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El teletrabajo nos hará evolucionar o involucionar

La tecnología está siendo nuestra mejor aliada para mantener vivas las relaciones personales durante el confinamiento. Sin esta, el sentimiento de soledad estaría todavía más presente.

En pocas semanas, algunos hemos podido adaptarnos a las nuevas circunstancias que estamos atravesando. Yo he sido una de ellas, y por eso me siento agradecida de poder vivir esta crisis en un entorno tan futurista. Agradezco poder seguir haciendo una de las cosas que más me gusta, trabajar, aunque sea de manera muy distinta.

Prácticamente todo el planeta tierra está aislado en este momento, y si hay algo que las circunstancias no nos han podido arrebatar es nuestra capacidad de reflexión.

Así pues a ello me he dedicado estos días, a investigar, pensar y reflexionar.

He de confesar que me he visto abrumada en varias ocasiones por cómo están afectando tan rápidamente todos estos cambios a mi sector que son la comunicación y las relaciones entre personas, así como la formación y las conferencias.

A su vez, creo que es interesante estar viviendo tantos cambios de forma tan acelerada y poder así imaginar cómo es y será el nuevo mundo que se va forjando por minutos.

La sensación de cambio acelerado es tal, que parece que si no lees todos los días sobre las novedades que se están produciendo a todos los niveles, te quedas aún más perdido y desorientado con respecto hacia dónde avanza la sociedad, cómo será el mundo después de esta pandemia mundial y cómo va a afectar a las relaciones personales.

En esta situación de incertidumbre total y absoluta hay pocas cosas que podemos afirmar casi con certeza: aunque antes o después muchos volveremos a nuestra oficina, el teletrabajo viene para quedarse. Todavía no sabemos qué incidencia tendrá trabajar de forma telemática, pero desde luego esta pandemia marcará un antes y un después en la forma de trabajar.

Así como soy fiel defensora de la tecnología por sus innumerables beneficios, creo firmemente que un uso excesivo de ésta no nos hace evolucionar sino involucionar.

Todos hemos podido comprobar estas semanas, que la comunicación online no es tan efectiva como la presencial puesto que en ocasiones la imagen se congela, el audio se corta, se cae la llamada, tienes interrupciones y distracciones; y esto se traduce en que perdemos detalles o aspectos esenciales de lo que dice la otra persona o viceversa. Sin embargo, nada de esto es excesivamente importante, porque la tecnología seguirá avanzando y por tanto esos aspectos irán mejorando.

Lo que la tecnología nunca podrá hacer es sustituir a una persona.

Trabajar físicamente juntos nos fortalece. No solo proporciona una mejor comunicación y entendimiento, sino que fortalece las buenas relaciones. No es lo mismo estar en persona con alguien que por vídeoconferencia. ¿Por qué es tan distinto?

Porque somos humanos, no robots. El contacto físico, el mirarnos a los ojos, el saludarnos, abrazarnos y besarnos es fundamental para la sana subsistencia del ser humano. El contacto físico incrementa la producción de serotonina, dopamina y oxitocina. Todas esas hormonas tienen un importante papel en la sensación de bienestar.

Además, según numerosos estudios, el contacto físico fortalece los vínculos entre las personas y nos hace parecer más confiables. Los investigadores notaron que el córtex cerebral, área relacionada con los sentimientos de conformidad y confianza, se activa cuando se tiene contacto físico con alguien.

El doctor Nicolás Gueguen, de la Université de Bretagne-Sud, ha estudiado los beneficios del contacto físico y concluyó que influye positivamente en la persuasión.

El científico realizó un estudio en el que se demostró que un toque tan sutil como el de colocar la mano sobre el brazo de una persona, facilita que esta acceda a realizar peticiones más fácilmente, llamándole «el toque de Midas», por el rey de la mitología griega que convertía todo lo que tocaba en oro.

El estudio comprobó entre otros, que las camareras que empleaban este método recibían propinas más altas. También se comprobó que la gente que encontraba dinero en una cabina telefónica estaba más predispuesta a devolverlo a la persona que lo reclamaba como suyo, si esta le tocaba ligeramente en el brazo.

Además, tocar no solo te servirá para persuadir, sino para caer mejor a los demás y mejorar la imagen global que tienen de ti.

Por tanto, abogo profundamente por mezclar las relaciones personales presenciales con la comunicación online, porque si sacamos lo mejor de la tecnología y gozamos de todas sus ventajas, podremos seguir evolucionando como civilización, hacia un mundo posiblemente fascinante. Estamos en un momento decisivo y una vez que pase esta pandemia estará en nuestras manos el destino de la humanidad.

Procura elegir lo que nos hace humanos para poder vivir felices. Hay que mezclar el teletrabajo con el presencial para así seguir disfrutando de una de las mejores cosas de la vida: las personas.

 

Fuente: un artículo de Marta de Basilio, máster en Gestión de Proyectos Internacionales y Desarrollo de Negocios para abc.es

 

El mundo del trabajo se ve profundamente afectado por la pandemia mundial del coronavirus. Además de ser una amenaza para la salud pública, las perturbaciones a nivel económico y social ponen en peligro los medios de vida a largo plazo y el bienestar de millones de personas. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) y sus mandantes —gobiernos, trabajadores y empleadores­— jugarán un papel decisivo en la lucha contra el brote, pues a ellos les tocará directamente velar por la seguridad de las personas y la sostenibilidad de las empresas y los puestos de trabajo.

Enfrentar una crisis sanitaria pasa por diversas etapas, ninguna menos importante a la anterior. Procuremos —mientras se extienda este tiempo de obligado confinamiento— compensar las horas libres de nuestro día emprendiendo aquellas tareas postergadas, a las cuales hoy podemos acometer absolutamente distendidos. Así, no solo conseguiremos desarrollar nuestras habilidades en otras facetas, sino poner nuestra mente en orden y nuestras energías en favor de aquellos proyectos tan largamente olvidados.

Estamos en un mundo volátil, incierto, cambiante y ambiguo. El COVID-19 es una realidad concreta que nos acompañará por algún tiempo hasta que emprenda su lenta retirada. Es momento entonces de replantearnos con seriedad la construcción de nuevas metas y objetivos personales, porque solo a partir de enfrentar las crisis solemos salimos fortalecidos.

 

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