Imagina que te estás acercando a tu cafetería favorita, cuando tus ojos se ven repentinamente atraídos por una interacción entre dos extraños que ocurre justo afuera de sus puertas. Un hombre se sienta, apoyado contra la ventana de vidrio, con las rodillas pegadas al pecho y una bolsa de plástico con sus pertenencias en la acera. Frente a él, una mujer, con la mano tiernamente extendida, le ofrece algunos billetes de un dólar.

Al pasar junto a la escena y entrar en la cafetería, ¿considera usted mirar en su propia billetera para ver si también tiene algo que ofrecerle al hombre en la acera? ¿Saca algunos billetes y sale para ofrecérselos, deseando poder hacer algo más por él? ¿El simple hecho de presenciar tal interacción le hace sentir mejor con su vecindario y comunidad?

Si respondió afirmativamente a alguna o todas estas preguntas, probablemente esté sintiendo lo que los científicos sociales del Bedari Kindness Institute de la UCLA llaman “elevación”: una emoción edificante a menudo acompañada de una sensación cálida en el pecho, piel de gallina y, a veces, incluso lágrimas. Con suerte, ese sentimiento es parte integrante de algún “contagio prosocial” o amabilidad contagiosa. Los investigadores del instituto, fundado en 2019, han estudiado si la amabilidad puede ser contagiosa.

Lo que encontraron, en definitiva, es que sí.

En un mundo que hoy parece sobrecargado de discursos fracturados, crímenes de odio, tensión y trauma, todos podríamos beneficiarnos del recordatorio de que nuestras propias acciones positivas tienen efectos en cadena.

Daniel Fessler, director del instituto (alojado en la División de Ciencias Sociales de la Universidad de UCLA), dice: “Cada uno de nosotros es amable con alguien y, por lo tanto, tiene el potencial de ser amable con todos, incluso con aquellos con quienes diferimos”.

En el estudio, participaron 8.000 personas en 15 experimentos. Once se realizaron en línea, y cuatro en persona mediante entrevistas en la calle en Los Ángeles. La mitad de los participantes vio un vídeo viral titulado Unsung Hero (“Héroe anónimo”), que sigue a un joven mientras realiza su rutina diaria, deteniéndose a menudo para ayudar a los demás. La otra mitad vio un vídeo de control de un hombre que realiza impresionantes acrobacias de parkour (una disciplina física cuya finalidad es desplazarse de un punto a otro superando todo tipo de dificultades y obstáculos) en una demostración de atletismo.

Quienes participaron en persona recibieron cinco billetes de un dólar como pago por su tiempo. Al final, los investigadores entregaron a cada uno un sobre y los invitaron a hacer una donación al UCLA Mattel Children’s Hospital. Luego, los investigadores se alejaron para que las personas pudieran elegir de forma anónima cuánto dinero, si lo hubiera, poner dentro antes de sellar el paquete.

Las personas que vieron el vídeo Unsung Hero donaron un 25% más a la organización benéfica que aquellos que vieron el vídeo de acrobacias atléticas.

Los encuestados en línea también tuvieron la oportunidad de mostrar su propensión a la amabilidad contagiosa. A cada uno se le hizo una pregunta hipotética: si su empleador igualara las donaciones a una buena causa, ¿estaría dispuesto a colaborar? Aquellos que vieron el vídeo Unsung Hero tenían significativamente más probabilidades de comprometerse con donaciones benéficas: el 77% dijo que donaría a organizaciones benéficas si estuviesen respaldados por sus empresas. Para las personas que solo vieron el vídeo de parkour, solo el 47% respondió de la misma manera.

Los conocimientos derivados del estudio continúan convirtiéndose en nuevos proyectos que tienen el potencial de hacer de nuestro mundo un lugar más amable. Recientemente, investigadores del Bedari Kindness Institute se asociaron con el Center for Scholars and Storytellers de UCLA y YouTube Kids para seleccionar una serie de vídeos derivados de esta investigación, en un esfuerzo por inspirar a los niños de K-12 (designación utilizada en algunos sistemas educativos para la escolarización primaria y secundaria) a mostrar bondad a los demás como una forma de negar el acoso.

Publicados durante el mes anti-bullying (contra acoso escolar) en octubre, los vídeos promueven un comportamiento amable y afectuoso en situaciones cotidianas. Presentada por la actriz Tabitha Brown, la colección es basa en dos cortometrajes animados que muestran a personas haciendo buenas obras, seguidos de vídeos de niños que describen haber presenciado o realizado actos de bondad.

Stacey Freeman, directora ejecutiva del instituto, desarrolló una guía de recursos para padres para ayudar a inspirar bondad en las acciones cotidianas de los niños. También reclutó a niños de entre 6 a 12 años para crear vídeos estilo selfie, como una forma en la que ellos pudieran identificarse y ver a otros niños hablar sobre la importancia de la bondad.

“Como organización académica”, afirma Freeman, “siempre buscamos traducir la investigación y el conocimiento en aplicaciones del mundo real”.

Fuente: un artículo de Jessica Wolf, publicada en la Revista UCLA y en el portal newsroom.ucla.edu

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