Los estudiantes que tienen más empatía, una personalidad más abierta y que demuestran rasgos menores de inestabilidad emocional o neuroticismos se decantan por especialidades que implican mayor trato con el paciente, tales como la Medicina de Familia o la Medicina Interna; mientras que los alumnos menos empáticos prefieren el área quirúrgica o tecnológica, en donde el contacto es menor. Así lo afirma María Teresa Guilera Lladós, autora de una interesante tesis intitulada Empatía en estudiantes de Medicina: estudio psicométrico, biométrico, de evolución y propuestas de intervención psicoeducativa.
Los resultados de este trabajo “permiten elaborar estrategias de asesoramiento e intervención personalizadas en los universitarios de Medicina teniendo en cuenta, sobre todo, los valores extremos de empatía”. Aunque la mayoría se movía en rangos de empatía “buenos”, un 7% estaba muy por encima y un 6,9% muy por debajo. “En estas franjas es esencial el asesoramiento a la hora de elegir la especialidad. Por ejemplo, aquellos que tenían una empatía muy alta no eran capaces de distanciarse todo lo necesario para tomar decisiones. Para no sufrir tanto, es recomendable que elijan especialidades más tecnológicas. Por su parte, los de muy baja empatía tenían dificultades para entender al paciente, por lo que eran conscientes de sus limitaciones y sabían que no podían ejercer en una consulta”.
En palabras de la citada especialista en Psiquiatría: “En los primeros años de la carrera es importante ayudarles a detectar el lenguaje verbal y no verbal. En los cursos más avanzados habría que centrarse en gestionar la ansiedad que genera la relación con el paciente. La idea es asesorar para que elijan la especialidad en función de sus propias habilidades de empatía”.
En ese sentido, “afortunadamente la Medicina abarca muchas especialidades, así que si un estudiante tiene problemas de empatía hay que apoyarle para que sea consciente de sus limitaciones, porque eso marcará la satisfacción futura a nivel laboral”.
En el experimento también utilizaron varios dispositivos biomédicos –tracker, pulsera biométrica y electroencefalograma– para conocer cómo reaccionan los estudiantes de forma inconsciente al observar imágenes o vídeos de contenido emocional. Estos resultados han permitido establecer un patrón, el cual revela que los que tenían una empatía más baja se centraban en la mirada a los ojos y no veían la expresión de la emoción global; mientras que los que tenían empatía más alta miraban a los ojos y al resto de la cara.
La empatía se mantiene estable durante la carrera
En el estudio que dio sustento a esta tesis participaron 151 estudiantes de Medicina de la Universitat de Lleida entre los años 2013 y 2016. La mayoría de ellos estaban en cursos avanzados, aunque también se valoró la empatía de aquellos en los primeros cursos, porque varios trabajos previos aseguraban que esta se va perdiendo a lo largo de los años de carrera. “No obstante, en nuestro caso, hemos constatado que se mantenía estable”, sostuvo la autora.
Para la doctora María Teresa Guilera Lladón, “esta tesis abre líneas de investigación innovadoras tanto en el estudio psicométrico de la empatía como en el uso de la biometría y las nuevas tecnologías”.
Fuente: Redaccionmedica.com