratones de laboratorio para estudiar, por ejemplo, si la exposición a componentes de la contaminación del aire desencadena el desarrollo en el intestino y el cerebro del marcador revelador de la enfermedad de Parkinson, la proteína alfa sinucleína mal plegada.

Hasta ahora, la mayoría de los estudios en humanos han sido observacionales, lo que no permite demostrar causa y efecto (como sí lo pueden hacer los ensayos aleatorizados y controlados con placebo). Por ejemplo, un análisis publicado en Stroke en abril de 2018, de los datos recopilados para un estudio de más de 3.200 personas en Manhattan, descubrió que vivir a menos de 100 metros de una autopista —aproximadamente dos manzanas de una ciudad—, se asociaba con un riesgo significativamente mayor de sufrir un accidente cerebrovascular. El estudio en curso, que comenzó en 1993, utilizó registros médicos, llamadas telefónicas de seguimiento a los participantes y datos de monitoreo del aire por código postal para examinar los factores de riesgo de enfermedad cardiovascular.

Durante un seguimiento medio de 15 años, el estudio descubrió que las personas que vivían a menos de 100 metros de una carretera importante tenían una tasa de accidente cerebrovascular isquémico un 42% mayor en comparación con las que vivían a más de 400 metros de una autopista. Los barrios de Manhattan incluidos en el estudio están cerca del puente George Washington, una zona de mucho tráfico que incluye una terminal de autobuses.

El estudio de Manhattan continúa recopilando datos que los investigadores esperan utilizar para explorar una posible conexión entre la exposición crónica a la contaminación del aire y el deterioro cognitivo y la demencia, dice Mitchell S. Elkind, MD, FAAN, uno de sus coautores y profesor de neurología y epidemiología en la Universidad de Columbia.

“El desafío de estudiar la contaminación del aire es identificar los diferentes tipos de contaminantes para determinar cuáles son los más dañinos”, resalta el doctor Elkind. Uno de los principales culpables son las partículas muy finas con un diámetro de 2,5 micrómetros (PM2,5), que provienen principalmente de la combustión.

En otro estudio, en el que participaron más de 18.000 estadounidenses mayores con deterioro cognitivo, los investigadores examinaron tomografías por emisión de positrones (PET) para ver si existía una asociación entre vivir en una zona con alta contaminación del aire y la presencia de beta amiloide, un biomarcador de la enfermedad de Alzheimer en el cerebro. El estudio, publicado en JAMA Neurology en noviembre de 2020, encontró que las personas que vivían en zonas con altas concentraciones de PM2,5 tenían más probabilidades de tener beta amiloide, incluso después de que los investigadores ajustaran otros factores como el tabaquismo, los antecedentes familiares, los ingresos del hogar y la hipertensión arterial. La exposición elevada al ozono no pareció aumentar el riesgo de una persona.

Un estudio realizado en Corea del Sur y publicado en JAMA Neurology en mayo de 2021, analizó una cohorte representativa a nivel nacional de 78.830 personas mayores de 40 años que vivían en una ciudad metropolitana. Utilizando datos del Servicio Nacional de Seguro Médico de Corea e información de contaminación del aire relacionados con las direcciones de las personas, el estudio descubrió que la alta exposición al dióxido de nitrógeno estaba asociada con un aumento del 40% en el riesgo de desarrollar la enfermedad de Parkinson, aunque otros contaminantes del aire como el ozono, el monóxido de carbono y el dióxido de azufre no parecieron elevar el riesgo. El estudio, que se basó en lecturas de contaminación del aire tomadas a nivel de distrito, no tuvo en cuenta la posible exposición ocupacional a contaminantes del aire como metales pesados, pesticidas y tricloroetileno (un disolvente industrial), que también se han relacionado con la enfermedad de Parkinson.

Un grupo de investigadores daneses compararon casi 1.700 pacientes con enfermedad de Parkinson con controles emparejados de la misma edad y sexo, y encontró una asociación entre la contaminación atmosférica relacionada con el tráfico y el riesgo de Parkinson. Sus resultados se publicaron en Environmental Health Perspectives en marzo de 2016.

Según algunos científicos, el cerebro de los niños pequeños puede ser especialmente vulnerable a la contaminación del aire. Una investigación realizada en Ciudad de México, donde la contaminación del aire es muy alta, sugiere que la exposición elevada al aire sucio puede estar asociada con déficits cognitivos y anomalías cerebrales identificadas en las imágenes de niños pequeños.

Fuente: un artículo de Susan Fitzgerald publicado en el portal www.brainandlife.org

 

La radiocirugía estereotáctica que ofrece Gamma Knife Center Ecuador es una técnica no invasiva, capaz de administrar a un volumen predeterminado de tejido cerebral normal, tumor o malformación vascular, una dosis elevada de radiación, en una sola sesión, con precisión submilimétrica y, por tanto, con una completa preservación del tejido cerebral sano que rodea a la lesión.

Este procedimiento ambulatorio de avanzada, disponible en el país desde 2011, brinda excelencia en la atención a todos nuestros pacientes; para ello, nos adherimos a las más altas normativas de calidad, así como a protocolos de seguridad, capacitación permanente y auditoría de servicios.

Para servirlo mejor, nuestro centro está debidamente acreditado ante la Red Pública Integral de Salud (IESS, ISSFA, ISSPOL, MSP) y las principales aseguradoras privadas.

Gamma Knife Icon®: esperanza de vida al alcance de todos. ¡Consúltenos!