Estamos lidiando con muchas cosas en estos días: una pandemia global, batallas políticas, injusticias raciales y desastres naturales. Y cuando cumplimos con todas nuestras obligaciones y desafíos personales, no es de extrañar que muchos de nosotros nos sintamos agotados y, francamente, como si no tuviésemos más energía para preocuparnos de otras cosas.
Con tantas prioridades en competencia sobre lo que debería preocuparnos y a lo que deberíamos prestar atención, no resulta extraño que tales circunstancias terminen pasándole factura a nuestra salud mental. De lo que muchas personas no se dan cuenta es que nuestra capacidad para relacionarnos y cuidar de los demás (también conocida como nuestra empatía) es un recurso limitado. Si agotamos nuestra cuenta de empatía, podemos terminar sintiendo algunas emociones bastante negativas o lo que los expertos llaman “fatiga por empatía”.
Seguidamente, la psicóloga Susan Albers, PsyD, comparte información sobre este fenómeno y por qué más que nunca, muchas personas lo están experimentando. También nos ofrece consejos prácticos para aprender a reconocerla, tomar medidas y seguir adelante.
¿Qué es la fatiga por empatía?
En el peor de los casos, la fatiga por empatía es la incapacidad de una persona para preocuparse. Es la consecuencia negativa de la exposición repetida a eventos estresantes o traumáticos. Puede manifestarse tanto emocional como físicamente.
Los síntomas emocionales pueden incluir:
Los síntomas físicos pueden incluir:
“La fatiga por empatía es el agotamiento emocional y físico que se produce al cuidar a las personas día, tras día, tras día”, explica la doctora Albers. “Con el tiempo, comenzamos a ver que las personas experimentan una sensación de entumecimiento y distanciamiento o dificultad para seguir preocupándose”.
La fatiga por empatía es un mecanismo de defensa, continúa. Es la forma en que su cuerpo le dice que preste atención y que dé un paso atrás para cuidarse.
Empatía, fatiga y trabajadores de la salud
La fatiga por empatía a veces se conoce como “el costo de la atención”.
Esto se debe a que, en el pasado, la fatiga por empatía afectó principalmente a la atención médica y a otros trabajadores de primera línea debido a la naturaleza del trabajo. Los médicos, enfermeras, terapeutas, socorristas y periodistas estaban en mayor riesgo. Estas profesiones están expuestas repetidamente a eventos estresantes o traumáticos, dejándolas susceptibles a traumatizarse ellas mismas por lo que experimentan o sienten a través de otros.
La fatiga por empatía también se ha considerado un trastorno de estrés traumático secundario. Es el tipo de estrés que proviene de ayudar a las personas día tras día o de presenciar o ayudar a una persona a pasar por algo terrible. El estrés y las dificultades de lo que está experimentando, viendo y sintiendo comienzan a afectarlo.
“Cuando estamos bajo estrés día tras día, es como un goteo constante de cortisol que llega a nuestro cerebro”, comenta la doctora Albers. “Y solo podemos hacer eso durante un tiempo hasta que nuestro cuerpo y nuestra mente comiencen a fallar”.
Por qué la fatiga por empatía se está convirtiendo en un problema mayor en más personas
Si los síntomas de la fatiga por empatía le resultan demasiado familiares, no está solo. Albers dice que debido a la pandemia global y todos los cambios que hemos experimentado, muchas personas fuera de la atención médica están comenzando a experimentar signos de fatiga por empatía.
Los padres, maestros y trabajadores de las tiendas de comestibles están sintiendo los efectos negativos del estrés repetido, el cambio constante y la exposición al miedo y la pérdida.
Si ha visto las noticias todos los días durante los últimos dieciocho meses y ha escuchado que el número de casos de coronavirus continúa disparándose, es posible que haya comenzado a sentirse desconectado de lo que realmente significa. Puede incluso que haya olvidado que detrás de cada número hay una hija, un hijo, un cónyuge…
Si ha perdido su trabajo o un ser querido, es posible que tenga dificultades para comprender y recordar que otras personas a su alrededor también pueden estar enfrentando dificultades.
O tal vez la casa de tu mejor amigo se quemó debido a los incendios forestales y este te sacudió hasta la médula.
“Día tras día escuchamos todas estas malas noticias y estas historias tristes, y al principio es posible que usted las recepte y se las tome en serio”, apunta la doctora Albers. “Pero después de un tiempo, es posible que se desconecte o se sienta insensible al decir: ‘Oh, esa es solo otra historia sobre una inundación’, la cual no sería su respuesta típica”.
Es casi como si nos hubiéramos acostumbrado a las malas noticias y las cosas negativas que suceden en nuestro mundo, lo que a su vez ha comenzado a agotar nuestra cuenta de empatía. Es posible que se sienta emocionalmente aislado de lo que sucede a su alrededor o que no simpatiza con más malas noticias. Es posible que incluso te hayas dicho o pensado: “Ya no me importa”.
Pero anímate: la fatiga por empatía no tiene por qué durar para siempre.
Tratar y superar la fatiga por empatía
En la pandemia mundial actual, la fatiga por empatía puede ir de la mano con la fatiga por precaución. Pero es importante permanecer alerta para frenar la propagación del coronavirus y sus nuevas cepas (aún si usted está vacunado). Debemos ser conscientes de lo que hacemos para ayudar y proteger a los demás, al tiempo que nos cuidamos rigurosamente a nosotros mismos.
La fatiga por empatía puede en forma eventual convertirse en depresión, por lo que es muy importante que prestes atención a cómo te sientes, abordes esos sentimientos y sigas adelante con el cuidado de ti mismo y de los que te rodean.
“Cuando hablamos de fatiga por empatía en términos de tratamiento, nos gusta pensar en un modelo que integre nuestro trabajo a conciencia, nuestro equilibrio frente a cuanto sucede y nuestra conexión con los demás”, señala la doctora Albers.
Aquí hay más información sobre lo que eso significa:
Fuente: un artículo publicado en el portal health.clevelandclinic.org
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