Las tasas de incidencia de los tumores cerebrales en adultos están disminuyendo; sin embargo, las tasas de supervivencia a cinco años siguen siendo bajas, según un nuevo informe de la American Cancer Society (ACS).
Entre 2008 y 2017, la tasa de tumores del sistema nervioso central (SNC) disminuyó un 0,8% anual, para todas las edades. La tendencia fue impulsada por los adultos, y la incidencia de tumores cerebrales en los niños aumentó en un 0,5% y en los adolescentes en un 0,7% anual durante el mismo período.
Los datos para el estudio se recopilaron utilizando el programa de Vigilancia, Epidemiología y Resultados Finales del Instituto Nacional del Cáncer y el Programa Nacional de Registros del Cáncer de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (NPCR). Estas dos bases de datos fueron combinadas por el Registro Central de Tumores Cerebrales de los Estados Unidos.
Las tasas de tumores cerebrales malignos fueron más altas en los hombres, con una tasa de 8,3 casos por cada 100.000 personas en comparación con 6 por cada 100.000 personas. Sin embargo, las tasas de enfermedades no malignas fueron más altas para las mujeres (20,3) que para los hombres (12,8). Las diferencias de sexo para los tumores malignos fueron mayores en los pacientes de 45 años de edad o más, siendo las tasas para las mujeres un 30% más bajas que para los hombres.
No obstante, en el caso de los tumores no malignos, las diferencias de sexo fueron mayores entre los 25 y 29 años de edad, y las tasas se duplicaron para las mujeres (10,2) en comparación con los hombres (4,7). Esto se debe a las tasas más altas de adenomas hipofisarios en mujeres de este grupo de edad.
La tasa de supervivencia a cinco años es del 36%, lo que representa un aumento del 26% a mediados de la década de 1970. El lento progreso en el aumento de la supervivencia puede atribuirse principalmente a la falta de avance en la detección temprana del glioblastoma, que representa el 49% de todos los cánceres cerebrales malignos en los Estados Unidos.
Desglosada por raza, la supervivencia general a cinco años entre 2009 y 2015 fue la más baja para los pacientes blancos no hispanos, y del 31% al 48% para los pacientes hispanos. Sin embargo, el estudio señala que es importante darse cuenta de que esto se debe en parte a la pérdida de seguimiento de esta población de pacientes. La tasa de supervivencia a cinco años para los pacientes de raza blanca es menor debido a la carga del glioblastoma y otros gliomas difusos.
Las tasas de incidencia de tumores no malignos, que afectan de manera desproporcionada a mujeres y pacientes de raza afroamericana, también están aumentando. Lo más probable es que esto se deba a una mayor conciencia y mejoras en los hallazgos de casos. Las tasas de meningioma, que representa el 54% de todos los casos no malignos en los Estados Unidos, aumentaron en un 0,9% anual entre 2008 y 2017. Si bien la tasa de supervivencia a cinco años para los tumores no malignos es del 92%, los pacientes a menudo tienen síntomas secundarios a largo plazo por efectos del tumor y/o del tratamiento recibido.
Las mayores tasas de supervivencia las obtuvieron las personas de entre 20 y 39 años de edad, para quienes la supervivencia a cinco años aumentó del 44% al 73%. Se observaron menores beneficios en los grupos de mayor edad, principalmente debido un débil mejoramiento vinculado a la tasa de supervivencia del glioblastoma. Para esta población, la supervivencia del glioblastoma aumentó del 4% para los diagnosticados entre 1975 y 1977 al 7% para los pacientes diagnosticados entre 2009 y 2015.
El informe también encontró disparidades raciales, especialmente entre los niños. Por ejemplo, la tasa de mortalidad por cáncer de cerebro es la misma en niños blancos y afroamericanos. Sin embargo, la tasa de incidencia es menor en los niños afroamericanos. La disparidad entre afroamericanos y blancos fue mayor para niños diagnosticados entre 2009 y 2015 con astrocitomas difusos (75% frente a 86%, respectivamente) y tumores embrionarios (59% frente a 67%).
El informe también señaló factores ambientales que contribuyen al riesgo de tumores cerebrales. Actualmente, solo hay un factor de riesgo ambiental establecido para los tumores cerebrales: la exposición a radiación ionizante. Esta asociación es más fuerte para el meningioma y el glioma en pacientes más jóvenes. Los pacientes que también recibieron radiación craneal como tratamiento para la leucemia linfocítica aguda en la juventud también tienen un mayor riesgo de desarrollar tumores cerebrales posteriores.
Además, se han encontrado factores de riesgo hereditarios para ciertos tumores cerebrales, pero esto constituye una proporción muy pequeña de casos. Por ejemplo, el estudio afirma que ciertos síndromes mendelianos están asociados con un mayor riesgo de poliposis adenomatosa familiar y síndrome de Turcot tipo 1 y tipo 2 para meduloblastoma y gliomas. Las mutaciones de la línea germinal también se han asociado con un mayor riesgo de tumores cerebrales para tipos histológicos específicos. Sin embargo, la mayoría de estos estudios se realizaron en adultos europeos mayores y los datos son limitados para niños y otros grupos étnicos.
“Aunque la comprensión molecular de cómo los cánceres de cerebro se diferencian entre sí está avanzando rápidamente, seguimos sabiendo poco sobre por qué estos tumores se desarrollan en primer lugar. Para facilitar una mayor comprensión, es fundamental tener acceso a datos completos y oportunos sobre su aparición”, dijo Kimberly D. Miller, MPH de la Sociedad Estadounidense del Cáncer, en un reciente comunicado de prensa”. Esto es particularmente importante para comprender las causas en torno al sexo, la edad y las diferencias tanto raciales como étnicas, especialmente para los subtipos más raros y entre poblaciones poco estudiadas”.
Fuente: un artículo de Sara Karlovitch publicado en el portal www.targetedonc.com
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