A pesar de su gran incidencia, existe una gran cantidad de mitos sobre el daño cerebral adquirido. Estos mitos pueden determinar la reacción inmediata tras el mismo o bien condicionar el tipo de tratamientos o medidas que se pongan en marcha.
Por daño cerebral adquirido se entiende cualquier lesión que se produzca en el cerebro a lo largo de la vida. El daño se produce de forma brusca y da lugar a una serie de secuelas que dependen del área cerebral afectada y de la gravedad. De forma general, las secuelas pueden generar alteraciones perceptivas, físicas cognitivas y emocionales.
La causa más común de daño cerebral es el traumatismo craneoencefálico (TCE), aunque también viene dado por un ictus, anoxia, tumor cerebral o infecciones. Los grupos de edad que tienen mayor riesgo de sufrir un TCE son los niños hasta 4 años, jóvenes entre 15 y 19, e individuos mayores de 65 años.
Conocimiento confuso
La realidad es que la información general que existe al respecto puede resultar bastante confusa. Desde el lado técnico, es común encontrar información que proporciona distintos criterios diagnósticos y diferente terminología o clasificación. Si esto es así, es de esperar que la información de la que dispone la población general también sea confusa.
El peligro fundamental de que la población general se apoye en un cierto mito sobre el daño cerebral reside en que ante una circunstancia apremiante, si alguien cercano lo sufre (por ejemplo, un hijo), esta deberá tomar una serie de decisiones sobre la marcha.
Así las cosas, si sus conocimientos no son acertados, probablemente no elegirá la mejor opción en un momento crítico.
Verdades y mitos sobre el daño cerebral
En 2011, se realizó un estudio sobre las ideas erróneas que tenía la población acerca del TCE. Para ello, se hizo una encuesta en la que los participantes tenían que indicar si cada una de una lista de 10 frases era verdad o no.
Más de la mitad de la muestra tenía conocimientos erróneos. Afirmó que un daño cerebral venía dado únicamente por un golpe directo en la cabeza y que hay que mantener despierta a una persona que acabe de sufrir una conmoción cerebral.
La mayoría de los participantes no tenía claro si un niño se recupera mejor que un adulto, si los síntomas tardan en aparecer o si perder la conciencia por un golpe no es lo mismo que tener una conmoción.
Es comprensible que la población maneje información incorrecta acerca del daño cerebral, ya que no han recibido formación específica. No obstante, hay que poner el foco en esas premisas equivocadas como una medida preventiva y paliativa de forma indirecta.
Generalmente, los mitos acerca de una enfermedad se basan en información que obtenemos del boca a boca. Podemos conocer uno o dos casos, y a partir de ahí generalizamos la experiencia.
A continuación, se indican los principales mitos y la realidad que hay detrás de él.
Debe haber pérdida de conciencia
La pérdida de conciencia es el primer síntoma después de un daño cerebral. Puede ir desde varios segundos a una duración indefinida. Se considera que la persona ha recuperado la conciencia cuando puede abrir los ojos, orientar la mirada y obedecer alguna orden. Puede ser que la persona llegue a entrar en coma.
Así, la profundidad y la duración de la pérdida de conciencia son unos indicadores importantes para determinar el pronóstico y la gravedad del daño.
Sin embargo, no siempre aparece la pérdida de conciencia, por ejemplo, en el ictus isquémico es poco común. O bien, no tiene por qué ser inmediata. Hay ocasiones en que puede aparecer tiempo después, pudiendo pasar minutos u horas.
Solo se produce por un traumatismo directo en la cabeza
Dentro del daño cerebral se incluyen ictus, infecciones, accidentes cardiovasculares o tumores cerebrales, además del traumatismo. En esos casos, el daño tiene un origen interno, bien por obstrucción de vasos sanguíneos, falta de oxígeno o el crecimiento de células anormales.
Por lo tanto, el daño cerebral no se produce únicamente por un golpe en la cabeza, si no que cualquier lesión que se produzca en el cerebro es un daño cerebral.
Los síntomas están visibles inmediatamente
Existe la creencia de que el daño se produce en el momento en el que aparecen los síntomas. Sin embargo, estos pueden aparecer inmediatamente, pero también en los días, semanas o meses siguientes a los que se ha producido el daño. A veces, además, los síntomas son sutiles y no se relacionan con la lesión.}
Hay ocasiones en que la persona parece que no presenta síntomas, pero su condición empeora más tarde y de forma más repentina. En este sentido, las diferencias individuales son grandes.
Hay que mantener despierto a quien lo sufre
Realmente, no hay ningún beneficio por mantener a la persona despierta, y ya no se suele recomendar. De hecho, el sueño es positivo para la recuperación de la persona.
Esto se recomendaba porque antes de que los escáneres cerebrales fueran tan accesibles, la única forma de saber si había hemorragia cerebral era observar si disminuía su nivel de alerta, debido a la bajada de presión sanguínea en órganos vitales.
Esto solía ocurrir en las seis horas siguientes al daño. De este modo, si alguien ha tenido un accidente y comienza a sentir mucho sueño en las seis horas posteriores, debe acudir inmediatamente a un hospital para una evaluación médica.
Solo se recuperan capacidades en los seis meses posteriores
Este es uno de los mitos sobre el daño cerebral más preocupante para los profesionales, familiares y para los pacientes, ya que puede determinar la percepción y motivación de la rehabilitación.
Es cierto que la rehabilitación ha de realizarse lo antes posible para aprovechar al máximo la plasticidad cerebral. Sin embargo, esa misma capacidad hace que recuperar funciones sea posible tras la intervención a largo plazo.
No obstante, hay que tener en cuenta que cada persona puede seguir un curso y un ritmo de rehabilitación diferente. Lo importante es mantener el esfuerzo por recuperar, en la medida de lo posible, las capacidades perdidas.
Tendrá secuelas de por vida
Dependiendo de la gravedad del daño y de la intervención posterior, la persona se recuperará más o menos. Es cierto que la mayoría de daño cerebral es de gravedad media. No obstante, una lesión que no sea muy grave y que vaya seguida de una rehabilitación rápida, bien dirigida y secundada por la voluntad del paciente podrá ser completa o casi completa.
Fuente: este artículo fue redactado y avalado por María Vélez para lamenteesmaravillosa.com
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