Las áreas donde hay altos niveles de contaminación del aire por partículas finas pueden aumentar el encogimiento del cerebro similar al de la enfermedad de Alzheimer, sugiere una nueva investigación.

Los resultados de un gran estudio longitudinal muestran que las mujeres que vivían en áreas en las que había partículas microscópicas con diámetros aerodinámicos <2,5 μg (PM_2,5) por metro cúbico de aire, tenían un riesgo significativamente mayor de contracción cerebral en las imágenes.

Los investigadores estudiaron a más de 700 mujeres (edad media, 78 años) que no tenían demencia al inicio del estudio. Los participantes se sometieron a una resonancia magnética al inicio del análisis y nuevamente cinco años después.

Cada aumento de 3 μm en la exposición a la contaminación del aire se asoció con un aumento de .03 puntos en las puntuaciones de contracción del cerebro al final del período de 5 años. Estas puntuaciones, a su vez, se asociaron con un aumento del 24% en el riesgo de enfermedad de Alzheimer (EA).

“Nuestros hallazgos se suman a la literatura que muestra que la contaminación del aire puede aumentar el riesgo de enfermedad de Alzheimer“, expresó la autora principal Diana Younan, PhD, MPH e investigadora asociada principal del Departamento de Medicina Preventiva, Escuela de Medicina Keck, Universidad del Sur de California, Los Ángeles, California, a Medscape Medical News.

“Sin embargo, la contaminación del aire es un factor de riesgo modificable e incluso quienes viven en áreas con alta contaminación del aire pueden hacer esfuerzos concertados para reducir su exposición a estos contaminantes; por ejemplo, monitorear la calidad del aire a diario, permanecer en el interior los días en que la contaminación del aire es especialmente alta, y mantener las rejillas de ventilación del automóvil cerradas mientras conduce “, dijo.

El estudio completo fue publicado en línea el pasado 18 de noviembre en Neurology, la revista más leída y citada por la seriedad de sus contenidos.

Aproximación longitudinal

“Hay pruebas contundentes que han demostrado que la contaminación ambiental”, especialmente el material particulado de PM_2.5, “es un factor de riesgo ambiental para el envejecimiento cerebral”, y está asociado con un mayor riesgo de demencia y EA, pero el mecanismo subyacente de esta asociación no está claro, reseñan los autores.

“Queríamos ver si estas partículas finas pueden alterar la estructura del cerebro, ya que los volúmenes cerebrales pequeños son un factor de riesgo para la demencia y la enfermedad de Alzheimer”, anotó Younan.

Señaló también que este estudio difiere de estudios anteriores porque “utilizamos un enfoque longitudinal con dos escáneres cerebrales, mientras que otros solo tenían escáneres cerebrales en un momento determinado”.

Los investigadores estudiaron los datos de los participantes (n = 1365; edad media, 77,9 ± 3,7 años) en el estudio de imágenes de resonancia magnética de la Iniciativa de Salud de la Mujer (WHIMS-MRI), que se centró en mujeres mayores que vivían en la comunidad y que se habían sometido a una resonancia magnética cerebral entre abril de 2005 y enero de 2006. De estas participantes, 730 se sometieron a una segunda exploración durante el período 2010-2013. El tiempo medio entre exploraciones fue de 4,77 años.

Los investigadores utilizaron las direcciones de los participantes, junto con los datos de monitoreo del aire, para crear un modelo espacio-temporal que estimó la exposición promedio de 3 años a PM_2.5 antes de la primera resonancia magnética.

Los datos adicionales incluyeron información sobre demografía, educación, factores socioeconómicos, estilo de vida y características clínicas.

Fuente: una investigación de Batya Swift Yasgur, MA, LSW publicada en el portal científico de www.medscape.com

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