Imagine que es médico y su nueva paciente es una niña de 13 años que no ha terminado de comer en dos meses. Sus padres están preocupados por su conducta alimentaria y su dramática pérdida de peso.
La paciente refiere que está deprimida y tiene dolores de cabeza y debilidad muscular.
¿Qué le diagnosticaría, dados los signos y síntomas de esta paciente? Si dijo “un trastorno alimentario”, es posible que esté en lo cierto.
Esta paciente tiene signos y síntomas comunes de un trastorno alimentario, que incluyen restricción de alimentos, pérdida dramática de peso y depresión. Ella también pertenece a la población más vulnerable a desarrollar un trastorno alimentario. Aproximadamente la mitad de las adolescentes sufren algún tipo de trastorno alimentario. Finalmente, la desnutrición derivada de un trastorno alimentario podría explicar su debilidad muscular y sus dolores de cabeza.
No obstante, aunque parece obvio que esta paciente tiene un trastorno alimentario, los médicos deberían considerar otros diagnósticos antes de llegar a esta conclusión. Esto se debe a que, en algunos casos, estos signos y síntomas podrían indicar un tumor cerebral.
Tumores cerebrales
Los tumores cerebrales son masas celulares anormales clasificadas como benignas (es decir, de crecimiento lento y confinadas a un área) o malignas (es decir, de crecimiento rápido en múltiples áreas). Si bien solo los tumores malignos son cancerosos, todos los tumores cerebrales son peligrosos. Esto se debe a que los tumores cerebrales ejercen presión sobre el cerebro de maneras que pueden alterar permanentemente las funciones cerebrales y corporales (p. ej., la memoria o la visión).
Aproximadamente un millón de estadounidenses tienen un tumor cerebral; más del 70% de estos tumores son benignos. Cualquiera puede desarrollar un tumor cerebral, pero son más comunes en personas mayores de 40 años, excepto los tumores cerebrales primarios.
Los tumores cerebrales primarios son tumores que comienzan en el cerebro y son más comunes en niños y adultos jóvenes.
Los signos típicos de un tumor cerebral son dolores de cabeza, debilidad muscular, cambios sensoriales y de personalidad, convulsiones, náuseas o vómitos y pérdida de memoria. Sin embargo, al principio, es posible que no haya signos observables de un tumor cerebral y, en algunos casos, los signos y síntomas pueden parecerse a los de otras afecciones, como un trastorno alimentario.
Tumores cerebrales y síntomas de trastornos alimentarios
Debido a que diferentes partes del cerebro regulan diferentes funciones corporales, la ubicación del tumor determina los signos y síntomas del paciente. Los tumores cerebrales en el hipotálamo, una región del cerebro que regula las conductas alimentarias, el apetito, el metabolismo y las hormonas, se asocian con mayor frecuencia con síntomas similares a los de un trastorno alimentario. Los tumores en los lóbulos frontales, el tronco encefálico o la glándula pituitaria del cerebro también pueden causar síntomas similares a los de un trastorno alimentario.
Los signos y síntomas similares a los trastornos alimentarios más comunes causados por un tumor cerebral incluyen, entre otros, pérdida o aumento de peso, hiperactividad, conducta compulsiva y ritualista, atracones, problemas con la imagen corporal, ejercicio compulsivo, depresión, ansiedad y preocupaciones por la comida.
La forma en que los tumores cerebrales causan síntomas similares a los de un trastorno alimentario es compleja y depende de la ubicación del tumor. Un estudio encontró que los niños y adolescentes con craneofaringioma, un tumor raro en el hipotálamo o el área pituitaria, tienen niveles inusualmente altos de resistencia a la insulina y baja sensibilidad a la insulina en comparación con las personas sin este tumor. Estos cambios en la regulación de la insulina podrían explicar por qué algunos de estos pacientes comen en exceso. En otros casos, los pacientes con tumores hipofisarios pueden desarrollar hipertiroidismo, lo que podría acelerar su metabolismo y provocar pérdida de peso.
Diagnóstico erróneo de tumores cerebrales como trastornos alimentarios
Un estudio que involucra a una joven de 17 años ilustra lo fácil que es para los profesionales médicos confundir un tumor cerebral con un trastorno alimentario.
En este caso, la paciente padecía depresión y falta de apetito, además de dolores de cabeza, anhedonia (incapacidad de disfrutar de las cosas agradables de la vida y de experimentar placer, tanto en el aspecto físico, como psicológico o social), pérdidas visuales ocasionales, debilidad muscular, náuseas e incontinencia nocturna durante varios meses. Su comida diaria consistía en un puñado de uvas, lo que condujo a su familia a llevarla a consulta para una evaluación. Su médico le diagnosticó un trastorno alimentario y depresión, y le recetó medicamentos para estas afecciones. Este diagnóstico tenía sentido para el doctor, dado que los síntomas de la paciente se desarrollaron después de una ruptura con su novio.
Sin embargo, los síntomas de la paciente empeoraron y aumentó la frecuencia de sus pérdidas de visión. Sus padres la llevaron a la sala de emergencias, donde recibió atención por su trastorno alimentario. Durante este tiempo, los médicos notaron que sus pupilas estaban muy dilatadas y ordenaron un examen neurológico seguido de una exploración por imágenes del cerebro. La exploración reveló un tumor cerebral.
Después de la extirpación del tumor, el apetito de la paciente volvió por completo, mejorando drásticamente sus síntomas. Desafortunadamente, este no es el único caso en el que un tumor cerebral ha sido diagnosticado por error como un trastorno alimentario.
¿Qué deben hacer los médicos?
Los tumores cerebrales son difíciles de diagnosticar y, por lo tanto, rara vez se diagnostican en las primeras etapas de su desarrollo. La falta de detección temprana en el diagnóstico de tumores cerebrales es preocupante porque los tumores cerebrales pueden causar daños permanentes a funciones corporales importantes.
Si bien los trastornos alimentarios son más comunes que los tumores cerebrales, sigue siendo importante que los profesionales médicos descarten la posibilidad de un tumor cerebral al diagnosticar a un paciente con un trastorno alimentario. Esto es vital cuando un paciente no muestra signos típicos de un trastorno alimentario, como insatisfacción corporal, o tiene síntomas asociados con tumores cerebrales, como dificultades de visión.
Al diagnosticar a pacientes con un trastorno alimentario, los médicos deben realizar pruebas para detectar tumores cerebrales, incluido un examen neurológico para comprobar la coordinación y el equilibrio, y pruebas de visión y audición. Si los resultados de estas pruebas son preocupantes, los especialistas deberían realizar más exámenes. Estos pasos adicionales pueden parecer innecesarios, pero son vitales para un diagnóstico más temprano de tumores cerebrales y para la supervivencia del paciente.
Fuente: un artículo de Melinda Karth MS, MA, publicado en el portal www.psychologytoday.com
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